martes, 5 de abril de 2022

La alfombra roja


Nosotros, es decir, todos los pueblos que hoy forman el Estado español, sabemos mucho de genocidas, no nos falla la memoria al recordar por ejemplo a Queipo de Llano. Año tras año exigimos que su nombre sea escrito en la Historia como lo que fue, un fascista que masacró. Punto.

Hoy todo se derrumbó cuando el Parlamento español se levantó a aplaudir a Zelenski.

Hoy humillaron a las víctimas, a las de ayer y a las de hoy, a las de aquí y a las de allí porque el presidente ucraniano es otro más en la larga lista de asesinos esparcidos por el mundo.

Le pusieron la alfombra roja para que este infrahumano nos hable de Gernika, de solidaridad y de no sé cuántas cosas más que en su boca se convierten en una farsa que nos desangra.

Hoy el antifascismo se quedó solo, nuestra memoria se quedó aislada, nuestro deseo de construir un lugar más justo está más lejos aún.

Se arrodillaron ante un nazi y lo elogiaron en nuestro nombre convirtiéndonos a todos en cómplices.

Ha sido un día terrible, se abrieron las grandes alamedas por donde pasará el batallón Azov vitoreado entre flores.

martes, 29 de marzo de 2022

Pedimos la paz como si nada


 Pedimos la paz como si nada. Como si sólo al nombrarla se cumpliera el sortilegio mágico de desaparecer la guerra en cualquiera de sus formas.

Pero la realidad no funciona de esta manera. Es mucho más cruel y más hipócrita.

Si pedimos la paz, si lo hacemos en el momento en que cae la bomba, o la invasión es grave, si sólo lo hacemos entonces, dejamos en la sombra millones de victimas que en ese instante no vemos.  Y no vimos antes y no veremos mañana.

La paz en un asunto que urge para todos los rincones del mundo.

Es la misma paz para Kiev y para  Donetsk. La misma para Yemen o Palestina. La misma para los hambreados, para los desheredados, para las violadas y mutiladas. Es la misma paz, la paz de los pueblos, de todos.

Los de cerca y los de lejos, los que no importan y la paz de los países que importan demasiado.

Esa parte de la humanidad que ha soportado el silencio de los medios, las agresiones y masacres continuadas, el expolio de sus materias primas miran a Europa con la nausea que provoca saber que por ellos nadie dijo nada. Nada.

Yo no voy a ser hipócrita, no voy a mirar a Ucrania y a la vez voy a ser tuerta.

No pienso alzar la voz por una paz diseñada por el mayor traficante de armas del mundo, es decir EEUU.

Claro que quiero la paz, también quiero un mundo justo. Sin nazis y sin fascistas. Sin OTAN y sin imperios.

Quiero esa paz sencilla para todos, todos los pueblos.

 

sábado, 5 de marzo de 2022

Los señores de la guerra


 Os juro que yo no sé nada de nada. Nada.

Lo que sí sé que la OTAN es genocida y que allá donde se presentan deja de haber vida. Lo sabemos desde antiguo, desde siempre, desde que las víctimas eran otras, eran otros sus colores de piel y sus indumentarias. Desde que se erigieron en dueños de la paz y perdimos entonces el derecho a hablar de ella en términos que no fueran militares.

También sé que los medios de información ganan todas las guerras porque antes de los bombardeos fabrican nuestra complacencia, nos mienten meticulosamente, moldean la opinión y sin darnos casi cuenta nos posicionamos del lado del opresor y les dejamos el camino fácil. Cada vez más fácil y cada vez más silenciosas nuestras protestas.

Sucede que hoy, ahora mismo, hablamos de la guerra de Ucrania, de lo malos que son los rusos, del malvado de Putin pero ignoramos que Ucrania es un país con un gobierno fascista que tiene en su haber un mínimo de 14000 personas exterminadas en Donbass.

Aplaudimos el envío de armas al gobierno Ucraniano, nos parece necesario y correcto armar a los nazis para que continúen con su reguero de dolor y de sangre.

El enemigo es Rusia, maldita sea, son los malos, lo peor, todo para ese pobre país víctima (Ucrania) que enarbola la esvástica y no le tiemblan ni el fusil ni la conciencia.

Os juro que no sé nada, sólo sé que cuando planea EEUU,  la OTAN, y la meretriz europea sobre una zona del mundo, hay un pueblo o dos o tres que serán cadáver y lo peor de esto es que toda la izquierda lo sabe.