Viñeta de Kalvellido
Un día los ejércitos
de amargura desfilarán harapientos pero hermosos, mutilados pero cantando, de
luto pero esperanzados.
Participaremos de este escuadrón de vida firmes aunque
malheridos, Y no habrá trampa ni soborno posible y todos los caídos, todos, recuperarán su sitio.
Y todas las penas, todas, serán sepultadas junto a la codicia y sus denteras.
Ese día sin infiernos, sin plomo, ni cenizas, sin azufre, ni fósforo, sin fuegos, tendrá castigo cada una de las felonías, Cada uno de los que ordenaron arrancar de cuajo el destino de los niños, de los empobrecidos, de los que no supieron ni quisieron callar, tendrá que rendir cuentas por su negligente humanidad.
Y sobre este imperio de largos silencios, de profecías siniestras, de justicias caducadas, de impunidades terroristas, se edificará un mundo de ternura, lejos de los olvidos y de sus piedras, lejos de democracias zurcidas con espanto, lejos, bien lejos del metal y de sus deudas.
Ese día sin vértigo, un ejército en harapos, armado con hambre y con coraje desfilará irredento por los pueblos.
Y pobres de aquellos que miraron para otro lado mientras este horror en el que sobremorimos andaba errante.
Tendrán que explicar por qué los cadáveres llevan su firma, por qué fueron tan cobardes.
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