martes, 29 de diciembre de 2020

Urte berri on 2021


 Faltan pocos días para terminar el año.

Es difícil hacer un balance de este 2020, tan sólo se me ocurre pensar en la COVID 19 y en la locura de estos meses atrás.

Pienso en los viejos muriéndose solos y en las trabajadoras sanitarias, haciendo malabares para no contagiarnos ni contagiarse.

Pienso en las cajeras y reponedoras de los supermercados, trabajando a destajo, para que los estantes tuvieran desde las cosas más elementales hasta absurdos elementos que nadie necesitaba.

Pienso en los repartidores, dejando en los portales los caprichos adquiridos en Ali Express o en Amazon.

Pienso en los que viven precarios y no pudieron salir a pedir unas monedas, a trabajar unas horas, a conseguir el pan necesario para llegar hasta el alba.

Pienso en los jornaleros que marchaban al tajo para ser explotados y enfermarse.

Pienso en todos nosotros, hacinados en sus casas algunos, en el paro, sin recursos.

Pienso que otra vez pagamos los mismos.

Y también pienso que nada ni nadie podrá con nosotros. Que nacimos para no claudicar ni ceder el paso a nadie.

Pienso que este 2021 será un desafío, un reto posible.

Si somos capaces de ver que el enemigo no está entre nosotros, sino que vigila de lejos sus créditos bancarios, sus apoyos electorales, sus tribunales del orden, si somos todos capaces de ver esto habremos vencido el miedo y nos veremos entonces en las calles.

miércoles, 23 de diciembre de 2020

No soy vulvoparlante


Soy mujer.

Formo parte de esta mitad de la humanidad explotada e ignorada desde el principio de los tiempos.

Cuando miro el mundo veo que la injusticia se ensaña aún más con nosotras y que es mayor nuestra pobreza.

Pero no voy a hablar de esto, de los siglos de infamia, ni de las violaciones, ni de la invisibilidad de las mujeres importantes de la historia.

Quiero deciros que, aunque muchas y muchos quieran últimamente cambiarnos de nombre, decirnos lo que somos y no somos, explicarnos con detalle sentimientos y discriminaciones… no soy “vulvoparlante”, aunque tenga vulva ni soy “persona que menstrua”, aunque menstrúe casi todos los meses.  

Llamarnos así me parece un ataque, un intento poco sutil de arrancarnos el significante para hacer desaparecer el significado.

De dejarnos en pelotas, de humillarnos.

Soy mujer y en este “mujer” del que yo hablo hay sitio para todas, para las trans y no trans, para las que aman de una forma u otra.

Pero si me alguien me preguntara qué soy además de mujer y de poeta, responderé siempre que sobre todas las cosas soy de la clase trabajadora.

miércoles, 16 de diciembre de 2020

Las bufonadas


 La justicia española se estira y se encoge como las tripas de Jorge.

Ahora van y dicen que quieren repetir el juicio a Otegi.

Una bufonada más en este circo que es España.

Como no les gusta verlo libre, como no les gusta lo que dice, como no les gusta lo que representa han propuesto que se le haga otro juicio por lo mismo.

Los fascistas contentísimos.

El tribunal de Estrasburgo dictaminó que Otegi pasó por la cárcel injustamente, pero esto es lo de menos.

El órdago está echado. Punto y seguido.

Alfon, Altsasu, Fran Molero, Alfredo, Hasel, Valtonic, Cataluña, etc., etc., etc.…

¿De verdad alguien cree que es posible la justicia en España con mimbres tan podridos como estos?

 

domingo, 29 de noviembre de 2020

Maradona o las diosas



Maradona murió y con su muerte hemos leído opiniones de todo tipo. Apasionadas casi todas ellas.

La verdad es que yo no admiraba a este tipo, ni siquiera me hacía gracia verlo frotándose la mejilla en el pecho del comandante y no lo sentí nunca como uno de los míos por el simple hecho de haberse tatuado la imagen del Che en su hombro.

