miércoles, 10 de febrero de 2010

GUERRA II


Matar y callar era mi oficio.
Huir hacia adelante derribando hombres como bestias
Matar para vivir de nuevo otra pelea.
Pero ya mi corazón se convirtió en piedra,
mi sangre dejó de ser sabia nueva en la guerra.
Hoy todo amarillea.
Sucede que hoy soy un hombre
incapaz de ver las primaveras.

2 comentarios:

  1. Yo, siempre tan pesimista, en este aspecto -que creo real, pero no generalizable siempre- aún conservo una esperanza, otra visión del soldado, un soldado con miedo, desubicado, que no sabe bien cómo ni por qué llegó al frente, ni que es lo que está defendiendo. Tengo hace no mucho pergeñado un texto en este sentido, aunque ni está acabado ni termina de gustarme. No sé, quizá lo abandone.

    Abrazos.

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  2. Marta , excelente poema . Creo que dentro lo universal de la poesía está lo particular. También creo que algunas piedras sienten más que algunos oficiantes de la muerte. amelia arellano

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