Os juro que yo no sé nada de nada. Nada.
Lo que sí sé que la OTAN es genocida y que allá donde se
presentan deja de haber vida. Lo sabemos desde antiguo, desde siempre, desde
que las víctimas eran otras, eran otros sus colores de piel y sus
indumentarias. Desde que se erigieron en dueños de la paz y perdimos entonces
el derecho a hablar de ella en términos que no fueran militares.
También sé que los medios de información ganan todas las
guerras porque antes de los bombardeos fabrican nuestra complacencia, nos mienten
meticulosamente, moldean la opinión y sin darnos casi cuenta nos posicionamos
del lado del opresor y les dejamos el camino fácil. Cada vez más fácil y cada
vez más silenciosas nuestras protestas.
Sucede que hoy, ahora mismo, hablamos de la guerra de
Ucrania, de lo malos que son los rusos, del malvado de Putin pero ignoramos que
Ucrania es un país con un gobierno fascista que tiene en su haber un mínimo de
14000 personas exterminadas en Donbass.
Aplaudimos el envío de armas al gobierno Ucraniano, nos
parece necesario y correcto armar a los nazis para que continúen con su reguero
de dolor y de sangre.
El enemigo es Rusia, maldita sea, son los malos, lo peor,
todo para ese pobre país víctima (Ucrania) que enarbola la esvástica y no le
tiemblan ni el fusil ni la conciencia.
Os juro que no sé nada, sólo sé que cuando planea EEUU, la OTAN, y la meretriz europea sobre una zona
del mundo, hay un pueblo o dos o tres que serán cadáver y lo peor de esto es
que toda la izquierda lo sabe.
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