lunes, 6 de abril de 2015

La explosiòn

Hola ¿nos ayudas?
¿Cómo puedo ayudaros?
Por favor, cuenta lo que está sucediendo en Úbeda con 200 familias.
¿Y qué sucede?
Les han cortado el agua porque no pueden pagarla, hay niños y ancianos, y las fuentes de la zona donde viven han sido bloqueadas pa que no hagan uso de ellas.
Esta fue la conversación  que tuve con Rosa.
                        

El objetivo de los poderosos es que el sistema no funcione.
Cortar el flujo de monedas para que, poco a poco,  las familias, sean incapaces de asumir el coste de la vida.
Cortar el flujo de trabajo para que las deudas aumenten y estar subyugados a empleos a destajo, a veces de balde, a veces, pagados.
Cortar el flujo de prestaciones.
Cortar la lengua pa que nadie se queje de tanta mierda.
Y después, sobre toda esta tierra arrasada, clavar el miedo en el tuétano y construir una sociedad eficaz donde nadie alce la voz, donde sólo  se trabaje y se vea la tele.
Los desarrapados ya no cuentan, de esos que se encarguen los solidarios.
SI hurgan en la basura, ¡candados para los contenedores!
Si usan el agua que es de todos. ¡Anuladas las fuentes públicas!
Si duermen en los portales, mano dura y que les quemen.
Si son extranjeros, a su país de origen.
Si son nacionales ¡amenazadlos!
Si están enfermos, negadles la medicación y que se mueran.
Si son jóvenes, que emigren o se queden pa ser carne de andamios en precario y  bien callados.
Si son viejos, no  sirven.
Si están desempleados, no  sirven.
Si están embarazadas, no  sirven.
Si carecen de salud, no  sirven.
Si están empobrecidos, no  sirven.
 La democracia nos ha declarado la guerra, va dejando millones de muertos en las cunetas de la opulencia.
Los gobernantes, siniestra soldadesca de los mercados, se tapan los oídos pa  disparar a bocajarro contra los emputecidos, son  francotiradores en esta tierra hostil y acribillada.
 Pero ¡tenemos libertad! (pa elegir a nuestros tiranos).
La sociedad en la que sobrevivimos convierte en animales de carga a los trabajadores.
A las mujeres en incubadoras.
A los empobrecidos en invisibles.
A los que hacen ruido en criminales.
Pero lo cierto es que mientras escribo estas letras, en Úbeda, en Santander, en Hospitalet o en Cuenca hay quienes no pueden apenas ponerse de pie por el enorme peso de sus deudas, no pueden pagar la luz y el agua aparece sólo en los sueños de los niños.
Lo cierto es que son delirantes las filas del hambre, son terroríficas las desesperaciones que se suman, los suicidios diarios, los desahucios diarios, la gente aceptando, humillados, empleos de esclavos y la rueda gira y gira, tritura y tritura.
La zanahoria no se alcanza, es imposible alcanzarla.
Y se deshidratan los pueblos, se mueren de sed y desesperanza.
Sólo la explosión  de los jodidos podrá detener la guerra. Sólo nosotros, esta inmensa mayoría podrá frenar estas democracias impostoras y suicidas.

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