
Hay muchas cosas que me dan asco, cada día desafortunadamente encuentro nuevas, pero si me preguntan, ey tú, poeta, cual es de todas las que más repugnancia te da, sin dudarlo un instante diría que la desmemoria.
Y si esa persona preguntona insistiría preguntándome las razones de esta respuesta, diría que la desmemoria clava en la cruz la justicia y la historia.
Y que nada, nada , nada, mejora si no se señala con contundencia a los matones de otros tiempos, las fosas sembradas de cráneos, los niños huérfanos, los paredones en los cementerios, la muerte anacrónica y bestial del ayer reciente.
Diría que los pueblos olvidadizos repiten las masacres, diría que esto les ocurre una y otra vez, diría que la desmemoria es una enorme derrota.
Diría que los olvidos, esos lapsus criminales, esta mirada tuerta, esta fea costumbre de hacer borrón y cuenta nueva nos deja con el presente en pelotas, a la deriva, deja a los matones y a sus herederos vía libre para repetir con impunidad los holocaustos.
Y esto es realmente lo que me da asco, saber que si no nos arrancamos de cuajo la desmemoria nos traerá a casa más y más sangre derramada.