martes, 30 de julio de 2019

Los nadies de La desbandá



                                                   A José Antonio Berenguer

Me pregunto cuántos nombres se perdieron para siempre con sus biografías
en aquellos días desquiciados en los que por miles corrían huyendo sin auxilio.
Me pregunto por esos nombres que hoy nadie reclama, nadie recuerda, nadie sabe que fueron también asesinados y hoy son los masacrados anónimos.
Me pregunto cómo se llamaba esa mujer que parió en la noche más oscura de toda la huida,
que se apartó a un lado y dio a luz como una loba solitaria sin que nadie distinguiera el grito de vida con los gritos fúnebres que provocaban los fascistas,
me pregunto cómo pudo ponerse en pie con el recién nacido,
cómo lo cubrió con sus harapos,
cómo sin tiempo de amamantarlo corrió con el calostro desaprovechado,
cómo se desagarraba a cada paso y lloraba por el hijo que callaba,
y lloraba de dolor y lloraba de hambre y lloraba a toda prisa porque vivir le urgía.
Porque su niño tibio y callado tenía que estrenar juegos y canciones,
tenía que crecer hasta hacerse un hombre.
Me pregunto qué sintió aquella madre
cuando se acordó de la oscuridad del parto, del terror y de la urgencia de llegar a Almería
y palpó los andrajos y presagió que lo que abrazaba no era más que un puñado de trapos ensangrentados y vacíos.
Me pregunto qué sintió cuando supo que dejó a su hijo en el mismo sitio donde ella partió en dos su cuerpo para parirlo,
me pregunto cuánto dolor se clavó en su vientre
y con cuanta desesperación regresó por el camino andado
con la esperanza de verlo en otros brazos, a salvo,
pero nadie llevaba a un recién nacido llorando su orfandad temprana,
nadie sabía de un recién nacido pasto de las bombas y de las pisadas.
Nadie sabía nada.
Nadie podía escucharla porque la muerte los perseguía con enormes zancadas.

Me pregunto cómo se llamaba esta mujer.
Si supiéramos al menos dónde se arrojó al mar
podríamos dejarle nuestras lágrimas.


domingo, 28 de julio de 2019

Francisco González Tejera



Francisco González Tejera (Pako González) debería ser un hombre común y corriente, pero es extraordinario:
En estos tiempos de amnesia voluntaria él recuerda.
En estos tiempos de descrédito él cree.
En estos tiempos de obediencia, él desobedece consciente de que al hacerlo se queda solitario mirando la utopía de vivir con el pan repartido y el salario digno.
Pako González lleva décadas remendando la memoria. Puntada tras puntada, año tras año, ha recogido los testimonios callados de los que sufrieron el genocidio canario cuando aquellos cabrones arrojaban a los volcanes a personas que nada hicieron.
Salvo soñar, nada hicieron.  
Pako lleva todo ese dolor a los libros, lo arrastra y lo escribe tal cual fue: descarnado, bárbaro, impune, demoníaco. Nos lo clava en los ojos, inclemente y certero y sin darnos tregua pasa de un horror a otro espanto hasta dejarnos sin aire.
Escribe con nombres y apellidos, en geografías exactas, en fechas que fueron el andamiaje sobre el que se construyó la infamia para que sepamos cómo siente exactamente un pueblo mortalmente herido.
Quiere explicarnos que no hay futuro posible si esta verdad no se alumbra.
Si permanece en la oscuridad, estaremos perdidos.
No diré que leer sus libros es tarea fácil, no es un viaje cómodo porque entre su poética vemos lo que somos: indignos herederos de lo humano.
Porque fueron asesinados como perros sarnosos.
Porque en el 36 no hubo plegaria que conmoviera a las bestias.
Porque el crimen se convirtió en un ritual demasiado metódico y la muerte fue pregonada en todas las familias.
Desde la profundidad del daño que hicieron en su tierra, mira de frente a quienes quieren olvidar tanta vesania y con su pulcra dignidad escribe la Verdad de lo que hicieron aquellos soldados sepulcrales que arrasaron las islas Canarias y que aún hoy viven en la memoria colectiva.

