lunes, 5 de septiembre de 2011
No claudicar
Viñeta de Kalvellido
Podemos hacernos los tontos, podemos dar la vuelta a la realidad como un calcetín sucio, podemos quejarnos con asombro de los millones de muertos de sed o de plomo, podemos analizar las palabras dichas con deleite criminal, podemos salir a la calle con eslóganes correctos, podemos aullar, patalear, empuñar la furia, podemos escribir, cantar, señalar con el dedo de la indignación a los autores de alguna de las barbaries, pero a la bestia poco le importa.
Apenas somos un pellizco, apenas le impedimos continuar su camino, apenas le impedimos matar mientras morimos.
Sus armas poderosas mantienen quieta a la humanidad, cree que es imposible dar con el puño sobre la mesa si el hambre nos traviesa, si las mordazas o los cadalsos se multiplican, si vivimos crucificados por las deudas o la pobreza.
Pero sus poderosas armas no pueden contra quienes nada tienen, contra quienes defienden la esperanza, contra aquellos que viven para estrenar un mundo limpio.
Es cierto, la bestia sigue su camino trazado hace siglos, es cierto que sepulta los pueblos, que aniquila voluntades, que descuartiza la ternura de sabernos hermanos, hijos del mismo dolor, de la misma codicia, esto es cierto, como es cierto también que llegamos a la vida con rebeldía, que no nacimos para esclavos, si no que nacimos para usar la libertad como un desafío único.
Ese es nuestro destino, no claudicar pese a todas las armas, pese a toda esta industria de carne, cañón y nausea.
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