ARTICULOS ANTIGUOS DE SILVIA DELGADO
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viernes, 28 de mayo de 2010
Mujer, poesìa, desorden
Es la mujer la que duerme los sueños del niño recién parido, la que los amamanta, nombrándolos a cada paso, entre canciones y arrullos, entre risas y amor abre al niño las puertas de un mundo hecho de voces y palabras.
Esta relación de intimidad, de profunda unión entre la mujer, la palabra y la vida, se hace añicos con el tiempo.
Aunque ha sido la mujer la que ha sembrado la imaginación al hombre que hoy escribe, se encuentra despojada de su voz, apartada del camino, como si ese hombre nunca hubiera sido niño y nunca hubiera descubierto a través de la mirada de una mujer el universo.
La palabra comienza así su caminar torcido.
*
Ella sale de nuestros úteros, viva, ensangrentada, llena de huesos y de raíces para después crecer en tierra extranjera, en patrias que no son neutras. Nosotras la buscamos con audacia en los infiernos y en los paraísos porque no aceptamos el sacrificio de tenerla alejada, de quedarnos deshabitadas y soñamos con traerla de nuevo a nuestros pechos, como al principio.
Por eso la mujer que escribe, que opta por explicar el mundo con su caligrafía inicia el oficio con las manos vacías y trabaja lentamente rehabilitando una a una cada letra.
Por eso, la mujer que escribe poesía se encuentra sobre arenas movedizas, en una geografía que no reconoce su existencia, que no valida la legitimidad de sus protestas, se encuentra una vez más desahuciada, sola, estrellando su voz contra los cristales. Arrastra soledades pretéritas pero también la soledad de ser poeta en una tierra que bosteza si escucha la voz de las mujeres poetas que se revelan.
Ejercemos nuestro oficio sin perder de vista que una vez y otra vez el olvido se incrusta en nuestros versos y a pesar de tener esto presente, continuamos en esta lucha múltiple, con varios frentes abiertos; el de ser mujer con la palabra expropiada, el de ser poetas, el de vivir en una sociedad necesitada hoy más que nunca de poemas en pie de guerra.
Y continuamos, verso a verso, sin bajar la voz ni el canto.
Continuamos verso a verso caminando con los puños y los dientes apretados, en solitario.
Inundamos el presente con poemas que desafían el orden, que señalan la gangrena del sistema, su feroz violencia. Tenemos mucho que decir, mucho aire por respirar, mucha queja por apuntalar.
Somos mujeres, poetas del desorden, y entre el plomo, el fango, las calaveras, vamos nutriendo la historia.
miércoles, 26 de mayo de 2010
Nosotros los locos
Hace tiempo que el ser humano fue abandonado a la intemperie.
Hace tiempo que lo dejaron a los pies de las bestias.
Hace tiempo de esto, también hace mucho tiempo que unos cuantos adoptamos la locura de estar vivos pese a los mordiscos.
Estamos locos pero no somos nosotros los que ponemos los muertos.
No somos nosotros los que guardamos silencio.
No somos nosotros los que vivimos a cubierto, lejos de las trincheras, lejos de las fronteras.
No, nosotros estamos aquí y ahora para decir con nuestras lenguas que los sueños jamás se desangran, que después de nosotros habrá otros locos con savia nueva.
Que no somos locos que tiemblan.
Nosotros estamos aquí para decir a los amos de la tierra que hacemos ruido con nuestras ideas.
Que el miedo nos pone de acuerdo para romper las cadenas,
que los días se van pariendo si se sabe esperar a la primavera,
que no limpiamos la memoria, que no limpiamos la sangre,
que tenemos tantos labios como deseos,
tanta rabia como esperanza
tanta sed como palabras.
Estamos locos. Si.
Somos locos, si.
Llevamos el futuro bordado en la piel
y la locura es nuestra bandera.
Hace tiempo que lo dejaron a los pies de las bestias.
Hace tiempo de esto, también hace mucho tiempo que unos cuantos adoptamos la locura de estar vivos pese a los mordiscos.
