sábado, 9 de noviembre de 2019

Tiempos extraños



Mañana domingo iremos a votar.
Se reduce a esto la democracia: acudir mansamente el domingo que nos mandan, elegir entre un abanico de posibilidades poco amplio e introducir el voto. Esto es todo, ese es nuestro precio.
Lo demás son palabras que se lleva el viento, promesas que no se cumplirán.
Pero es que además en nuestra democracia ibérica se añaden ingredientes que no pueden disimular su neofascismo en alza.
Pongamos, por ejemplo, que ahora mismo hay presos políticos en las cárceles, pongamos, por ejemplo, que la corrupción pudre los cimentos desde lo más profundo, pongamos, por ejemplo, que incapaces de solucionar lo que sucede en Cataluña optan por lo más fácil que es la mano dura.
Pongamos, por ejemplo, que en esta democracia no existe la libertad de expresión, la ley mordaza husmea entre las canciones, las redes, los poemas.
Y claro está, en esta democracia las trabajadoras a jornada completa son pobres, los de media jornada son míseros y los que no curran en nada, son nadies, es decir, son nada.
La malnutrición infantil aumenta.
A nuestros viejos no les alcanza para pomadas.
Los jóvenes huyen a otras democracias más demócratas.
Y así las cosas mañana votaremos, Cataluña vivirá su estado de excepción democrático y los demás aguardaremos los resultados como si efectivamente fueran a cambiar algo.
Son tiempos extraños.






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