Y yo me pregunto dónde está la paz.
Digan a qué abismo la arrojaron
cuando el mundo comenzó a andar
y éramos apenas invitados de la tierra.
Dónde la escondieron esos dioses
que empalaron la alegría
y dejaron que los pueblos murieran
de miedo al pecado que no conocían.
Dónde está, en qué mazmorra,
en qué fuego se quema,
desde qué océano pide auxilio,
entre qué cadáveres se pudre
como si no tuviera prisa en morirse,
como si aún pudiera agarrarse a nuestras vidas
y convertir su agonía en trigo que se multiplica.
Dónde está, porqué nunca supimos
cómo se respira con su aliento puro,
por qué conocemos de ella sólo su nombre breve,
sólo su idea truncada,
sólo sus enemigos temibles.
Dónde está, dónde.
Desde algún lugar debe oír que la llamamos.
En selvas y en volcanes. En calles y mares.
En guerras, en hambre.
Con voces roncas en mil idiomas.
Dónde estás, maldita sea,
Dónde.
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