Os recomiendo leer su obra. Y si alguien desea financiar por crowfounding el tercer libro de su trilogía, no sólo hará una apuesta por un escritor con coraje también será un desafío al fascismo.
Blog de Francisco González Tejera: http://www.viajandoentrelatormenta.blogspot.com/



martes, 9 de julio de 2019

Carmela Tejero Plaza



Carmela Tejero Plaza, superviviente de La Desbandá. Tenía nueve años.

Es la noche la que pone a andar tu memoria para que salgan de las tinieblas
los recuerdos de aquella edad temprana donde se mataron demasiadas infancias.

Es la noche y es el amanecer y es cada paso que das y cada estrella que miras
y es cada hora que te lleva con su tic tac perverso una y otra vez al infierno.

Porque no has podido vivir ni un segundo lejos de tu niñez devastada,
ni un segundo, nada.
Por todas partes te ha seguido el grito inacabable de aquellos días,
Porque apretaste el corazón tanto que se quedó encogido y desde entonces te lastima.
Porque viste morir de balde, porque tocaste las heridas, porque bajo los cuerpos amontonados agonizaban tus seres más queridos.
Porque nunca terminaba el dolor, nunca terminaba el daño que hacían los fascistas,
nunca estabas a salvo y sólo eras una criatura que huía.

Carmela hoy niegan el rastro de odio que dejaron,
ningunean los cuerpos acribillados,
ensucian la tierra donde miles de desaparecidos se amontonan sin nombre
y después se ponen cara al sol para hacer sombra a la verdad de sus crímenes.

Piensan que pueden escupir el rostro de cada víctima,
que pueden azotar nuestra memoria con el látigo de su democracia ficticia,
creen que vamos a cederles el paso para que avance el olvido,
para que tu palabra se haga inaudible y nuevas infancias pasen por lo mismo.
Pero aún estamos con los oídos limpios,
no bajes la voz, Carmela,
que no sean en vano aquellos años
de holocausto y ruina con los que te obligaron a estrenar la vida.

Que no sean en vano.
Que no sean.

Aún estamos con los oídos limpios.

domingo, 30 de junio de 2019

Legión Cóndor



La Legión Cóndor fue el nombre dado a la fuerza de intervención mayoritariamente aérea que el III Reich envió en ayuda de las fuerzas sublevadas para luchar en la Guerra de España. Adolf Hitler, con la intención de probar el armamento aéreo alemán en una guerra convencional (hasta entonces no se había utilizado este armamento en un conflicto real) ofreció a Franco de forma secreta, apoyo aéreo para su ejército terrestre.


Fue una peregrinación sin dios, pero con la cruz de la legión cóndor,
fue el ensayo de la muerte al por mayor,
la prueba evidente de lo fácil que resultaba perfeccionar el asesinato en serie.

Y creo que se reían porque estaban entrenados para que los cadáveres les hicieran cosquillas,
y creo que después brindaban por el fulgor de su esvástica,
y creo que nunca se arrepintieron y que por las noches dormían como niños cansados de volar en sus juegos.
y creo que de veras creyeron que eran ángeles con la divina misión
de teñir a los herejes de negro.

A España vinieron la víspera de universalizar la lógica del miedo,
vinieron a depurar su caligrafía escribiendo un réquiem para nuestro pueblo,
vinieron a violar nuestro cielo con su falo de acero,
con su destrucción precisa,
con su amalgama de odios extranjeros.
Vinieron a ensayar el holocausto.

Y fue entonces cuando se repartieron los crímenes
porque eran iguales que los sublevados, aunque mejores matarifes,
por eso en el reparto se quedaron con los mercados, las ciudades y los caminos atestados de inocentes que simplemente vivían.
Porque ese era su objetivo, destruir al máximo en el menor tiempo posible.
Esta legión de aprendices de verdugo encontró en nuestra tierra su primer sobresaliente..

domingo, 23 de junio de 2019

Carlos Arias Navarro



La represión en Málaga se desató en febrero de 1937 y la protagonizó como fiscal Carlos Arias Navarro. Su mano dura alcanzó gran fama y recibió con justicia el sobrenombre de Carnicerito de Málaga.
Durante la primera semana de la toma de Málaga por las tropas franquistas, del 8 al 14 de febrero de 1937, los nacionales ejecutaron sin juicio previo a 3.500 personas y hasta 1944, otros 16.952 fueron condenados a muerte y fusilados.

