sábado, 31 de julio de 2010

Una pìldora



Una píldora para soñar,
Una píldora para reir,
Una píldora para follar,
Una píldora para el dolor,
Una píldora para recordar,
Una píldora para comer,
una píldora para viajar,
una píldora para esto y aquello y lo de màs allà,
para vaciar los cerebros,
los corazones,
las lenguas.
Una píldora mágica
que nos acostumbre a vivir en precariedad,
que nos convierta en piedras,
que nos haga ciegos a las cadenas.
Una píldora que nos haga creer que es primavera,
que nos dibuje sonrisas en las calaveras.
Una píldora para los pobres, para los subversivos, para los que se dan cuenta,
para que no tengan conciencia,
para que pongan el lomo
y no les duela.
Una píldora, azul, blanca, amarilla
Una píldora para tragar todos los dìas,
Una píldora que nos muera.

Poema del libro inèdito "Los partos de la bestia"

viernes, 30 de julio de 2010

El poder

Viñeta de Kalvellido

El poder, ¡ay el poder¡, tifus de la historia.
El poder, bestia entre las bestias.
El poder,
que absorbe las naciones,
las memorias,
que se alimenta de traiciones.
El poder, con todas sus costras, sus denteras,
exige que lo manoseen,
que lo engorden
que lo balanceen .
El poder pegajoso, pestilente, asesino,
el poder cìnico, corrupto, mercenario.
El poder siempre quieto en las mismas manos,
El poder sediento.


El poder con su industria de exterminios.
El poder a secas,
el de la colonización antigua y la moderna,
del bigote y la sotana y la patria por bandera.
El poder del golpe, la guillotina, el cheque en blanco,
el poder de los que hablan en estrados,
en púlpitos,
en mercados.
De los que escriben con tinta invisible los llantos de la tierra.
El poder sin códigos,
sin decencia.
El poder sombrío,
el poder que nunca da tregua.
El poder que nos mastica sin dejar huellas.
Maldito.
En estos versos,
con este canto,
escupo en tu frente,
te arranco los huesos,
y los convierto en ceniza.
Aquí, ahora mismo,
por los siglos de los siglos
yo te maldigo.

jueves, 29 de julio de 2010

Yo ya no recuerdo


Imagen de La rata gris.

Yo ya no recuerdo como era el mundo antes del 11 de septiembre de 2001.
Creo que la mano dura era un poco menos dura.
Recuerdo que no había tantos lugares explosionando , que el orden era un poco más desordenado.
Recuerdo que no había leyes que llevaban tan masivamente a las cárceles, ni a la tortura.
Ni me encontraba vigilantes a cada paso, ni ojos descomunales, ni guardaespaldas hambrientos de carne.
Recuerdo que mi intimidad no era pública, que yo no era sospechosa por tener alguna idea, que no vivíamos en esta guerra de silencio y miedo y miedo y silencio.
Ese día se paró en seco la humanidad.
Rompieron las arterias de la libertad, nos bombardearon con mentiras, nos fumigaron con terror, nos asediaron y en medio del dolor entero se repartieron la tierra.
Recuerdo que aquel día inventaron extrañas fronteras, extraños enemigos, extrañas excusas para los genocidios.
Recuerdo que aquel día, viendo el derrumbe completo, pensé que empezaba un nuevo tiempo, aún más embrutecido, aún más violento.
Un tiempo de horror inmenso.
Y pensé que había llegado la hora de utilizar nuestras armas de construcción masiva: los sueños, las utopías.

miércoles, 28 de julio de 2010

En esta inmensidad

Viñeta de Kalvellido

En esta inmensidad es difícil izar el corazón como bandera.
Es difícil poner la ternura sobre la mesa.
Es difícil mirarnos a la cara entra tanta calavera.
En esta inmensidad las tardes caen, caen las ideas, caen los cuerpos, caen los pueblos.
En esta inmensidad de labios gastados, de memorias abrasadas, de rodillas ásperas apenas unos cuantos rompen a cantar, apenas unos cuantos nos dan el santo y seña, apenas unos cuantos llevan en sus manos la primavera.
Y nos dicen que les sigamos, que pronto las casas dejarán de estar muertas,
que pronto la decencia se levantará en armas.
Ya se tambalean, dicen, los pilares de la codicia,
ya tiemblan,
ya agonizan las bestias.
Pronto, muy pronto, en esta inmensidad que cercena el abrazo, podremos entrar a saco, abrirle las venas y dejar que se derrame la justicia por toda la tierra.

