Viñeta de Kalvellido
Dicen que los que están con el agua hasta el cuello no pueden agachar la cabeza.
Por lo visto no todos nos damos cuenta de esto.
No todos sentimos que si miramos dóciles hacia el suelo nos hundiremos irremediablemente.
El panorama no puede ser más desolador, las leyes se suceden una tras otra para arrancarnos, como si fueran huesos, nuestra dignidad, una tras otra caen igual que látigos para prohibirnos la libertad de decir, de pensar, de movilizarnos, de enfrentarnos a ese poder siniestro que está como nunca más ávido de explotarnos, de reducirnos a la nada.
El propósito es convertirnos en meros objetos que son consumidos mientras consumimos vorazmente.
Deshumanizarnos, hacer de nosotros esclavos modernos, estúpidamente risueños si tenemos llenos los bolsillos, invisibles cuerpos que no sirven si respiramos miseria, enfermedad o rebeldía.
Que dejemos de contemplar la realidad, que vivamos el delirio infame de esperar que algún día todo cambie, mientras a nuestro lado las mujeres, los hombres, caen podridos de desesperación, de hambre.
Esta es la verdad que tenemos entre manos.
Detrás de esta verdad los pueblos no pueden quedarse dormidos.
Todos estamos con el agua hasta el cuello, si agachamos la cabeza una vez más, nos hundimos.
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