Vemos que la democracia es una más de las opciones criminales
que padecen los pueblos. La excusa moderna para continuar con la esclavitud y
la violencia.
Lo vemos en Brasil, en EEUU, en España, en Israel.
La democracia es perfecta. Su barniz electoral consigue que
seamos nosotros mismos los que nos pongamos la soga que nos ahorca.
Dicen que es la gente la que elije por eso toca callar
mientras se llevan las riquezas, mientras se abren las cárceles y se cierran
los hospitales, mientras la gente más empobrecida se empobrece más y muere
antes y muere peor y muere sin saber qué es una pizca de justicia pa los
miserables.
Qué engañados estamos al creer que la democracia es el
poder en las manos del pueblo, qué engañados estamos al creer que un día
venceremos luchando desde dentro, qué ilusos somos al no darnos cuenta de que
estamos atrapados en este engranaje delirante donde nuestros votos son el chantaje
para continuar extorsionándonos.
Ahora mismo, desarmados ideológicamente, atomizados, sin un
cordón umbilical que nos amarre al mástil de la utopía seguimos los cantos de
sirena de los demócratas y vamos aún más a la deriva.
Vemos manantiales pero la sed nos seca porque no hay agua
en esta travesía que dura cuatro años y luego se repite otros cuatro y luego
otros cuatro. Hasta la deshidratación completa.
No hay oasis en las democracias burguesas.
Todo son espejismos.