jueves, 21 de abril de 2011
El oficio inùtil
Viñeta de Kalvellido
Pienso que este oficio de poeta me sirve al menos para tener palabras con las que explicar la indignación o la rabia, para tener suficientes letras en las manos que detallen lo que ven mis ojos o lo que se clava en la memoria.
Porque ser poeta me salva de morir tragándome los “ayes” y las impunidades, porque es jodido callar cuando caen las ostias como si fuera un ritual.
Pero estos días pienso que no es bastante con mi oficio, con esta trinchera, con este corazón emboscado de poemas.
Porque las mentiras se cuelan en lo cotidiano para bendecir la tortura, para santificar la violencia, para arrodillar a la humanidad, para hacerla sangre.
Y mis versos peregrinan aullando de dolor por los presos, por las democracias desaparecidas, por los pueblos diezmados y arrastran tantas, tantas banderas tiroteadas, tanta hambre nueva y antigua, tantos son los muñones que vigilan, tantos los lutos que visten, es tan repetitivo mi espantoso estribillo que orear heridas en este imperio de brutalidad, deshuesar a las bestias, ponerlas contra las cuerdas verso a verso me deja exhausta y a veces vencida.
Más de una vez pienso en cambiar de oficio… pero al rato me sitian poemas que no puedo amordazar y así voy tirando, con estas canciones que aman la vida, que ponen nombre a los muertos y a las injusticias.
Y así voy tirando de este inútil oficio.
Y así, poco a poco, las derrotas se convierten en apenas un borrón y las victorias con su inmenso olor a limpio, se abren paso entre mis líneas.
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