El sentido común se
esconde bajo la víscera, la mala leche lo enfanga todo y la presunción de
inocencia se olvida en estos caminos de ira españolista.
Un joven ha sido detenido y los medios de información han
engrasado la trituradora para destrozarlo públicamente.
Sin juicio, sin saber qué hostias ha pasado, las redes se
suman al linchamiento, afirman sin rubor que lo han matado porque llevaba
tirantes rojos y amarillos. Y se quedan tan panchos. Nada más se sabe de
momento.
Pero como tiene rastas, ya estuvo en el talego, es chileno,
es rojo, okupa, maricón, anarquista, vasco, catalán o ateo es suficiente argumento
para desollarlo.
La casquería en la que se han convertido muchos periodistas trabajan
a pleno rendimiento para que el populacho pida venganza, no para que se exija
justicia por los mendigos que queman, no para los homosexuales que golpean día
sí y día también, no para los zurdos que insultan, no para los hinchas de
futbol que arrojan al río. No.
La justicia desaparece siempre por el lado antifascista de nuestras
vidas.
Rodrigo Lanza, de momento yo sí
te creo.
yo también te creo.
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