Pero las reacciones a su muerte me han hecho preguntarme ciertas cosas. Por ejemplo, ¿alguien puede decirme de alguna mujer futbolista que despierte las mismas pasiones que Maradona?,

¿Alguien puede darme el nombre de una mujer, deportista de élite acusada de maltrato a su pareja?

¿Alguna mujer profesional de cualquier deporte ha sido pillada “graciosamente” pagando a tocateja por relaciones sexuales con adultos o con menores?

De haber sido así, es decir, que una tenista, una jugadora de baloncesto, una futbolista, una boxeadora hubiera sido borracha y pendenciera, hubiera visitado prostíbulos por doquier o hubiera soltado mamporros a diestro y siniestro a quienes compartían su almohada ¿estaríamos hablando de ella como “una diosa humanizada?

Resumiendo, Maradona parece el dios de los Hombres, por eso lo defiende a capa y espada el pueblo hambreado y también el pueblo ilustrado. Lo defienden porque esas “sombras” que le perdonan, esos “deslices” sin importancia, esas gracietas de niño consentido que regresa a los arrabales son el espejo de todos los machos alfa. De izquierda y de derecha. De este o de cualquier continente.

Si hubiera sido mujer, Maradona hoy no tendría quien la defienda, ni quien la llore. Ni siquiera nosotras, las mujeres feministas la lloraríamos. No podríamos ocultar sus delitos con eufemismos.

sábado, 26 de septiembre de 2020

COVID- 19 y libertad


 

La COVID 19 es tan real y letal como la ausencia de aire para respirar cuando se enferma.

Debemos protegernos, cuidarnos y cuidar a los de enfrente.

Ahora bien, creo que, de nuevo, los de siempre, sacarán rédito de esta tragedia.

En estos tiempos, con el mantra de evitar los contagios, se nos ha colocado en el cuadrilátero y la bestia no para de golpearnos. Porque el empobrecimiento sigue aumentando en cifras y en dramas, el desempleo bate récords, la educación está en riesgo, la sanidad ni os cuento, la cultura…

La explotación se esparce como una semilla invasiva y además de todo esto nos morimos a puñados, nuestros viejos se mueren solos y a nosotros apenas nos queda el miedo a enfermar o a ser desahuciados.

Esta situación hace sospechar que los emputecidos no van a aguantar mucho más y por eso despliegan militares por las calles, por eso compran material antidisturbios a mansalva, por eso nos vigilan tan de cerca que nuestros móviles son ya nuestros propios delatores.

Las medidas excepcionales llegarán para quedarse.

Cuando todo pase, cuando aparezca la esperada vacuna y vivamos libres de ella, el mundo otra vez habrá cambiado.

No a mejor, como muchos sostienen.

La libertad será un anhelo, un deseo insatisfecho.

viernes, 25 de septiembre de 2020

Vallecas, por ejemplo


Veremos nuevamente las calles llenas de militares.

Las veremos uniformadas, con la porra alzada y el cara al sol como banda sonora en un Madrid sitiado.

Veremos las calles ocupadas por el ejército y la policía que husmeará en los barrios quién habla alto, quién se amotina.

Lo veremos porque ya están llegando.

Ya están babeando, ya están recibiendo órdenes, ya están frotándose las manos, afilando sables.

Como si fuera otro tiempo, no tan pretérito, de caudillos y penas de muerte al alba.

Esto sucederá en Madrid, ya está sucediendo: Golpes, sangre, golpes, detenciones en Vallecas.

Golpes, golpes, golpes.

La pandemia es la excusa para estrenar las taser.

La pandemia es la coartada para reprimir con saña.

Si les importaran nuestras vidas no habría ghettos, ni mercenarios patrullando.

jueves, 3 de septiembre de 2020

Martín Villa


 Todos sabemos que hoy declara Martin Villa por los asesinatos del 3 de marzo en Gasteiz, de Arturo Ruiz y así hasta doce acribillados a balazos en aquel tiempo.

