viernes, 18 de diciembre de 2009

Aquì no se tortura

Aquí no se tortura.
No dudo que esto ocurra en países lejanos, en esos lugares donde van arrastrando pecados, allí donde aún no ha llegado una democracia como la nuestra, ejemplar, sin abusos, no, no lo dudo, es más, lo aseguro.
Pero aquí, aquí mismo, no se tortura.
Me da igual lo que digan: que son obligados a hacer ejercicio, que les ponen una bolsa en la cabeza hasta la asfixia, que les aplican electrodos, puñetazos, que les amenazan, con esto o con aquello, que hay maquinarias sofisticadas que no dejan huellas… todos dicen .lo mismo, se lo deben haber aprendido de algún libro antiguo.
No, aquí no se tortura, me da igual si lo cuenta mi vecino, mi compañero de trabajo, mi adversario político, me dan igual las fotografías de rostros deformes, las denuncias, las marcas.
Aquí no se tortura porque si esto fuera cierto, estaríamos en la calle protestando, porque quien sabe si un día a nuestros padres, a nuestros amigos, a nosotros mismos…
Si esto fuera cierto, si fuera cierto que aquí se tortura digo yo que esos burócratas del dolor estarían despedidos, digo yo que tendrían algún castigo, digo yo que lo dirían los periódicos, las televisiones, los más listos.
Digo yo que si fuera cierto que aquí se tortura algo haríamos entre todos puesto que en una democracia no hay lugar para estos desatinos.
Y digo yo ¿no será que se tortura a los que salen a pacer fuera del sembrado?, ¿a los que son de lejos o a los que son de cerca y escapan del rebaño?
Y digo yo, entonces ¿no será que lo tienen merecido?
¿Y si mañana es a mi hijo?, ¿pensarè lo mismo?

2 comentarios:

  1. Sí, tanto para este tema como para otros muchos, todos deberíamos hacernos una reflexión acerca de como cada cual va -vamos- a lo suyo. Así nos luce después el pelo, claro.

    Abrazos.

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  2. Ay Silvita. En mi país, durante los tiempos del "proceso" todo acto de crueldad cometido por el estado se justificaba socialmente con el famoso "algo habrán hecho". Y aún ahora todos somos culpables hasta que demostramos nuestra inocencia.

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