domingo, 25 de julio de 2010

Los pesimistas

Viñeta de Kalvellido

Los pesimistas convierten en cadáveres las ideas.
Cavan fosas a los sueños,
callan las canciones.
No les interesa la luz, no sabrían que hacer con ella.
Entretienen los días contando los llantos pero ignoran los partos.
Los pesimistas, hombres y mujeres rendidos a la realidad, hombres y mujeres de hombres caídos, de mirada lánguida, de manos flojas, hombres y mujeres sumisos que ni ríen ni cantan.
Turbios y cabizbajos rumian su negritud, comparten el tedio de su existencia ignorando criminalmente que millones de seres humanos necesitan, les urge que todo cambie.
Los pesimistas, estorbos en el camino, mercenarios de la esperanza, torpes conversadores que rezan resignados para que la realidad siga igual.
Pero no he venido a estas líneas a reclamar la cómoda alegría de los que no se cuestionan nada. No reivindico en estas líneas la alegría de los necios, la de aquellos a los que siempre les va bien, la alegría de los que se balancean risueños y van de aquí paz allá, dando gracias por llevar a los dioses o al destino haciéndoles cosquillas entre los muslos.
No.
Yo reivindico esa otra alegría, esa que es un triunfo sostener en alto. La alegría de saber que un día la veremos crecer desafiante en cada en cada uno de los nombres.

Esa alegría que camina fuera de la vida y sueña con llegar un día al fondo e izar sin miedo su bandera, esa alegría que se resiste a ser expropiada, que tiene una salud excelente, que jamás baja la voz, que mira siempre de frente.
Nuestro horizonte más cierto es saber que la alegría parirá un mundo nuevo a espaldas de los que se empeñan en lo contrario.
A espaldas de sepultureros de risa fácil y mirada amarga.

2 comentarios:

  1. Nuestra alegría y nuestra risa no son las de los estúpidos y superfluos que ríen para así cumplir el papel que exige la comedia, si no que nuestra alegría se fundamenta en la esperanza de un mundo mejor, mundo mejor que vamos construyendo en el día a día, con el compromiso, la solidaridad y la lucha desde nuestro espacios cotidianos.

    Silvia, solamente y con todo respeto, permíteme hacerte una observación en forma de pregunta: ¿Cuándo dices, “Turbios y cabizbajos rumian su negritud”, no crees que con ese término negritud se refuerza sin querer – se que no lo utilizas con esa intención – un vocabulario racista y excluyente?

    Abrazos.

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  2. si, tienes toda la razòn con la palabra "negritud", la desterrarè de ahora en adelante, gracias Favio, un abrazo,

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