lunes, 30 de diciembre de 2019

Urte berri on 2020



En unas pocas horas terminará el año.
Haremos como siempre: caminar un paso, es decir, un segundo, para alcanzar el otro lado del espejo y vivir otros doce meses la ilusión de que quizá con nuestro brindis conseguiremos 365 días de armisticio.
Pediremos salud, dinero, amor, trabajo como si fuera posible conseguir algo de esto con un chasquido o un guiño a un dios cualquiera. Como si con sólo desearlo fuera posible un mundo nuevo o al menos más equilibrado.
Disculpen que sea una aguafiestas, pero yo miraré el calendario que se estrena con la misma desolación con la que miro el viejo; sin pedir deseos, sin cruzar los dedos, sin pensar que, con la ayuda de espectros, de fantasmas, de diositos de tres al cuarto mejorará la existencia de todos.
Porque sólo está en nosotros la solución al gran enigma de la vida, no es tan complicado, se trata de Justicia.
De justicia con mayúsculas, universal, cotidiana, de andar por casa, justicia colosal, a dentelladas, a sorbos, de un trago, justicia repartida como el pan o las semillas, justicia guerrillera, justicia que recuerda, que libera. Justicia que respira en las escuelas, que transpira en el tajo, que se muere en las alcobas con enfermos desahuciados.
Justicia sedienta de paz que no deja impunes a los violadores, ni a los corruptos, ni a los asesinos en serie que bombardean refugiados, que aniquilan indígenas, que tirotean estudiantes y los desaparecen.
Justicia edificada por los hombres y mujeres libres. Por nosotros. Ahora mismo.
Sin relojes, sin ofrendas. Con razón y con conciencia.
La vida es cosa sólo nuestra.

 Urte berri on 2020.

domingo, 22 de diciembre de 2019

Antifascista hasta la muerte



Es posible que haya quien muera sin estremecerse ante el charco de sangre en el que se ha convertido el Mediterráneo,
es posible que haya quien desmienta que hay esclavos en invernaderos muriéndose de sed a los pies de sus amos.
Es posible que desprecien a los niños y justifiquen las bombas en sus patios.
Es posible que no vean cómo enferman sin hacer ruido para que no los detengan.
Es posible que digan que huelen, que roban, que violan, que venden droga.
Es posible que entre todos nadie diga que tienen derechos, que merecen pan y abrigo.
Es posible, muy posible, que en cada uno de nosotros viva un fascista susurrándonos alegre y confiado ideas como estas.
Frases casi hechas que al menor descuido soltamos en la barra del bar, en el supermercado o esperando al médico sin que una mirada reprobatoria nos haga caer en la cuenta del laberinto en el que nos estamos perdiendo.
Pensamientos que repetimos como una oración que nos salva de los dioses extranjeros, de las pieles oscuras, de esos ojos que nos miran sin parpadeo, que nos preguntan calladamente cuál es la diferencia entre ellos y nosotros si sólo vivir queremos.
Entiendo que mirarnos en este espejo es feo.
Que ver en nosotros a este monstruo que crece y persevera es una mala noticia.
Cuidémonos entonces, vigilemos de cerca nuestros pasos, atemos en corto esas ideas que hilvanan patrias y banderas.
Mis límites son muy claros:
dentro o fuera de mis pensamientos,
dentro o fuera de mis fronteras,
a este o al otro lado del mar.
ayer, ahora y mañana,
antifascista siempre
antifascista hasta la muerte.

jueves, 5 de diciembre de 2019

Entre el yugo y el salitre



Los poemas que componen este libro fueron escribiéndose en la misma carretera donde los fascistas masacraron 82 años antes al pueblo que huía.
Cuentan el desgarro andaluz, intentan sumar su voz a otras voces, suman versos a otros versos que fueron escritos antes cuando el silencio era grave y todo estaba prohibido.
Son poemas, que no me pertenecen. Son de Málaga, de Salobreña, de Nerja, de El Ejido, de Almería... Son de todos esos lugares por donde nuestro pueblo caminó escapando de la muerte que los perseguía.


http://silviadelgadofuentes.blogspot.com.es

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MÁLAGA

Como lluvia que no cesa fueron llegando
hasta inundar parques, plazas, catedrales.

Fueron llegando gota a gota,
de otros pueblos, de otros campos, de otras ciudades.
Lastimados por el hambre,
castigados por la violencia de la que es capaz el ser humano,
sentenciados a otra vida entre el exilio y los harapos.

Fueron llegando a otro cielo raso de cordura,
a otras bestias apuntando a los cráneos de quienes,
desarmados, vivir sólo querían.

Fueron llegando como una lenta profecía del éxodo de después,
de los crímenes de después,
del llanto inacabable que después sucedería.

Fueron tantos que improvisaron su cobijo
bajo las estrellas humeantes de enero
en aquel invierno azotado por los fascistas.

Fueron tantos que apenas comían,
que apenas dormían porque las tripas eran insomnes,
porque los niños tiritaban febriles y azules
porque también había quien moría callando su agonía.