Como no podía ser de otra manera ha salido en su defensa una piara de sindicalistas y ex presidentes.

Argumentan los valores democráticos del susodicho y las bondades de la Transición. ¡manda huevos ¡

Como si ahora mismo gozásemos de una democracia ejemplar y los muertos fueran el peaje inevitable para poder disfrutar cada cuatro años de ella.

Sucede que no es así y lo saben.

Sucede que la impunidad fue el pacto más sangrante que hicieron y que fueron apuntalando uno tras otro, década tras década hasta hoy.

Son todos cómplices de la España traicionada que lleva los nombres de sus victimas por esta tierra amnésica.

Sucede que casi todos los que apoyan a este tipo tienen cadáveres que esconder en el armario: traiciones, oscuros acuerdos, terrorismo de estado, intervenciones genocidas en el extranjero… y un largo etcétera.

Son casi todos portavoces de una democracia que avergüenza, que encarcela, que mutila libertades.

Que se empeña en pasar página y en ignorar a los asesinados.

Hoy brindo mientras declara Martin Villa. Ojalá sea el primero de tantos.

 

 

domingo, 5 de julio de 2020

El perdón



Estos días estamos viendo a los fascistas por nuestros pueblos. Sus risotadas, provocaciones y falacias pudren el aire impunemente.
Y no puedo dejar de pensar en nuestros viejos. En esos hombres y mujeres, hijos, hermanas, nietos de aquellos que fueron asesinados.
Pienso en sus tragedias, en sus infancias destrozadas, en su empeño por no olvidar la barbarie de la que fueron víctimas. En las flores dejadas en las cunetas, en las marcas de disparos en las tapias de los cementerios, en las cabezas rapadas, en los campos de concentración, en el hambre y en la sarna que dejaron sus vidas marcadas.
Décadas después estamos como al principio, de nuevo las bestias, con sus discursos tan pueriles como peligrosos, vienen a nuestras casas, aún dolidas y sin justicia, para quedarse mucho tiempo.
Y me avergüenza esta patria de asesinos con medallas y con estatuas.
Me avergüenza esta democracia que nunca se puso en práctica y que hoy permite que de nuevo patrullen las calles infrahumanos capaces sólo de violencia.
Y no puedo mirar a los ojos a nuestros viejos porque morirán sin justicia y lo que es peor irán muriendo mientras se apuntalan los cimientos de un nuevo fascismo avalado en las urnas.
Ojalá puedan perdonarnos. Los verdugos se abren paso y somos cada vez menos a este lado de la trinchera.

miércoles, 3 de junio de 2020

Hasta el último aliento



Comprendo que lo que está sucediendo en EEUU ahora mismo debe indignarnos porque, aunque suceda al otro lado del océano, les sucede a los nuestros, a la clase emputecida. La violencia policial y toda su impunidad se clavan una vez más en el tuétano de los más oprimidos.
Comprendo también que sintamos cierto agobio al comprobar que una “democracia” consolidada y “ejemplar” funciona a golpe de Taser y de rodilla en el cuello hasta el último aliento.
Pero nosotros, aquí en nuestro país, no somos mejores.
Tenemos un estilo más patrio, más cañí. Mueren en comisarias y casi no importan a nadie. Son golpeados en las calles y casi no importan a nadie. Se ahogan mientras piden auxilio y casi no importan a nadie. Son explotados en el campo y casi no importan a nadie. Los encerramos en centros CIES y no importan a casi nadie.
En fin, que lo que nos diferencia de esa otra “democracia” es la respuesta en las calles. Contundente. Como debe ser la respuesta de los pueblos frente a las injusticias y las muertes de valde.
Están en pie de guerra. Hartos. Apoyados solidariamente. No están solos.
Ojalá nosotros hiciéramos lo mismo. Quemar las calles por nuestros hermanos y por nosotros mismos.

