Habrá mucha gente que al leerme pensarà que vivo anclada en
el pesimismo. No es cierto.
Solo miro la realidad tal cual está, sin analgésicos.
Creo que le mundo está sufriendo ahora mismo una transición.
Vamos hacia un lugar peor de lo que lo conocemos.
Pienso que poco a poco perdemos humanidad y salvo casos aislados y
heroicos, los pueblos no alcanzan a dar respuesta a las barbaries.
Son tantas que las normalizamos.
Normalizamos las hambrunas, las masacres, las epidemias.
Consideramos que la violencia es tan antigua y tan natural
al ser humano como el latido y vamos esquivando los golpes y el látigo.
Vivimos tiempos trágicos.
Lo natural no es esto.
No es natural pasar hambre, ni morir de enfermedades curables,
no es natural que nos suicidemos agobiados por las deudas, ni que los niños tengan
caries, andrajos o sarna.
Pienso que la transición nos llevará a un lugar donde será más
difícil abrir los ojos, donde la intensidad de la violencia uno a uno, será tan
enorme que apenas podremos mover los hombros.
No es pesimismo, es lógica de poeta. El capitalismo necesita
ahora más que nunca reordenar la tierra, los recursos, la mano de obra.
Necesita de todo el armamento pa asegurarse su
supervivencia.
La democracia tal cual la conocemos no es más que una
sirvienta arrodillada.
Pobre humanidad si no se levanta.
Pobres pueblos obligados a ser sólo brazos que trabajan, sólo
cuerpos que revientan, sólo máquinas que no se quejan.
Pobre futuro yermo de paz.
Pobre presente, en guerra sin darse cuenta.
No, Silvia, esto del presente no es una guerra, Ojalá lo fuese, ojalá las víctimas se defendiesen (y no sé si podemos). No, no es una guerra, Es una ignominiosa y abominable masacre.
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