martes, 27 de julio de 2010

Los fabricantes de la violencia

Viñeta de Kalvellido

Me sorprendo muchas veces pensando en la brutalidad de este tiempo.
Muchos dicen que la violencia nace intramuros y va extendiéndose, como el tifus, más allá de nuestras casas, más allá de las fronteras.
Yo pienso que ocurre lo contrario, que la violencia que genera la violencia cotidiana, la que nos hace levantar el puño en la mesa o pegar la patada al perro o empujar al niño o gritar a la empleada de hacienda, se da precisamente porque respiramos violencia por todos los costados, violencia legalizada, amparada por las leyes, esa violencia firmada con seudónimos, nombrada con eufemismos.
Siniestra herencia de la historia
Como si fuera normal e inevitable que la humanidad sea un puñado de bestias, pasamos de una masacre a otra, de una guerra a otra, de un asesinato legal a otro, de una fosa común a otra, vamos de los tribunales, a las enfermedades , de la hambruna ,a la miseria, de los gobiernos abiertamente genocidas hasta los gobiernos demócratas igual de genocidas, de la tortura a la horca, del desempleo a los desahucios, de la emigración al analfabetismo, de la represión a la alienación.
Y así las cosas respirando toda esta mierda, respirando a cada paso deudas, impunidad, saqueo, interiorizando que somos productos de mercadería, de venta al por mayor, deshumanizándonos para ponernos a la venta, arrancándonos el corazón, envasándonos al vacío, explotándonos, golpeándonos… a veces, llegamos a nuestras casas vulnerables y el grito, la patada es repetir lo que desde siglos llevamos tragando.
No quiero debilitar con estas palabras la responsabilidad de cada uno de conseguir dominar a esta bestia, no es mi deseo justificar el terror que se esparce silencioso en algunos domicilios.
No.
Todo lo contrario, considero un desafío no usar las mismas armas que nos aniquilan.
Mi deseo es no mirar la realidad con ese ojo que salva y bendice a los causantes del exterminio.
No estoy tuerta.
Mi empeño es llamar a las cosas por su nombre.
Y hasta el momento, políticos, mercaderes, banqueros, fabrican en serie casi todas las violencias que existen.

domingo, 25 de julio de 2010

Los pesimistas

Viñeta de Kalvellido

Los pesimistas convierten en cadáveres las ideas.
Cavan fosas a los sueños,
callan las canciones.
No les interesa la luz, no sabrían que hacer con ella.
Entretienen los días contando los llantos pero ignoran los partos.
Los pesimistas, hombres y mujeres rendidos a la realidad, hombres y mujeres de hombres caídos, de mirada lánguida, de manos flojas, hombres y mujeres sumisos que ni ríen ni cantan.
Turbios y cabizbajos rumian su negritud, comparten el tedio de su existencia ignorando criminalmente que millones de seres humanos necesitan, les urge que todo cambie.
Los pesimistas, estorbos en el camino, mercenarios de la esperanza, torpes conversadores que rezan resignados para que la realidad siga igual.
Pero no he venido a estas líneas a reclamar la cómoda alegría de los que no se cuestionan nada. No reivindico en estas líneas la alegría de los necios, la de aquellos a los que siempre les va bien, la alegría de los que se balancean risueños y van de aquí paz allá, dando gracias por llevar a los dioses o al destino haciéndoles cosquillas entre los muslos.
No.
Yo reivindico esa otra alegría, esa que es un triunfo sostener en alto. La alegría de saber que un día la veremos crecer desafiante en cada en cada uno de los nombres.