lunes, 25 de mayo de 2020

Antifascista: presente¡


  

El compañero granadino Javier Cuesta ha sido agredido por los fascistas. En su propia casa. Golpes en la cara, en el estómago, en la espalda.
Su delito: tener la bandera republicana colgada del balcón.
Primero fueron a mear en su portal y después subieron hasta su domicilio, entraron a saco, rompieron lo que pudieron y le patearon.
Esto no es un hecho aislado, los matones campan a sus anchas por las calles blindados por un sistema judicial y por una policía que les aplaude, son los señoritos del sistema.
Y podemos reírnos tanto como queramos de su parafernalia de banderas desfilando por las aceras, de sus manifestaciones de opereta, de sus bufonadas ignorantes pero lo cierto es que más allá de estas risas que nos echamos están multiplicándose. La bestia crece.
La gravedad de la situación exige ponernos en guardia.
Con estos cerdos sin pezuñas es inútil apelar al sentido común, a la palabra. Se les combate por la fuerza. Por ovarios. Por cojones.
Toda mi solidaridad al compañero Javier.
Y todo mi desprecio a los fascistas que hoy pretenden continuar con su antiguo trabajo de gatillo fácil, de asesinatos anónimos, de golpizas cobardes.

  

jueves, 7 de mayo de 2020

Billy el Niño



Qué mujer partió su cuerpo para parirte.
Qué infancia te pudrió,
qué letras, qué iglesias, qué plomo se coló en tus huesos
hasta hacer de ti quien eras.

Cómo llega un ser humano  a tener tu oficio,
de 8 a 5,
con horas extras,
con paga doble,
con muertos sin remorder una pizca tu conciencia.

Qué ideas, qué alcobas,
que desprecios o qué honores
te regalaron  los gritos ajenos,
el miedo pegajoso supurando entre tus dedos,
las pieles abrasadas asfixiando el aire que tú mismo respirabas.

Qué madre
ajena al monstruo que germinó,
alimentó tu hambre,
curó tu insana existencia,
durmió tus sueños de hiel y mierda.

Qué madre no abortó
al niño que se hizo bestia.

jueves, 30 de abril de 2020

A duras penas



Los más optimistas afirman que es tiempo de revolución, que pronto será el momento de recuperar el terreno que fuimos perdiendo o mejor, de conquistar esos espacios que nunca tuvimos.
Lo cierto es que yo creo que todo el tiempo es tiempo de revolución. Todo el tiempo debemos estar vigilantes para aprovechar la brecha, cualquier brecha. Pero somos muy pocos.
Un puñado de personas, quizá un montón si lo alargamos.
Más allá de los aplausos de las ocho, más allá de las caceroladas contra la monarquía, más allá de los perfiles de Facebook celebrando el orgullo de clase, más allá de estos gestos emotivos, bienintencionados, reivindicativos y también necesarios estamos muy solos.
Seamos realistas.
Vivimos atomizados.
La trabajadora de la limpieza no siente que está en el mismo bando que un funcionario.
El migrante que recoge fresas en Huelva, no se siente identificado con los reclamos de un tendero que vende camisas fabricadas con mano esclava,
Un desempleado de larga duración mira con escepticismo el puño levantado de los que trabajan en precario,
Los asalariados de las ETT rumian su desgracia frente a los que por igual esfuerzo tienen doble sueldo,
Los repartidores pedalean su precariedad mientras nosotros en casa ayudamos a explotarlos y así, cada uno de nosotros día a día espantamos esta revolución que podría darse.
Cada cual en su compartimento, bien aislado, no interioriza que nos atraviesa la misma explotación y el mismo saqueo de lo humano.
Estamos demasiado ciegos.
La ceguera nos impide reconocer que al borde de la vida largas filas de hombres y de mujeres a duras penas sobreviven a la esclavitud y a duras penas nos miran.

