Viñeta de Kalvellido
A mí que no me digan que el tiempo de los obispos, los nobles y los tricornios es cosa del pasado, que ya no huele a rancio o a incienso o a alcanfor en los armarios.
A mí que no me digan que esos tiempos pretéritos no están a nuestro lado, con la cruz y el látigo, dirigiendo la moral hacia el lugar de los esclavos.
Porque esos señores feudales se siguen paseando acompañados de políticos fúnebres, diestros, zurdos o de los que se masturban a dos manos, por si acaso.
A mí que no me cuenten cuentos. Que soy mayor y tengo pocas ganas de escuchar argumentos para descerebrados.
A mí que me expliquen de dònde han sacado tanto patrimonio y si lo consiguieron trabajando, que expliquen por qué, de su historia, gotean coágulos, por qué les duele el sexo ajeno y el propio lo alegran, a veces gratis, a veces violando y a veces pagando, por qué quieren que creamos en un libro a pies juntillas, un libro que, por cierto, es un remiendo de otros tantos.
A mí que me expliquen estas cosas mundanas y que dejen los asuntos del infierno y los demonios pa cuando tengan un espejo que los esté mirando.
Que a ellos les pesan más los pecados.
Y de paso, si van a explicarnos algo que digan qué van a inventarse ahora que tenemos dioses de carne y hueso en los balcones , también millonarios, también besamanos, también santos.
Y también distrayendo a los crucificados con una ostia llamada balón, con estúpidos salmos.
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