Esa alegría que camina fuera de la vida y sueña con llegar un día al fondo e izar sin miedo su bandera, esa alegría que se resiste a ser expropiada, que tiene una salud excelente, que jamás baja la voz, que mira siempre de frente.
Nuestro horizonte más cierto es saber que la alegría parirá un mundo nuevo a espaldas de los que se empeñan en lo contrario.
A espaldas de sepultureros de risa fácil y mirada amarga.

jueves, 22 de julio de 2010

Escribir es otra manera de aullar

Viñeta de Kalvellido

Escribir es otra manera de aullar.
Permitir que el silencio anide con sus pájaros negros en el corazón de los poetas es morirse.
Yo no quiero que me llegue esa muerte, ese triste viaje sin retorno hacia la indiferencia.
Poe eso busco incansable la palabra exacta, esa que explique con todo el horror de su voz que estamos respirando solo gritos, sólo ceniza,
Quiero sumar letra a letra, sílaba a sílaba, para decir con precisión que el pan bajo el brazo no es cosa del presente y tampoco lo fue del pasado, que la violencia y su lepra, la violencia y sus saqueos, la violencia y la avaricia, la violencia y sus nombres y apellidos, la violencia y sus banderas, la violencia vieja y la nueva y la que está sin estrenar, la que resbala lenta entre mi gente, la que se derrama en la selva, en las ciudades, en los pueblos, en las conciencias, en las calles, la violencia de la mordaza, de la picana, de la bolsa, de las uñas reventadas, todas estas violencias son los partos de la misma bestia.
Quiero decir esto en mis versos, no callar, no coser mis labios, no poner a dormir el corazón sobre sábanas de Holanda, no cerrar los ojos por dentro y tirar la llave lejos, no silenciar la brutalidad de nuestro tiempo.
Si callo que los muertos se amontonan. Habré muerto yo también con todos ellos.

Por todo esto reivindico el aullido como única herramienta en mis poemas y me declaro intolerante con aquella poesía que calla el crimen, y al callarlo, lo alimenta.
Ojalá mañana pueda retirarme a escribir versos onanistas, ojalá pronto la realidad sea un lugar apacible preñado de justicia, ojalá esto suceda pronto pero mientras no ocurra, mientras no caiga hecha añicos la impunidad yo seguiré con estos alaridos, con este dolor de vivir en un mundo donde la codicia reina arrogante en medio de los cadáveres.

martes, 20 de julio de 2010

Carcel

Imagen de Karla Frechilla

I
Pago la deuda de mi pobreza
muriendo la muerte lenta de las prisiones.
Quemo la mirada en patios sin horizontes
y acomodo mi poca vida
a un calendario
y alguna visita.

Apenas descanso,
los sueños son la nausea.
Solo cuento los días
como si pudiera así,
con los dedos,
apresurar su paso,
como si pudiera así
abrir la puerta
cruzar la noche
y huir,
huir,
huir,
huir gritando mi libertad a las estrellas.

II

Llevo el dolor a hombros
soy la madre de un preso.
Pago su pena con mi pena,
su condena es mi condena.
Llevo el dolor a hombros
y lo escondo para que no lo vea.
Aprieto los huesos
cuando de tarde en tarde
veo sus pestañas abrasadas de tanto llorar pa dentro.

Llevo el dolor a hombros,
mi hijo, es un hombre preso,
un ladrón, quizá,
quizá un asesino a sueldo,
pero es mi hijo
y su castigo
es mayor castigo en mi cuerpo.
Llevo el dolor a hombros y nadie parece verlo.

III
No aprendió a vivir fuera de las rejas.
fue tirando del hombre hecho pedazos
y no pudo derramar su vida más allá de los muros.
Los recuerdos le devolvían al principio,
al día que murió en parte o todo
al día que dejó crecer la pena
como crece el musgo entre las piedras.

No aprendió a vivir más allá de las rejas,
siglos contando los días
a la sombra de los pájaros
hicieron de él un ser
extraño a su humanidad
extraño a la humanidad que tan pronto castiga
como bosteza.

Poema del libro inèdito "Los partos de la bestia"

domingo, 18 de julio de 2010

Terror


Viñeta de Kalvellido

I
Tengo miedo.
El miedo que yo tengo
quiere que me esconda entre sus muslos,
que lo lleve bien clavado en el aliento,
que no insista verso a verso.

Este miedo,
el que yo tengo,
reza en voz alta
su plegaria de espejismos
para desnucar de una vez
la gloria de mis gritos.

