martes, 2 de enero de 2018

No soy una poeta moderna


Yo no digo cosas hermosas en mis poemas.
Si mis niños ríen lo hacen en ratos demasiado fugaces,
si mis viejos comen, lo hacen en sueños interrumpidos bajo la escasez de mantas,
si mis mujeres cantan, lo hacen en voz muy baja, acurrucadas en rincones de amenaza.

Yo no digo cosas modernas en mis poemas.
No hablo de lo que follo ni de mi coño,
no hablo en inglés, ni en mexicano,
ni siquiera las drogas me arrancan los dientes y me ponen a vomitar
en mañanas delirantes donde escasea la magia.

No soy una poeta moderna.
Mis palabras están anudadas al mundo que vive de noche
por la codicia insomne de los dueños de las lámparas.
Mis poemas son tan antiguos como antiguo es morir sin pan y sin agua,
como antigua es la ira de los que no tienen nada,
como antiguo es el eco donde la voz se multiplica solitaria.
Mis palabras son viejas, arrastran su cuerpo entre los versos,
cansadas de morir por las mismas causas,
cansadas de aullar por la misma rabia,
cansadas de deletrear la misma impotencia
como si no sirvieran
y los poetas de antaño ya las hubieran usado
fracasando en el intento de cambiar el hambre por semillas,
el llanto por canciones,
el plomo por amor sin reverencias.

No soy una poeta moderna,
mis poemas vienen de tiempos pretéritos.
Voy con el verso al descubierto
entre las sobras de la vida.

1 comentario: