martes, 21 de julio de 2015

Los genocidios


Yo lo que veo es que a millones se les escapa la vida sin haber tenido una sola tregua, un respiro, un alto en camino.
Millones de seres humanos creen que la vida es eso que tiene entre manos, un sobrevivir a duras penas, un morir irremediable, un acoso en toda regla.
Los genocidios no son casuales, ni siquiera esporádicos, son  tan antiguos como el capitalismo.
Los genocidios tampoco son fulminantes, a veces son lentos, casi imperceptibles en el día a día, pero igual de sangrientos.
Sospecho que el mapa de la mortalidad en el Estado español modificará sus cifras, poco a poco, año tras año.
Los pueblos más al sur, morirán más y peor, estarán más enfermos, menos cultivados, los niños más desnutridos, los viejos más abandonados.
La mendicidad irá en aumento, las cárceles se harán más grandes o se hacinarán lo presos.
Los policías serán armados mejor pa contener la rabia, serán aun más impunes para el golpe y la bala.
Y este morir lento de los pueblos, esta agonía del futuro, se puede remediar, claro que se puede.
Pero no con las urnas.
 La democracia es la excusa pa seguir con la barbarie, pa legitimar el hambre, pa no cambiar el orden criminal de las cosas.
Basta ya de promesas.
Basta de shows televisivos, de twits anacrónicos, de postureo zurdo y malintencionado.
Hablemos de lo que importa.
De nosotros.
Hablemos también de la victoria de los condenados.
Hablemos de esa victoria tan urgente como necesaria.
Hablemos del mañana, joder, de la necesidad de proteger la vida de todos y cada uno, no en términos de democracias homicidas. No.
Hablemos del mañana, con palabras exactas de verdad y de justicia.

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