Este miedo,
el que yo tengo,
quiere que me rinda a sus delirios,
que el papel, la voz, el puño erguido,
sean polvo, sean nada
y así, uno a uno,
hombro con hombro,
hagamos del terror
un único y silencioso destino.

II
Los poetas también tenemos miedo,
no todo el tiempo pero lo tenemos.
Tememos dar la espalda,
llegar tarde,
quedarnos en la orilla.

Tenemos miedo, si,
debemos decirlo hoy,
ahora mismo.
Tenemos miedo en este invierno
donde las alas no existen,
sólo existen las heridas.
Miedo, miedo, sí.
Miedo a este tiempo lento que agoniza,
miedo a la mudez de la rutina,
a la palabra en ayunas,
desnutrida.
Miedo, si,
a llenar de polvo la memoria,
a dejar un rastro de ceniza,
a morir cantando para adentro,
a gastar la vida con silencios.
Tenemos miedo, si,
porque sabemos que allá donde el terror
nos respira
estamos solos,
no vamos contigo.
Y entonces, los poetas,
de nada servimos

III

Que se vaya mi corazón,
que se vaya pronto,
que me deje a solas
con este temblor en los huesos.

Que se vaya mi corazón
que me deje con esta nausea
de estar en la vida, ciega.

Que se vaya, si,
que no merezco tenerlo cerca,
que no habrá corazón que resista
tanta tristeza a secas.

Que se vaya,
que se vaya deprisa,
que no quiero verlo morir
entre mis letras.

Que se vaya, que lo cuelguen de las estrellas
que apaguen la luz para verlas,
lejos, muy lejos de la tierra.

Poema del libro inèdito "Los partos de la bestia"

lunes, 12 de julio de 2010

Gù- gù

Imagen de Laratagris

La realidad vomita argumentos reducidos al absurdo que parecen más bien dirigidos a gente con cráneos deformados, parten de la premisa de que somos menores de edad.
La cosa viene de tiempo atrás, deduzco que esto tiene que ver con el empecinamiento desde órganos poderosos de convertir la cultura, el conocimiento, en algo amorfo que se compra y se vende.
Y así las cosas, desapareciendo las ideas que germinan otras ideas, vamos quedando en este estado de aborregamiento, vamos dejando de mover las conciencias. Es mejor que estén quietas.
Y así las cosas mucho circo, poco pan, robo de palabras, saqueo, borrón y cuenta de nueva de figuras relevantes, nada de poesía, nada de canción que levanta el puño, financiemos la edición de libros que no rozan los esquemas sobre los que se sostiene el poder, callemos con indiferencia las voces disidentes, pongamos tele, futbol, hagamos lugares de entretenimiento donde manadas de seres humanos, gasten, gasten, rían, rían.
Y así las cosas, vamos arañando sus pensamientos, vamos dejándolos en estado vegetativo, prestos para el abordaje, para la esclavitud más lacerante que es la esclavitud del que no lo sabe y se pasea feliz alardeando de una libertad que no le asiste.
Por eso digo, el sistema, hábil siempre en todo tipo de estratagemas, conquista ya desde muy pronto a los jóvenes, les ofrece megaconciertos, les ofrece centros de ocio, les ofrece libros, drogas, evasiones puntuales y costosas donde no pensar, no decir, no detenerse un solo instante para reflexionar que el origen de su desahucio lo crean los de siempre, los que ya sin misterio fabrican los yugos.
De ahí viene que el discurso de los que tienen el poder del mundo en sus manos va dirigido a una sociedad a la que es mejor no permitirle alcanzar la madurez.
Y así las cosas, andamos por el mundo hipnotizados, respondiendo a los mensajes del amo tal y como han diseñado.
Y así las cosas es difìcil agitar los hombros a la sociedad, exigirle que despierte de su letargo.
Como digo, es difícil romper este muro que aísla a los individuos, que los obliga a vivir ajenos de sí mismos, que les impone una forma de vida absurdamente risueña. Terriblemente encadenada.
Pienso que los que estamos en esto de la cultura, los que no somos fabricantes, si no artesanos, los que nos empeñamos en mantener en alto nuestra libertad de decir, de pensar, los que seguimos en esta trinchera palabra a palabra, verso a verso, no podemos rendirnos, debemos seguir hombro con hombro con aquellos que hacen uso de su mayoría de edad, con los que imaginan un mundo de justicia, de alegría.
Tenemos la razón, el corazón, las palabras.
Con ellas todo es posible.

sábado, 10 de julio de 2010

Ignorancia

Viñeta de Kalvellido

I
Hacia donde partirán los pueblos sin letra,
tendrán un rumbo cabizbajo,
andarán a la deriva,
pueblos náufragos
sin luz en la tormenta.