Estamos locos pero no somos nosotros los que ponemos los muertos.
No somos nosotros los que guardamos silencio.
No somos nosotros los que vivimos a cubierto, lejos de las trincheras, lejos de las fronteras.
No, nosotros estamos aquí y ahora para decir con nuestras lenguas que los sueños jamás se desangran, que después de nosotros habrá otros locos con savia nueva.
Que no somos locos que tiemblan.
Nosotros estamos aquí para decir a los amos de la tierra que hacemos ruido con nuestras ideas.
Que el miedo nos pone de acuerdo para romper las cadenas,
que los días se van pariendo si se sabe esperar a la primavera,
que no limpiamos la memoria, que no limpiamos la sangre,
que tenemos tantos labios como deseos,
tanta rabia como esperanza
tanta sed como palabras.
Estamos locos. Si.
Somos locos, si.
Llevamos el futuro bordado en la piel
y la locura es nuestra bandera.
domingo, 23 de mayo de 2010
La izquierda tibia
Una parte de la izquierda española, de esa zurda tibiecita, acostumbrada al traje, la rueda de prensa, y el maquillaje está empezando a incomodarse ante la situación de esta España que se derrumba a los pies de los oligarcas. Hoy hacen pucheros, se cruzan de brazos, y dicen enfadados, “yo ya no juego”. Pero han jugado.
Esa izquierda de pastel, prudente, comedida, democráticamente educada, esa que recogió el testigo de franquito sin chistar, sin un ay, por el pasado, sin un ay, por los crímenes que estaban pisando, hoy, les vemos acorralados, sin saber qué hacer, ni pa donde mirar.
Esa misma izquierda que ha callado cobarde y cómplice la tortura, esa misma izquierda de despojo que ha glorificado la ilegalización de partidos, que no dice ni mu, por no dejar decir a una parte de la sociedad vasca, esa misma izquierda, mamporrera, dueña de la desfachatez ideológica, que omite hablar del derecho de autodeterminación de los pueblos, que esquiva la cuestión de los presos políticos, que invisibiliza la realidad de los medios de comunicación cerrados a cal y canto, por decretazo, esa misma izquierda, con esta memoria y este presente tan delirantes, hoy anda como una bestia encarcelada, sin saber cómo escapar, como escurrir el bulto, como salvarse de este naufragio ya tan evidente. Y sacan de la chistera a sus teóricos, y hablan de los recortes del “zapatillo”, como si ellos no hubiesen favorecido, a lo largo de estos años este desastre con su silencio y felonìa.
Escurren el bulto, ahora que el barco se hunde inexorablemente.
Mientras no peligraron sus asientos todos fueron aplausos.
Pero hoy las cosas han cambiado, hay que salvarse a toda costa, decir lo que sea, proponer lo que sea, ponerse al lado de quien sea, quitarse de la foto, borrar ese pasado, jugar a “yo no he sido”.
Es tarde.
Su tiempo ya ha pasado, no se puede masturbar y diezmar con la otra mano.
Es hora de recoger los muebles y la ropa, es hora de dejar hacer a los que nunca se quedaron callados. Es hora, pues, ¡despejen el camino¡
sábado, 22 de mayo de 2010
Nadie espera a los poetas
Viñeta de El Roto
Ya nadie espera a los poetas. Nadie espera que andemos errantes con nuestras palabras cargadas de miedo, de esperanza y de guerras.
Ya nadie nos espera. Somos poetas sin tierra.
Tiramos nuestros poemas al vacio porque vivimos lejos, muy lejos del pan, la lluvia, las tinieblas.
Ya nadie nos espera, atrás quedaron Hernández, Figuera, Roque Dalton.
Quizás nuestras palabras olvidaron cantar y contar los horrores, quizá nos convencimos de que no somos hombres y mujeres comunes, quizá vivimos acorralados por nuestras propias letras.
Lo cierto es que ya nadie nos espera, nuestros poemas se mueren porque no se funden con el dolor entero.
No son manantial, ni abrazo, no se parten en mil pedazos.
