Debes creerme cuando te digo
que nadie nos salvará salvo nosotros mismos.
Debes creer lo que escribo en esta tarde cautiva:
La crueldad nunca se despista,
trabaja a destajo aquí mismo
arañando la tierra que pisas
para que no puedas erguirte
y camines de rodillas.
Quizá estás esperando
que venga alguien a rescatarte
de la pobreza que respiras,
quizá estás esperando que venga alguien, quien sea,
a devolverte la casa, las fábricas
la paz, la paz, la vida.
Quizá estás aguantando la respiración, el frío, el frío,
sin aullar de miedo, de rabia, de ruina, de ruina.
Piensas que mañana llegarán
las promesas y podrás pasar lista
pero no será así, créeme.
Nadie se acordará de tu nombre
de tus lutos, ni de tu honradez limpia.
Nadie mirará la calle
donde puerta a puerta se pudre la alegría.
Nadie.
Créeme, no esperes.
Se olvidarán de ti, de mí, de todos.
Cree esto que escribo:
Nadie nos salvará
salvo nosotros mismos.
UNA VERDAD INELUDIBLE.
ResponderEliminarLA SALVACIÓN SERÁ UN PARTO.
NI DIOSES, NI PROFETAS. NI LOS EXTRATERRESTRES. DEBERÁ SALIR DE LAS ENTRAÑAS DE NOSOTROS MISMOS.