Hacia donde irán las gentes
que desconocen el crujir de las ideas.
Hacia donde irán.

Serán pueblos temblorosos,
mansos pueblos sin gloria,
llevarán en brazos su destino hambriento
y de la mano del verdugo
comerán las sobras.
Si les dejan.

II
Pueblos cautivos,
pueblos vencidos,
pueblos de cerebros vacíos
que van olvidando pensar.
Pueblos que bostezan
pueblos intoxicados,
pueblos que viven huecos,
sin pestañear.
Pueblos embrutecidos,
viejos pueblos sin lamento,
pueblos somnolientos,
pueblos que prohíben preguntar,
pueblos desnutridos de letra y poesía,
pueblos menores de edad
que esperan que empiece el circo,
ese circo que les da risa
y entre risa y risa les roba el pan,
y entre risa y risa manda callar
y entre risa y risa encadena los pueblos
que ríen y ríen sin parar
y aplauden y aplauden
los presos del circo.
De ese circo que les arrancó la libertad.


III
Si perdemos la letra, el pensamiento,
si perdemos los libros, la memoria, los poemas,
si perdemos los abecedarios,
las dudas,
las preguntas.
Si dejamos que sean otros los dueños de la última palabra,
si perdemos esta brújula que señala el bozal, el yugo
seremos sólo polvo,
sólo brazos,
sólo espalda
llevando el futuro
a rastras.

Poema del libro inèdito "Los partos de la bestia"

jueves, 8 de julio de 2010

Los trileros

Viñeta de Kalvellido

La realidad está en manos de unos pocos trileros, finos especialistas en hacer desaparecer la bolita, que en unos casos es dinero, en otros casos es tierra, en otros es trabajo, casas, justicia, aire, semillas, lo que tercie. Son delicados prestidigitadores que nos entretienen con su ágil movimiento de manos, con sus palabras hechiceras y mientras hablan van vaciándonos hasta dejarnos sólo piel, sólo huesos.
Si observamos su timo inmenso vemos como los que más hablan, los que incitan al juego, los que ponen sus primeros billetes sobre la mesa, los que nos aseguran que la bolita existe, que la han visto, que sólo debemos estar atentos y esperar el momento preciso para averiguar bajo qué carta está escondida, esos son los que adivinan siempre el lugar donde se halla, los que ganan las primeras partidas, los que eufóricos, alegres, apuestan.
Y después, claro está se largan, dejándonos con lo puesto; deudas, desahucios, pobreza.
Saben que es un timo pero no les importa, y saben que nos llevarán a la bancarrota, pero no les importa, y saben que nos están despeñando pero no les importa, nunca les importa nada pues a la hora del reparto siempre salen ganando.
Ni siquiera se molestan en correr calle abajo cuando son sorprendidos, se quedan tranquilos continuando su juego asesino como si nada y los guardias les saludan amablemente, y detienen a los que desnudos alborotan para que les devuelvan lo robado, a los que hacen ruido porque no ven que este sea un juego cándido.
Entonces, la bolita, no es tan graciosa, ni los trileros son tan embaucadores, ya todo se convierte en amenazas, en mentiras, en mordaza.
Por eso yo de ahora en adelante voy a llamar a las cosas por su nombre; a los banqueros, trileros, compinches a los mercaderes y finalmente he decidido llamar a los políticos, sencillamente fulleros.
Y que me perdonen aquellos buscavidas que andan en los mercadillos cazando cautos por atribuirles su oficio a este puñado de criminales organizados.
Que me perdonen por el desprestigio.

miércoles, 7 de julio de 2010

Pena de muerte

I
Mañana moriré.
Moriré.
En medio de la locura, moriré.
En medio del vacío, moriré.
Cerrarán mis ojos secos
y olvidarán mi nombre.
Moriré,
pero no por eso el dolor dejará de derramarse con toda su violencia,
no por eso los hombres crudos enterrarán la espada ni el puño.
Moriré una muerte negra, pobre,
siempre amenazada.
Moriré la poca vida que me quedaba
y habrá sido, mi muerte,
otra más de las pobres vidas sentenciadas.

