sábado, 24 de diciembre de 2016

Urte berri on 2017


Despedir este año tiene sabor amargo:
Detenciones, encarcelamientos a destajo, periodistas acorralados.
Cantantes, poetas, titiriteros… en la mira de una ley que ata en corto la libertad de expresión.
Las calles vacías. Vigilan.
Vigilan internet y las mezquitas.
Vigilan los viajes, la ropa, las propiedades.
Fotografiar a los alguaciles es punible.
 Denunciar a la monarquía es punible.
 Organizarse en rebeldías, desear ser soberanos, ser joven, ser extranjero, enseñar las tetas…. es punible.
¿Y la palabra?
 Deshidratada.
¿Y la justicia?
A la derecha de dios y de la patria.
¿Y la libertad?
Con las alas atrapadas.
 “El show must go on”
Unos cuantos de nosotros aparentaremos alegría, brindaremos por el tiempo que ha pasado y por el nuevo que llega, nos abrazaremos de buen rollo, tendremos lugar para los buenos recuerdos, las buenas infancias, las victorias cotidianas y pensaremos en medio de todo, que, si hay amor, aún todo es posible.
Pero en la intimidad de nuestro corazón una voz de mujer cansada nos cuenta que casi lo hemos perdido todo.
Nos habla del porvenir y de la sal, de dioses que desfiguran las vidas, de esa agonía de mal morir en el infierno, de mansedumbres esparcidas por los pueblos que ya ni cantan ni se quejan.
En definitiva, esa voz de mujer cansada quiere explicarnos que nada somos ni seremos sin palabras, sin memoria y sin conciencia.

Zorionak eta Urte berri on 2017.

jueves, 22 de diciembre de 2016

Las mentiras


Naufragamos en un océano de información donde la mentira es lo que mantiene a flote cada palabra, cada imagen, cada declaración.
Mentiras disparadas a bocajarro contra la población que se posiciona en uno u otro lado, ignorando que la verdad quedó allá donde nació el interés de dominar las fronteras y las riquezas.
Centramos la atención allá donde nos dicen: hambrunas esporádicas, guerras puntuales, mares de refugiados que desaparecen, salva patrias democráticos que de pronto se convierten en tiranos, terroristas esparcidos por todos los continentes, catástrofes climáticas, prostituciones varias, corrupciones globalizadas y vamos fijando la mirada y la opinión según nos mandan.
Pero detrás de todo esto queda un mundo cada vez más a la deriva, un mundo donde unos pocos depredan los recursos y la vida.
Es la guerra.
Y no hay victorias. La muerte siempre es un fracaso.
Observar la realidad es quizá la peor manera de adentrarse en el pesimismo.
Encontrar la verdad limpia de sangre es cada día más difícil.
                                                              ………
Siria hoy pelea por no ser otra muesca en el revólver de los imperios.
Nos quieren justificando el horror que han patrocinado allí.
Nos quieren señalando a los refugiados como si fueran alimañas.
Nos quieren clamando por el tutelaje de los más salvajes que manejan la economía a su antojo y esquilman las vidas.
Nos quieren presos del mismo miedo que fabrican.
Por todo esto desde aquí, desde este pequeño país en el que vivo, miro el mundo y me pregunto ¿podremos mañana, cuando tengamos toda la verdad sobre la mesa, cuando se detallen minuciosamente las cifras de muertos, de mutilados, de desperdigados, de traumatizados, de encarcelados, podremos insisto, aceptar que todo eso fue posible porque nuestra obscena credulidad nos convirtió en impasibles?
Repetir la mentira, esa es la consigna.

Después inventarán otro enemigo que aceptaremos como si fuera también nuestro y la historia se repetirá hasta el fin de los tiempos.

martes, 13 de diciembre de 2016

Disimulemos la tristeza


Para Lia Bruno

Disimulemos la tristeza
que no vean las sombras pegajosas que acobardan nuestro aliento,
que no vean la hiel en cada sorbo de leche,
ni el llanto que se distrae al observar a los cautivos de dios y del salario.

Que no vean la cabeza asediada por memorias incompletas,
que no vean que, a veces,
la pena es un vomito compartido,
que no vean que existimos como pájaros confusos
en un cielo que ignora cada estrella.

Disimulemos la tristeza,
escondámosla bajo la piel ,
bajo las armas,
bajo el amor que nos da confianza.

Disimulemos la tristeza,
que no sepan que a ratos ganan,
que a ratos caemos de sus altares
sin gracia ni esperanza.

Que no vean, Lia,
que de vez en cuando
tan sólo  nos queda el sabor de las lágrimas.