ARTICULOS ANTIGUOS DE SILVIA DELGADO

viernes, 28 de mayo de 2010

Mujer, poesìa, desorden


Es la mujer la que duerme los sueños del niño recién parido, la que los amamanta, nombrándolos a cada paso, entre canciones y arrullos, entre risas y amor abre al niño las puertas de un mundo hecho de voces y palabras.
Esta relación de intimidad, de profunda unión entre la mujer, la palabra y la vida, se hace añicos con el tiempo.
Aunque ha sido la mujer la que ha sembrado la imaginación al hombre que hoy escribe, se encuentra despojada de su voz, apartada del camino, como si ese hombre nunca hubiera sido niño y nunca hubiera descubierto a través de la mirada de una mujer el universo.
La palabra comienza así su caminar torcido.
*
Ella sale de nuestros úteros, viva, ensangrentada, llena de huesos y de raíces para después crecer en tierra extranjera, en patrias que no son neutras. Nosotras la buscamos con audacia en los infiernos y en los paraísos porque no aceptamos el sacrificio de tenerla alejada, de quedarnos deshabitadas y soñamos con traerla de nuevo a nuestros pechos, como al principio.
Por eso la mujer que escribe, que opta por explicar el mundo con su caligrafía inicia el oficio con las manos vacías y trabaja lentamente rehabilitando una a una cada letra.
Por eso, la mujer que escribe poesía se encuentra sobre arenas movedizas, en una geografía que no reconoce su existencia, que no valida la legitimidad de sus protestas, se encuentra una vez más desahuciada, sola, estrellando su voz contra los cristales. Arrastra soledades pretéritas pero también la soledad de ser poeta en una tierra que bosteza si escucha la voz de las mujeres poetas que se revelan.
Ejercemos nuestro oficio sin perder de vista que una vez y otra vez el olvido se incrusta en nuestros versos y a pesar de tener esto presente, continuamos en esta lucha múltiple, con varios frentes abiertos; el de ser mujer con la palabra expropiada, el de ser poetas, el de vivir en una sociedad necesitada hoy más que nunca de poemas en pie de guerra.
Y continuamos, verso a verso, sin bajar la voz ni el canto.
Continuamos verso a verso caminando con los puños y los dientes apretados, en solitario.
Inundamos el presente con poemas que desafían el orden, que señalan la gangrena del sistema, su feroz violencia. Tenemos mucho que decir, mucho aire por respirar, mucha queja por apuntalar.
Somos mujeres, poetas del desorden, y entre el plomo, el fango, las calaveras, vamos nutriendo la historia.

3 comentarios:

  1. Creo, querida Silvia, que ese camino no lo hace la mujer en solitario. Que en ese camino andado con el desorden como bandera son muchas las mujeres, muchos los hombres, que tratan de avanzar codo con codo.

    Un beso.

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  2. Si Rafa, tienes razòn en lo que comentas, ocurre que no he debido explicarme correctamnete, era mi deseo transmitir que la mujer que escribe poesìa irredenta, està arrinconada, a mi juicio, escribimos en solitario y no se nos tiene en cuenta. cuando cae en mis manos un libro de poesìa contestatarìa busco los autores y cuento con los dedos las mujeres que figuran en èl,el porcentaje es ridìculamente bajo o inexistente. Y todo esto ocurre a pesar de nuestra estrecha, ìntimn, relaciòn con la palabra. En fin, es sòlo mi opiniòn, un abrazo, Silvia.

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