II
Que no les tiembla la voz, madre,
que no les tiembla,
que rompen el silencio grande
cuando dicen mi nombre.

Escúchalos,
dime qué dicen,
cuáles son sus razones,
por qué van a matarme.

Dime madre qué dicen,
que yo no entiendo al Hombre.
Ni sus palabras de metal
ni la muerte que reparten.

Yo no les entiendo, madre,
yo ya no entiendo al Hombre.

III
El tiempo se ha podrido en medio de la tarde.
Se ha parado en seco al escuchar los tiros.
Un cadáver tibio de metal, abre los ojos y a solas,
muere.

Son demasiados los que anudan la soga con deleite.
Demasiados los que disparan razones sobre cuerpos inertes.

Y yo no sé qué pueden cantar,
yo no sé qué sueños los delatan,
yo no sé en qué tinieblas andan,
Yo no sé qué dolores, qué recuerdos, qué temblores,
qué días amoratados,
qué silencios, qué barbaries,
qué códigos, qué puñales,
qué golpes, qué locuras,
qué cuerpos, qué denteras,
qué laberintos, qué rebeliones,
qué yugos atan los secos corazones
de los que defienden la pena de muerte.

Poema del libro inèdito "Los partos de la bestia"

martes, 6 de julio de 2010

Acoso laboral

Viñeta de El Roto

I

No coloqué gusanos en la harina,
ni escupí sobre la masa,
ni enfermé cada día.
Yo no olía a sudor,
ni a pocilga.
Simplemente no acepté el despido.
Y dije no,
yo no firmo.
Y dije no,
un “no” sencillo.
Y dije no,
yo no me rindo,
yo no me arrodillo.
Demasiados años sin domingo,
demasiadas manos calcinadas,
demasiadas fiebres trabajando.
No.
Yo no firmo.
Yo no regreso a casa
como un viejo va al exilio.
No.
Yo no firmo.
De nada sirve un hombre
que hace de la rendición su único estribillo.

II
Uno a uno fueron marchándose.
Se acercaban al borde mismo de la vida
con el armisticio del despido
y se bebían la última taza
y masticaban el último pan
convertidos en musgo,
en piedra,
en ceniza.
Los veía alejarse,
sin ser grito, sin ser queja, nada.
Los veía morirse en pie
mientras caminaban
hacia sus casas
con unas monedas,
unas plegarias y mucha,
mucha vergüenza.

II

Se quedó solo en medio del tiempo lento.
Se quedo solo,
de cualquier modo.
Se quedó solo,
con un silencio hostil
derramándose gota a gota,
con un temblor de niño sin regazo.

Solo.

Solo con su coraje.
Hasta que cayó de bruces el hombre
que prefirió el ayuno
antes que regresar a casa
atravesado por la humillaciòn
de una firma sin justicia.

Poema del libro inèdito "Los partos de la bestia"

lunes, 5 de julio de 2010

Lo que vale un peine

Viñeta de Kalvellido

“Un día de estos vas a enterarte de lo que vale un peine”, me dijeron hace unos días y no fue difícil averiguar el oficio del que vomitó esto.
Después seguí con mis asuntos, que no son otros que los de ser poeta en la tierra.
Y me acordé de tantos hombres y mujeres que aprenden el valor de esos peines y suman gritos a los gritos, y me acordé de aquellos que están en las cárceles aprendiéndolo con sangre.
Y me acordé de los que mueren y de los que enferman.
Y me acordé de las leyes criminales, de los jueces y de los fiscales.
Y me acordé, por dios que me acordé, de tanta gente que sin temor a conocer el precio de esos peines salen a la calle a agitar conciencias, de aquellos que son nuestro pulmón, nuestras arterias, de aquellos que con su coraje, con su entereza, van arañando verdad a esta realidad de mierda.
Pensé en todos y cada uno.
Y cuando pude sosegarme, cuando pude al fin poner nombres y apellidos a todos, cuando desterré el miedo, la amnesia y puse en su lugar los presentes, los pretéritos, entonces volví tranquilamente a mis versos, sin saber lo que vale uno solo de sus jodidos peines, pero sabiendo muy bien que yo ni me peino ni tiene mi silencio precio.