lunes, 27 de abril de 2020

Los jornaleros



Ustedes perdonen pero no sé nada de virus, epidemias, retrovirales, ni vacunas.
No sé como se maneja una crisis humanitaria de estas dimensiones.
No sé si este virus fue creado en un laboratorio estadounidense o chino o en España. Quizá lo trajimos de alguno de nuestros exóticos viajes por esos paraísos lejanos.
En fin. No sé nada. No sé si tenemos esta enfermedad por habernos comido un murciélago, un pangolín con arroz o un dinosaurio descongelado.
Lo que sí sé es que llevamos semanas encerrados en casa mientras trabajadores van y vienen a cara descubierta.
Y no hablo de los sanitarios, ese es otro tema.
Hablo de los campesinos, de los migrantes hacinados, de los que ven pasar las horas recolectando como esclavos. De los que tienen hambre y sed y son perseguidos y golpeados en las calles.
De los que son ninguneados, chantajeados, insultados.
Ahora mismo ellos son los que nos están alimentando.
Por un salario de mierda.
Este mundo nuestro, primer mundo dicen algunos, llena sus despensas gracias a que la desesperación obliga a aceptar toda clase de peligros y humillaciones  
Yo no quiero para ellos aplausos. Quiero simplemente que se les devuelvan los derechos arrancados el día que sobrevivieron al naufragio.
Quiero eso, que desaparezcan sus látigos.
No aplaudiré por ellos, prefiero exigir justicia y no lavarme después del confinamiento las manos.





viernes, 17 de abril de 2020

Son los nuestros



Son los nuestros los que se están muriendo. 
Los nuestros, no los de ellos.
Son nuestros viejos muriendo solos. Sin aire. Sin una mano. Sin una palabra que les arranque el miedo a ir a ninguna parte.
Son los nuestros amontonados en morgues improvisadas, amontonados en camiones que los llevan a fosas inmensas cavadas por presos que también son de los nuestros.
Son los nuestros pasando hambre, colgando trapos rojos para pedir socorro y que alguien sepa que intramuros no hay nada con lo que calmar el llanto del niño pobre.
Son los nuestros buscando ataúdes de cartón, tosiendo a escondidas, contando los días que llevan sin comida.
Los nuestros, los emputecidos, los silenciosos pueblos oprimidos.
Los que caen de las estadísticas y no valen sus muertes y no vale su vida.
Hoy el mundo es una cifra que nos invisibiliza.
Hoy el mundo dice ¡ay!. Lo grita.
Yo digo ¡ay! Los nuestros. Siempre los nuestros.
¡Carne de cañón sin aire hasta morirse!

lunes, 30 de marzo de 2020

La calle es de ellos



La calle es de ellos.
Cachetes, empujones, insultos, golpes, patadas, detenciones….
No quiero ni imaginar qué es lo que está pasando en las comisarías.
Ahora mismo no les importa que les graben o les griten desde las ventanas porque, aunque son fácilmente identificables nada va a sucederles. Es un estado de excepción y ellos mandan.
Qué mas da si es un enfermo mental, si es una madre angustiada, si es un trabajador en bicicleta o una persona con un brote esquizofrénico. Primero se le da la hostia luego veremos quien se hace responsable.
La impunidad patrulla las calles, los imbéciles aplauden y los demás nos asomamos a las ventanas con el móvil como si fuera un arma con la que disparar directamente a Facebook.
La calle es de ellos, de ellos también la amarga popularidad en las redes.
Cuidémonos de las bestias, acechan.
No hay salvoconducto que nos proteja.
A grabar, cuando se pueda.
A gritar cuando se deba.