Nadie debe olvidar la mala entraña de este asesino en serie
al que hoy nombran en los parques como si fuera un héroe.

Nadie debe olvidar que miles de cadáveres cuelgan de su gloria.

Carlos Arias Navarro fue diez veces más cruel que el más cruel de los salvajes.
Ordenó ejecutar en juicios sumarísimos
a decenas o a cientos cada día,
dependía de la prisa.

Cualquier excusa le servía  
 todos los detenidos eran “fusilables de oficio”
y a todos condenaba con su firma.

Fue uno más de los hombres siniestros que aquellos años andaban por España.
Sólo piedras en su pecho,
sólo piedras.
Sólo cruces y patria.
Nunca se cansaron sus labios
de mandar que ejecutaran a los prisioneros sin defensa.

Verdugo cum laude,
leal a tu guadaña hoy quieren hacer de ti una buena semblanza
pero el pueblo te recuerda y se rebela.
La memoria popular conserva vivos
los muertos por tu causa.

jueves, 20 de junio de 2019

Camisas negras



Hubo una estrategia deliberada por dañar a la población civil y escarmentar a Málaga la Roja.  En febrero de 1936 más de 150.000 malagueños, en su mayoría mujeres y niños, tuvieron que huir de la ciudad a pie. Los pilotos alemanes y los italianos (Camisas negras) entrenados en Etiopía en matar mujeres y niños, ametrallaron y bombardearon a la población civil que huía hacia Almería a lo largo de la carretera que bordea la costa, desde donde los buques fascistas persiguieron en paralelo y cañonearon a la gente. La masa de personas que desembocaban de los pueblos de la montaña incrementaba la de los que huían por la carretera. Los fascistas asesinaron a cerca de 6.000 civiles.

De luto lo vistieron todo.
De luto.
De luto la carne que se gangrenaba,
de luto los úteros sagrados,
de luto la edad temprana,
de luto hasta el sendero.
De luto las estrellas que ni mirar querían
la vida hecha pedazos por bestias en jauría.

Qué fácil es disparar a la presa cuando está herida,
cuando no pueden andar ni esconderse en madrigueras,
cuando el cansancio los rinde y
miran al cielo para pedir clemencia.
Qué fácil es tener cojones para matar por miles
a los miles que escapaban con sólo su piel a cuestas.

Qué fácil el tiro al niño,
qué fácil a la mujer hambreada,
qué fácil al viejo llagado que llora sin fuerza
y desea que le caiga la mala muerte italiana.

Qué cojones más oscuros,
qué códigos más inhumanos,
qué cerebros mutilados obedecieron la orden
de matar porque les daba la gana.

Dónde estarán ahora esos guerreros cobardes,
esos soldados deformes,
esos infrahumanos que mataron a miles de valde.

Si existe dios, no lo creo,
existe también el diablo
vestido con camisa negra,
hablando su lengua de bárbaros
en aquel amargo febrero.

martes, 18 de junio de 2019

Mediterráneo



No tienen dónde llorarles, ni siquiera tienen la certeza de su muerte,
tan sólo sospechan que el mar se los tragó
o se los tragó la arena del desierto
o murieron de sed o de golpes en la frontera.
Se tragan las lágrimas y esperan.
Se tragan las lágrimas y rezan.
Se tragan las lágrimas y miran el jergón vació donde sus hijos soñaron con escapar de la miseria.

No tienen a dónde acudir para buscar los huesos,
los recuerdos atados al tobillo,
los cráneos carcomidos que se amontonan en la oscuridad como tesoros naufragados sin que nadie los reclame.
Porque ese es el peaje que se paga cuando no tienes porvenir,
cuando a nadie importas salvo a los tuyos,
cuando sólo eres la evidencia de que este mundo no funciona.

Este es un lugar cruel que abandona a su suerte a miles de personas que buscan otra orilla, que buscan un futuro en el exilio, que buscan un mañana lejos de la tierra codiciada por sus materias primas.

Y la fosa común que es el mar Mediterráneo, este inmenso cementerio carece de plegarias, de sepulturas, de flores marchitas, de llantos desesperados.
Están demasiado lejos los que amaban a estos seres humanos y demasiado cerca los culpables del éxodo que los ahoga sin mojarse las manos.