domingo, 4 de julio de 2010

Terrorismo


Viñeta de Kalvellido

I
No están todos los faunos dormidos,
acaso unos pocos, alertados,
disfrazan la noche de vigilia.
No están todos dormidos
ni están sus labios cansados
ni sus sueños dejan de ser deletreados.
No.
Cuando los lobos acechan
cuando aprieta el paso la manada
y una sed roja de siglos
seca los manantiales
rompen los faunos a cantar.

Porque no se pueden despedazar las canciones
como si fueran huesos frágiles
no se puede evitar que las voces
sean pan y sean peces.
Un puñado de lobos no puede
dejar sin primavera a los cantores.

No todos los faunos están dormidos, no.
No todos parpadean lentamente
hasta quedar deshabitados.
Unos pocos continúan alerta
mientras que los lobos aúllen cerca.

II

En nombre de qué dioses,
de qué patrias
convierten las palabras en ojos llenos de lágrimas.

En nombre de qué ideas
despedazan palabras
a golpe de espada y de guadaña.
En nombre de qué nombres
bajan los pulgares
para que empiece la matanza.

No se llaman faunos,
los faunos van descalzos.
No se llaman faunos,
los faunos solo cantan,
pertenecen a otra estirpe
a la de aquellos que no merecen lástima.

No se llaman faunos,
no,
son lobos,
oscuros lobos sin lámparas,
negros lobos sembradores de venganza.

III

Nuevas generaciones de lobos
conquistan la tierra y la yerman.
A su paso, las vidas amanecen sin huellas.

Nuevas generaciones de lobos,
lobos nacidos de tinieblas,
lobos rudos como piedras,
lobos bárbaros
lobos de mesa puesta.

Escuadrones de lobos preñados de violencia
que paren por los caminos terror a manos llenas.

Hay quien los alimenta,
quien deja en los portales para ellos
carne fresca
Pero yo sé que no son faunos
lo sé porque tiemblo si están cerca.
Yo sé que son lobos,
temibles lobos que acechan
yo sé que llevan colgando la muerte
esa muerte que tanto apesta.

Yo sé que no son faunos,
los faunos solo cantan.

Poema del libro inèdito "Los partos de la bestia"

sábado, 3 de julio de 2010

Un poquito embarazados

Viñeta de Kalvellido

Bajo esta piel de toro hay cárceles donde son suicidadas personas con nombres y apellidos y familia.
Bajo esta piel de toro las denuncias por torturas son estremecedoras.
Bajo esta piel de toro, podrida ya de siglos, se esconde una democracia en los huesos.
Y los tibios, los que nunca dicen esta boca es mía prefieren dejarla en ayunas, la prefieren flaca, anoréxica, moribunda.
A veces se les escucha murmurar cosas evidentes, que no comprometen, reciben aplausos y palmaditas en la espalda, buscan un lenguaje que acaricia los oídos castos.
Pero callan si toca señalar la podredumbre, esquivan la mirada, tuercen las palabras, desvían la atención y es frecuente escucharlos diciendo como si fuera algo malo, algo punible, que nosotros, los de este lado, somos radicales.
Y sí, porque si no se puede estar un poquito embarazada, tampoco se puede ser un poquito de izquierdas y entonces cuando se alborotan y dicen eso de los banqueros, de las oligarquías, que la crisis financieras las deben solventar las que la iniciaron, etc., etc., etc. pienso que están un poquito embarazados, no del todo, sólo un poco, un ratito embarazados.
Esto es lo que yo pienso, que llegan tarde, que mientras negaban comida a la democracia, hacían sus recuentos y ahora que la agonizante está en las manos de unos criminales, desean rescatarla, curarla, salvarla del desastre. Pero continúan estando un poquito embarazados, no quieren ver cosas importantes.