Nuestros poemas fatigan sus lenguas con estrellas, con suicidios y se alejan cada vez más, por eso ya nadie nos espera.
Debemos gastar nuestro cansancio siguiendo a aquellos que jamás lavan sus ojos. Debemos convertir nuestros versos en fuego, en sementera.
Nosotros, los poetas, no podemos llegar tarde, ni vivir este tiempo lento, lento de miseria y quejas.
Es nuestra obligación alcanzar el paso de los que hoy, lejos de nosotros sueñan.
Ya nadie espera a los poetas. Nadie espera que andemos errantes con nuestras palabras cargadas de miedo, de esperanza y de guerras.
Ya nadie nos espera. Somos poetas sin tierra.
Tiramos nuestros poemas al vacio porque vivimos lejos, muy lejos del pan, la lluvia, las tinieblas.
Ya nadie nos espera, atrás quedaron Hernández, Figuera, Roque Dalton.
Quizás nuestras palabras olvidaron cantar y contar los horrores, quizá nos convencimos de que no somos hombres y mujeres comunes, quizá vivimos acorralados por nuestras propias letras.
Lo cierto es que ya nadie nos espera, nuestros poemas se mueren porque no se funden con el dolor entero.
No son manantial, ni abrazo, no se parten en mil pedazos.
Nuestros poemas fatigan sus lenguas con estrellas, con suicidios y se alejan cada vez más, por eso ya nadie nos espera.
Debemos gastar nuestro cansancio siguiendo a aquellos que jamás lavan sus ojos. Debemos convertir nuestros versos en fuego, en sementera.
Nosotros, los poetas, no podemos llegar tarde, ni vivir este tiempo lento, lento de miseria y quejas.
Es nuestra obligación alcanzar el paso de los que hoy, lejos de nosotros sueñan.
viernes, 21 de mayo de 2010
Las palabras no caducan
Somos valedores de tres palabras que han atravesado la historia. A lo largo de los siglos han muerto y ha habido que resucitarlas, rescatarlas de las manos sucias que siempre las emponzoñan.
Justicia, paz, libertad. Tres palabras sencillas que ponen en jaque una y otra vez cualquier sistema de explotación. Su sola presencia en nuestras voces altera el orden, lo hace temblar, descompone los cimientos levantados a golpe de cadenas, de sangre y de silencio.
Convierte el sistema depredador, aniquilador, en vulnerable.
Por esto creo que hay un intento nada sutil por intoxicar estos términos, por confundir, por desprestigiar a todo aquel que los utiliza, que los lleva en el corazón o como bandera tratando así de subvertir la prioridad de su existencia. Pretensión inútil.
Llegan tarde, nosotros ya hemos partido, caminamos con la firmeza que nos da saber que están cerca.
Caminamos alerta, desoyendo los cantos de sirena, sabemos que nos acechan por llevar estas palabras sencillas en nuestras protestas.
Ellas caminan junto a nosotros, de la mano, caminan las tres como una sola, a un mismo paso, con una sola voz, con un único canto.
Insisten por los siglos de los siglos, resisten, por los siglos de los siglos.
Y no se les derrumban los ojos.
Y no aceptan las sobras de la vida.
Y recogen del camino todos los ayes, todos los golpes, todos los cadáveres porque saben que un día dejarán de silbar los cuchillos, dejará de rugir el hambre y entonces, ellas, que murieron y nacieron tantas veces en la historia, alzarán el puño, nos mirarán de frente, y cantaràn con su voz única el canto de las que ya no mueren.
martes, 18 de mayo de 2010
Un puñado
Es muy sencillo interpretar la realidad:
Un puñado de criminales roba.
Un puñado de políticos custodian para que lo robado siga estando en las mismas manos.
Un puñado de periodistas mienten para que esta verdad tan obvia no sea revelada.
Un puñado de intelectuales se ocupa de repartir propaganda para que los criminales sumen más monedas a las monedas robadas.
Un puñado de jueces bajan el pulgar o lo levantan según el capricho de sus amos.
