miércoles, 29 de enero de 2014

El carro

Imagen de Mena

Hay personas que aún creen que su palabra vale.
Cotorrean desde los estrados  tratando de convencernos de su pulcritud, de su coherencia, de la empatía universal con la que fueron bautizados.
Los vemos en los sindicatos, en los parlamentos, entre   intelectuales,   pero les huele demasiado mal el aliento.
Dan asco.
Ciegos,  abrigados con su cinismo se empeñan una y otra vez en engañarnos.
Y una y otra vez desafían nuestra inteligencia seguros de que podrán convencernos, que depositaremos en ellos una confianza que se pasan por el forro cuando pintan oros.
¿Alguno habla de no pagar la deuda?, ¿alguno ha denunciado la situación de los presos políticos, de las torturas?, ¿dicen abiertamente que la justicia, toda, está patas arriba? ¿Alguno propone construir  una sociedad, a años luz de esta democracia emputecida? ¿O proponen casi todos seguir esta rueda, limpiando alguno de sus ejes, engrasando alguno de los engranajes que chirrían, cambiando los caballos viejos  que arrastra este carro de indigencia por potros que tiran con más fuerza?
¡Ay, que el carro va lleno de miseria ¡

Hay que pararlo. No arrastrarlo hacia tierras aún más yermas.

2 comentarios:

  1. Supongo que ahora comprendes la profundidad de nuestros descreimientos haya por el 2004... Por eso mismo es que tanto sentimos los que a ustedes les pasa. Besotes.

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