domingo, 20 de julio de 2014

No es un genocidio


No existe la palabra que explique tanto horror clavado en una patria.
La muerte está presente a todas horas pero no importa. Son cadáveres que sobran.
Quieren esa tierra a pesar de su historia.
La quieren como sea, con cráneos de niños, con  cuerpos mutilados, sin pájaros, sin vida.
La quieren afeitada.
La quieren sin primaveras.
La quieren, eso es todo.
¿Cómo no odiar a los que disparan?
¿Cómo no odiar su bandera  y las banderas que la respaldan,
la demencia cómplice de los que pudiendo hablar se callan,
la indiferencia de los que no miran la sangre
que revienta y se derrama?
¿Cómo no odiar este instante tan amargo en el que se llora
y se llora
sobre cientos de sudarios blancos
mientras no muy lejos brindan cada día
por el éxito de una cacería infame
donde hombres y mujeres a medio parir
dan caza a un pueblo herido que por no poder
no puede ni proteger a sus hijos de la lluvia de plomo,
de la ira?

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