Perdonadme

Hoy  pensaba que es iluso creer que se van a cambiar las cosas con votos, puñaditos de votos que caerán como caen los cuerpos  sobre el capitalismo más feroz.

Podrá engrasarse alguna maquinaria, podrá adecentarse alguna casa común, podrán verse algunos destellos de justicia pero las órdenes no vienen de los parlamentos ni de los ayuntamientos.

Los amos son otros, apátridas y criminales que no tienen en cuenta a la humanidad.

Por eso hoy es un día triste para mí, porque he visto alegría en las calles. Partidos políticos por los que siento simpatía, con sus globos y su esperanza, sus ganas de arrancar de cuajo la podredumbre que el fascismo ha instalado convencido de que será a perpetuidad.

Pero si observamos el mundo globalmente, si miramos a la cara a los pueblos con coraje y empatía, nos damos cuenta de que pa arrancar la soga que nos ahorca va a necesitarse mucha mano dura, mucha pelea, mucha cárcel y muchas edades rotas.

Hoy es un día triste, perdonad que ahora mismo tome al desasosiego de la mano pa escribir estas letras y ningunee con ellas a los que están en primera línea apostando todo o nada por la democracia de veras.

Mañana, seguro, miraré la realidad con fiereza, hoy sólo alcanzo a ser poeta.

Perdonadme todos aquellos que lucháis con vuestra verdad para llenar las urnas y conseguir así hacer chirriar al sistema.

Hoy me siento impotente porque las bestias no entienden las palabras, sólo entenderán si tienen miedo a perder el poder que les da su violencia.

Sólo aflojarán las cadenas si temen nuestra fuerza irredenta.