jueves, 17 de septiembre de 2015

Impunes y con honores, los torturadores.


Qué mujer partió su cuerpo para parirte.
Qué infancia te pudrió,
qué letras, qué iglesias, qué plomo se coló en tus huesos
hasta hacer de ti quien eras.
Cómo llega un ser humano  a tener tu oficio,
de 8 a 5,
con horas extras,
con paga doble,
con muertos sin remorder una pizca tu conciencia.

Qué ideas, qué alcobas,
que desprecios o qué honores
te regalaron  los gritos ajenos,
el miedo pegajoso supurando entre tus dedos,
las pieles abrasadas asfixiando el aire que tú mismo respirabas.

Qué madre
ajena al monstruo que germinó,
alimentó tu hambre,
curó tu insana existencia,
durmió tus sueños de hiel y mierda.

Qué madre no abortó
al niño que se hizo bestia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario