
I
Vivo rodeada de pobrezas resecas y distantes,
pobrezas de barrio,
pobreza de llantos sin descuento.
Vivo pegada a jornales invisibles
donde el pan, la lata de conservas,
la ropa usada,
se reparte los domingos.
Vivo y aquí mismo
se respira tristeza en todos los portales
y los niños están quietos
para no agitar el hambre.
Vivo en esta pobreza tan cercana
de espanto, cristales rotos y lejìa.
La pobreza de rodillas.
Vivo, sì, en esta húmeda pobreza
donde las horas se hacen viejas al caer la tarde
y un hombre y una mujer
y todo un pueblo
esperan que algo cambie.
II
Yo no puedo ser ellos, los de enfrente,
no puedo cruzar la calle,
afilar mis huesos,
sentir el aire insípido mientras lo mastico.
No puedo, no,
sòlo nos separa el pan
¡pero què pan tan amargo¡
¡què silencio de cucharas!
!cùànta vergüenza en esta calle larga!
Yo no puedo ser ellos, los de enfrente,
los que sòlo tragan rabia.
No puedo, no,
mi casa es tibia,
mi casa tiene agua.
Yo no puedo ser ellos,
no puedo, no,
¡què pan tan amargo el que nos separa!
III
Maldita e insomne pobreza,
maldita su presencia,
maldita esta pobreza que vive aquí,
a mi lado,
escondida en cocinas mugrientas,
acurrucada en los portales
haciendo cola en las iglesias,
tapada para que no la vea nadie.
Maldita la pobreza del remiendo
y la ropa prestada,
la de las deudas, el mendrugo y las caries,
la pobreza de huesos
y caridad puerta a puerta,
la de las escuelas sin vaso de leche,
la que se arrastra por las calles
y nadie la mira
y nadie le dirije la palabra.
Maldita pobreza,
maldita su evidencia,
maldita,
maldita tù,
maldita vieja,
tan vieja como la historia.
Maldita pordiosera
que en domicilios frágiles
desgranas dolor con tus ojos de piedra.
Maldita por los siglos de los siglos,
maldita tù y tu vientre preñado
de indiferencia.
Un dìa pondremos la riqueza en orden, limpia,
y desapareceràs por los laberintos de la memoria.
Un dìa ocurrirà esto,
Te doy mi palabra,
lo juro verso a verso.
P.D. Poema del libro inèdito"Los partos de la bestia"