miércoles, 25 de marzo de 2020

Yo propongo



Cuando todo pase, cuando se abran las puertas de la vida y salgamos a respirar aire puro y a acariciar a los ancianos, pocas cosas serán lo mismo.
Y no me refiero a las ausencias que habrá en muchas casas, no me refiero a la devastación económica que quedará por los siglos de los siglos.
Hablo de nosotros, de nuestra humanidad.
Porque volveremos a la vida, eso está claro. Y los vecinos que insultan vendrán con nosotros a recorrer las mismas calles a abrazarnos como si nada de esto hubiera ocurrido.
Y ese odio que hoy lacera desde las ventanas quedará en la memoria de los que un día tuvieron que salir con sus hijos enfermos y sus cuerpos heridos.
Y quedará ese daño ulcerando el porvenir de todos porque fuimos hordas al acecho de quienes eran más vulnerables.
Yo propongo callar a los que odian desde sus balcones, cantar cuando ellos gritan, reír cuando señalan, decirles que no somos policías.
Gritarles como ellos gritan.
A pleno pulmón. Gritarles hasta que se escondan en sus guaridas.

jueves, 19 de marzo de 2020

El contagio



Hoy me pregunto si a lo que realmente nos está matando, el capitalismo, vamos a quitarle la máscara de bienestar para plantarle cara de una vez por todas.
La crisis económica que se venía fraguando va a mostrar sus calaveras ahora, con la excusa perfecta del coronavirus, para pedirnos el esfuerzo de la esclavitud, el silencio ante la tiranía de los mercados, la militarización sumisa de las calles, la eugenesia de los vulnerables.
Después del confinamiento es posible que aceptemos como inevitable la atomización de derechos que creíamos medianamente apuntalados.
Después del confinamiento la precariedad va a ser aún más evidente pero los que siempre se han lavado las manos ahora lo volverán a hacer, si les dejamos.
Porque el capitalismo siempre se salva. Agoniza y resucita. Se ahoga y resucita gracias a nuestros pulmones.
Nos roba el aire que necesitamos.
Más allá del miedo a infectarnos debemos tener miedo a esta realidad que se va imponiendo mientras estamos aislados.
La solución está en la rebeldía.
En negarnos a aceptar este destino.
En invadir las calles nuevamente.
En combatir la barbarie.


lunes, 9 de marzo de 2020

No quiero ser europea



Yo quiero renunciar a ser europea.
Quisiera que alguien me dijera cómo apostatar de esta Europa que condena a vivir como animales a seres que huyen del hambre y de las guerras.
No quiero ser igual de humana que esas bestias que golpean a quienes, exhaustos, intentan llegar a tierra firme y los empujan para que mueran a la deriva con sus niños ahogados en pena.
No quiero ser europea, no quiero vivir cercada por el fascismo que niega el pan y la sal con leyes y con fronteras, que disimula sus ideas xenófobas bajo las togas, entre las urnas, frente a las cámaras.
No quiero ser europea, me avergüenza.
En el mismo vientre de la democracia se hacinan miles de personas mientras esperan un salvoconducto que les permita la dignidad de sobrevivir en esta parte del mundo, que es de todos.
Un salvoconducto para viajar y escapar de la miseria de vivir en una cárcel que es una isla que es otro infierno del que huir de nuevo.
No quiero ser europea, la humanidad se congela sin piedad en esta porción de tierra.






