La verdad es que no me gusta escribir con la desesperación
como motor de estas letras.
Pero què quieren que les diga, pintan bastos y ni
siquiera entramos en el reparto de la baraja.
Perderemos este juego.
Ahora mismo, con los datos en la mano de malnutrición,
empobrecimiento fulminante, leyes de excepción y demás armamento de destrucción,
los políticos mínimamente responsables de izquierda deberían dejarse de tanta
palabra correcta, de tanta reunión, de
tanta campaña y gestos de victoria para salir a la calle con toda la rabia a
cuestas.
Si tuvieran un mínimo de responsabilidad y de compromiso,
las calles estarían llenas, no vacías por sus promesas, por sus eufemismos, por
sus mentiras a cara cubierta.
Me duele el cinismo y la cobardía.
Me duelen los dependientes, los niños con hambre, las
casas vacías.
Me duelen las servidumbres, la esclavitud con sonrisa y
cadenas transparentes, me duelen los desempleados.
Todo esto duele, señores políticos zurdamente airados.
Todo esto sangra. Todo esto sucede y ustedes limpian las urnas con limpiacristales
que la opacan.
Traicionan la vida. La dejan a merced de los de siempre,
la ningunean.
Ustedes saben, como yo lo sé, que nada cambiará si no es
por la fuerza de la dignidad, de políticos limpios que estén dispuestos a ceder
terreno para que sea ocupado por el pueblo trabajador emputecido y hambreado.
Ustedes saben que la democracia ahora mismo es una
palabra deslegitimada, podrida, que hay que empezar de cero.
Pero lo que quieren es llevar ventaja en la carrera
porque les puede el soborno del triunfo y sólo quieren llegar a la meta.
Y a nosotros que nos jodan, que nos jodan, que nos mueran.
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