domingo, 2 de febrero de 2014

Mi pueblo

Viñeta de Kalvellido

Yo vengo de un pueblo pequeño.
Nacida entre gente sencilla, personas que a la madrugada iban al trabajo y regresaban y volvían y regresaban, año tras año, hijo tras hijo.
Casas con las puertas siempre abiertas donde se podía escuchar el crujir de la desesperación.
Vengo de ese pueblo pequeño donde el parque se llamaba “parque del amo”, al río, “río del amo” y donde algunos viejos aún se arrancaban la txapela para saludar al patrón.
De esto no hace tanto, tengo  46 años.
Pero también vengo de un pueblo pequeño que supo plantar cara.
Que se hartó de ceder el paso, de agachar la cabeza, y recuperó la dignidad con una huelga de hambre masiva que marcó nuestra infancia.
De aquellos barros estos lodos, allí, entre los hombres decentemente hambrientos, escuchándoles hablar, cantar, llorar, creo que nació mi conciencia.
Porque no había silencios en aquella lucha callada.
Porque todo eran palabras con sentido, palabras de dolor y de rabia, palabras que fueron semilla en la niñez de una poeta que aún ni sabía que este sería el oficio de su vida.
 La memoria apuntaló mis versos con las voces de aquellos hombres y mujeres tan inmensos.

A ellos, a todos los que no se hincan de rodillas, debo mis poemas sencillos.

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