viernes, 1 de julio de 2011

La zanahoria


Viñeta de Kalvellido

La decencia tiene la piel cada vez más fina.
Cada vez nos sorprende más que alguien, quien sea, viva y muera honradamente.
Poco a poco dejamos de creer en seres que llevan el corazón por bandera y construimos o nos construyen ídolos que enarbolan obscenamente sus carteras.
La propaganda fascista quiere que fijemos la mirada en los hacedores de violencia como si fueran estrellas, como si fueran mesías, como si todos quisiéramos ser como ellos, igual de bestias.
Y cegados por esta luz que emana su indecencia, los adoramos.
Y van quedando en las tinieblas, en medio de sombras siniestras, personas, con todas las letras.
La humanidad está mal vista, la ternura es un camino cortado, el amor es un espacio vigilado.
El instinto del egoísmo debe triunfar sobre todas las cosas para que los fabricantes de la doctrina fatal (la codicia) puedan frotarse las manos.
Y no hay antídoto.
Sólo cerrar los ojos, mirar para adentro, dejar que sean nuestras voces las que hablen, las que digan que así sólo somos esclavos, que así, caminamos deslumbrados, que así, hipnotizados, perseguimos una zanahoria que únicamente comerán los amos.

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