sábado, 7 de marzo de 2020

Las invisibles



Todos los meses con sus días y sus horas interminables hay mujeres que no celebran nada. No tienen nada por lo que brindar, no tienen pan, ni apenas vida.
Existen invisibles caminando por los desiertos con sus hijos famélicos, existen invisibles en rincones mugrientos donde fabrican orgasmos y lloran calladas.
Existen pobres y golpeadas, pobres y parturientas, pobres y sudorosas en el campo que las envenena.
Existen en pateras a la deriva.
Existen en países donde el imperialismo llegó para arrasar sus hogares y convertirlas en figuras errantes que nadie mira.
Existen millones de mujeres huérfanas de humanidad que sólo conocen la barbarie de estos tiempos de guerra, de estos tiempos criminales para los que la vida no vale nada y la vida de las mujeres vale la mitad de la mitad de nada.
Existen miserables, esclavas, enfermas, olvidadas.
Existen tapadas, lapidadas, obligadas a ser solaz de hombres con armas.
Existen por su vulva generosa, por ser incubadoras, porque sólo ellas pueden amamantar a los que nacen para perpetuar la violencia.
Existen ellas, tan solas, tan abandonadas. Negras, indígenas, mestizas, mulatas, asiáticas, gitanas…
Tan heridas, tan invisibles.
Existen.
Existen sin saber siquiera que celebramos un día que es de todas, sin intuir que nos solidarizamos con sus jornadas extenuantes, con el mercadeo de sus cuerpos, con la violencia que las atraviesa, con los salarios de hambrunas, con sus cielos llenos de batallas.
Existen de espaldas a nuestras teorías feministas, a nuestras pancartas occidentales, a nuestros derechos conquistados. Existen sin ser rubias, sin enseñar las tetas, ni desafiar a los dioses en las iglesias.
Existen millones de mujeres respirando en sepulturas.  
Vidas que sostienen este imperio de podredumbre y mercadeo, vidas que mueren para que se consoliden democracias donde mandan falos inservibles.

Anochece en este siglo. Nosotras mañana no veremos que es la estrella del socialismo la que puede alumbrarnos hasta que amanezca en serio.



miércoles, 22 de enero de 2020

En Moria nadie canta



La isla de Lesbos es un sudario.
Los niños transpiran su muerte, tosen por millares y acunan las noches donde nadie duerme. Hay una polifonía de carraspeos agonizantes, de estertores infantiles que nombran a la fiebre y sus temblores. Allí no parpadea ni una estrella ni una madre.
En Moria no hay quien viva.  
En Moria nadie canta baladas, Nina Simone calla detrás de las letrinas. No encuentra acordes ni tristeza que describan el lodo y la orina por los que discurre la vida.
El hedor insoportable de la insolidaridad paraliza todas las cuerdas vocales.
Por eso en Moria nadie canta. Es imposible la canción en el infierno. Los ángeles son mudos y reptan por la mugre para pedir un trozo de pan sin llorar de impotencia.
Tienen nombres, edad, familias. Tienen memoria para no olvidar que la Humanidad perdió definitivamente los papeles.

viernes, 10 de enero de 2020

Nuestra España hoy


Hay mucho ruido, demasiado ruido. Las voces broncas, los insultos desquiciados, los gestos iracundos de quienes no aceptarán nunca que España también sueñe sueños alejados de su patria grande y poco libre.
El ruido es molesto y revienta tímpanos, el ruido es también ruido de sables.
Los oligarcas tiemblan, los curas esconden bajo sus sotanas las escrituras de las propiedades adquiridas de manera poco honesta, el ejército empieza a mover hilos, a mirar los mapas y a los enemigos, a sacar brillo a sus odios atávicos.
Los medios de comunicación obedecen órdenes; disciplinados y atentos escriben al dictado lo que no sucede, lo que no se dice, lo que no agrede y obvia mansamente las agresiones más graves, las detenciones más arbitrarias, las injusticias más flagrantes.
Las ideas más antiguas y asesinas son engrasadas en el parlamento con la mirada tierna de quienes dicen que es tolerancia reírles las gracias.
Esta es nuestra España hoy.
Pero en realidad lo que sucede es lo de siempre: peligran los intereses mezquinos de quienes perpetúan la explotación, de quienes viven a costa del empobrecimiento ajeno, de quienes no se avergüenzan de bajar los pulgares a la clase obrera.
En la sombra, son los que gobiernan a espaldas de la democracia.
Esta es nuestra España; un trozo del mundo similar a otros trozos. Con presos políticos y leyes mordazas, con salarios de mierda y colas de hambre, con golpizas a maricones y violaciones en manada. 
Un trozo de mundo similar a otros trozos que hoy sueñan y se empeñan en hacerlo más justo.