Fueron tantas orfandades errantes por las calles,
andrajosos, demacrados,
con la mirada fantasmal de quien ha conocido la barbarie
que si no los recordamos seremos cautivos de un pasado
que nos escupe y amenaza.

Porque no tuvieron descanso ni en el fondo de su abismo,
con su sobrecogedora indigencia,
con el mismo pecho atribulado
se vieron obligados a huir de nuevo.

Otra vez huyendo deprisa,
otra vez con la tumba a hombros,
otra vez los mismos cabrones detrás de sus pasos
tirando a matar a las presas más fáciles.


Entre el yugo y el salitre", de Silvia Delgado.

15x11 cms, 76 páginas, 5,5 € (envío incluido).
Edición limitada de 200 ejemplares.
Pedidos: reflectorlibros ( en ) gmail -punto- com.
http://librosreflector.blogspot.com/…/entre-el-yugo-y-el-sa…
Para adquirir este libro en pdf adaptado a lector-e:
https://librosreflector.bandcamp.com/…/entre-el-yugo-y-el-s…
Y por supuesto, a la autora:
https://www.blogger.com/profile/11261250633625578942

miércoles, 4 de diciembre de 2019

Compañeros andaluces



Compañeros andaluces, nombres anónimos que a pie de calle ondeáis la bandera del antifascismo:
He apretado vuestras manos como se aprietan las ideas que se llevan hasta la muerte.
He caminado a vuestro lado por esa tierra emputecida tan llena de injusticias y he compartido palabras y vino en tardes que nunca terminan.
He comprobado que vuestro coraje no se desgasta con los años si no que se estrena una y otra vez con cada día.
Os he visto en el arte, en la literatura, en el cante.
Os he visto arañando la memoria de los asesinados.
Os he visto solidarios con el inmigrante, solidarios con otros pueblos, de frente frente al imperio.
Compañeros, la lengua bífida del fascismo se reestrenó en vuestro parlamento, bajo vuestro mismo techo, pero podía haber sido bajo el nuestro.
Nada nos separa.
Siempre hubo, en todos los lugares, esclavos contentos que a pesar de su hambre besan los pies de quienes tienen en propiedad el suelo, el cielo y el aire.
Compañeros antifascistas, hombres y mujeres de bien que nunca claudicáis: hoy necesitamos el pecho frío, el puño alzado, las venas ardientes y esa lucha solemne y ejemplar que asciende desde las raíces por toda Andalucía.

lunes, 2 de diciembre de 2019

A oscuras



Yo nunca imaginé que iba a ser poeta. Las niñas nunca fantasean con cosas así.  Piensan en ser enfermeras, veterinarias, maestras, ingenieras, costureras…Apenas tienen tiempo de estremecer su edad con otra cosa que no sean sus amores prematuros.
Las niñas tienen prisa por encontrar su lugar en el mundo porque lo imaginan suave y perfecto, por eso yo nunca me imaginé poeta, porque aceptarse como tal implicaba vivir en medio del desaliento, implicaba morir en cada muerte injusta, recordar en cada olvido, tener siempre muy presente que el silencio hace el camino a la barbarie de nuestro tiempo. Implicaba ejercer de infeliz a jornada completa y yo también quería ser princesa.
 Por eso crecí ajena a la poesía, alejada del llanto que crece y crece agudo y desgarrado desde lo más frágil: la pupila de los niños  y de los viejos.
Hoy ya adulta, me miro en el espejo y veo a la mujer poeta, acepto mi montón de huesos y de versos, mi piel menos tersa y menos ductiles mis poemas,  miro más allá de esta imagen que devuelve mi realidad caduca y recuerdo aquella niña que sólo soñaba con su reino diminuto, con sus amigas imaginarias, con el porvenir dibujado en las paredes de la escuela.
Hoy me asomo al mundo para escribir un poema y no sé dónde parar en seco mis palabras, no sé dónde fijar mi mirada, no sé qué es lo que más urge, ni cómo verso a verso, puedo detener las dentelladas.
Y me quedo callada, a oscuras, en silencio y llegan hasta mi casa los gritos chilenos, los nombres bolivianos, me atraviesa el dolor agudo de las madres africanas y sigo en mi cuarto volviéndome loca de tanto revés y tanto dar la espalda.
Y nada alumbra este rincón desde donde escucho golpear los cuerpos y cerrar las celdas y nacer para morir en mitad del mundo.
Y nada pueden unos jodidos versos para conspirar y vencer, para deletrear las victorias, para cantar las canciones justas de los justos ideales. Nada pueden unos jodidos versos porque el enemigo ya come de nuestra mano, ya se vistió con nuestros andrajos, ya camina firme y vitoreado con su brazo alzado.
Y yo sigo volviéndome loca, escribiendo poemas en series de veinte,
arañando la verdad con mis palabras urgentes.
Y sigo a oscuras soñando a veces con aquella niña que no tenía espejo y nada sabía de versos.