Viñeta de Kalvellido
Se irán lejos, tan lejos, muy lejos.
Dirán, quizá, que no fueron ellos los que quisieron
arrancarnos el pan, la memoria, la confianza en ti, en ti
o en aquellos.
Caminaran de prisa, a empujones,
perdiendo los modales,
apedreados por los niños que bebieron de su espanto,
que sufrieron la dentera del hambre y los harapos.
Y se irán,
dejando tras de sí
un lugar con hiel entre las piernas,
con el fruto convertido en piedra.
Y se irán, callados, por si acaso,
sin probar su propio látigo,
con la verdad desenterrada,
aullada a pleno pulmón
mientras se marchan.
Y todo el plomo,
todo.
Todo el horror, todo,
toda su áspera miseria
serán deletreados
para escribir de nuevo la historia.
Y se irán,
por supuesto que se irán
con sus delirios y maldades,
con sus blancos guantes
y sus sucias dignidades.
Y nosotros, cansados,
hartos de llevar por su culpa los pies descalzos, la vida a rastras,
cantaremos al verles marchar la vieja canción
que se canta
cuando la victoria entra definitivamente en cada casa.
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