miércoles, 4 de mayo de 2011
La herencia
Viñeta de Kalvellido
Estos días me pregunto qué clase de mundo vamos a dejar en herencia.
Más allá de nuestras sepulturas quedará una tierra donde la violencia si va a acompañada de democracia, es un bien para todos los que respiramos.
Un mundo de esclavizadores y esclavos, un mundo bárbaro.
Y entre tanta confusión me pregunto también qué pasara con las banderas, con sus cadáveres, con todos esos pueblos que son pasados a cuchillo diariamente en nombre de extrañas libertades, de justicias raras, de falsas intenciones de salvapatrias.
Y debo decirlo, siento que dejaremos un legado de nausea, que el futuro que llega, trae a rastras demasiada barbarie.
A la vista de todos está que muchas democracias hoy son abiertamente asesinas, exhiben impúdicas, grotescas, su falta de humanidad y hacen creer a quien quiera creerlo que lo hacen en nuestro nombre.
Esto sucede ahora mismo, los imperios se disfrazan, las palabras se adulteran y este lugar que debiera mejorarlo la historia empeora irremediablemente.
Por todo esto, me pregunto, ¿qué será de los que vienen?, ¿cómo haremos para que hereden la canción o la esperanza?, ¿de qué manera redactaremos el testamento que reparta la alegría o la rabia?, ¿cómo explicaremos esta memoria de mentiras, de reiterados daños, de inmensos latrocinios?, ¿cómo deletrearemos “democracia”, sin mancharnos de sangre los labios, sin mancharnos los sueños?
¿Cómo no avergonzarnos desde la tumba de este mundo mal parido, mil veces violado, mil veces masacrado?
¿Cómo haremos para que la rebeldía asome iracunda en la tierra y detenga gota a gota la sangre que se derrama en nombre de las democracias?
¿Cómo haremos esto sin que nos duelan los fracasos, sin que nos duela la muerte, sin que nos duela esta vida de carne, cañón y hambre?
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