Un puñado de miles de policías vigilan para que el puñado de criminales pueda continuar multiplicando las monedas que nos han robado, para que los políticos nos sigan defraudando, para que los periodistas continúen engañando, para que los intelectuales insistan con su lenguaje amordazado, para que los jueces aten a la justicia muy cerca de lo robado.
Mientras esto sucede miles de millones de seres humanos mueren de hambre, de sed, de pena, de pobreza, de resistencia.
Miles de millones condenados a la ignorancia, a la deuda, a la explotación, al saqueo, al desempleo, a la miseria,
Miles de millones condenados a vivir respirando impunidad por todos los lados.
Nuestro desafío es detener el exterminio.
Resistir, resistir, resistir.
No reclinar los corazones, no bajar la voz, no usar las rodillas.
Sumar una a una nuestras injusticias, abrigarnos con la verdad de esta tierra salvajemente diezmada, desnucar esta pesadilla
Y parir en medio de tanto crimen una esperanza limpia, insumisa, bien nutrida.
sábado, 15 de mayo de 2010
Los lobotomizados de la letra, el cante, el arte
He necesitado un tiempo para reponerme, un tiempo, en el que he tratado de comprender por qué la gente suscribe el manifiesto exigiendo democracia en Cuba.
Es como si estuvieran tuertos o parcialmente ciegos o sencillamente ciegos y no vieran cosas que a la vista de todos están.
Esta gente que mueve el culo y la pluma para pedir libertad en países soberanos, no dicen nada sobre lo que ocurre en esta casa que algunos llaman España.
No saben de la tortura. No saben de los partidos políticos ilegalizados, no saben de los presos políticos que están en las cárceles, no saben de los medios de comunicación cerrados, de la violencia, no saben y si lo saben callan.
Enfermos de vanidad mueven la cola
Hacen propaganda grosera, masturban el sistema.
Se convierten en inquisidores, en vigilantes de su democracia tan vacía de justicia y como hace quinientos años, sueñan con llegar a América y reconquistarla con su verdad a medias.
Son la sociedad de los imbéciles, de los útiles, de los que se lanzan al linchamiento y ponen su jabón para limpiar la sangre.
En su falso escenario representan la opereta, el desatino, sirven de coartada y sonríen con la mano sobre la ceja. Huelen a podrido, a rancio, a oportunismo.
Viven en un país de espejismos.
Son los lobotomizados de la letra, el cante y el arte.
¡Y a mí me dan tanta vergüenza¡
miércoles, 12 de mayo de 2010
Carta al poeta Juan Gelman, amigo de Garzòn
Viñeta de Kalvellido
Estimado poeta:
Cuando usted recibió el premio Cervantes, dijo:” hay que tener ojos
en la nuca”; claro, pero también hay que tenerlos en la cara y poder
ver con ellos tanta infamia.
En su artículo “No se entiende”, retrata al juez Garzón como un
hombre bueno, un justiciero incomprendido, un señor con corazón que
se conmueve ante todas las injusticias del mundo.
Su juez, su salvador, ese buen tipo que usted describe hasta casi
conseguir convencernos, ha impulsado casos contra medios de
comunicación, asociaciones populares, partidos políticos, defensores
de derechos humanos, ha dictado ordenes de incomunicación contra
independentistas, anticapitalistas, etc., días eternos en los que son
torturados los detenidos con absoluta impunidad y su amado, admirado,
idolatrado Garzón es el creador de esta disculpa criminal del “todo
es eta, todo es terrorismo”
Usted ignora estos pequeños traspiés, estos deslices sin importancia
que el juez da en su carrera heroica y solitaria por una justicia universal.
Usted dijo también: “Ahí está la poesía: de pie contra la muerte”.
¿En contra de qué muerte se posiciona usted y, como consecuencia, su
poesía?, ¿de las muertes de un lado, y no de las del otro?, ¿de la
justicia para unos cuantos, no para todos?, ¿del rechazo a la tortura
de unos pocos, contados con los dedos de la mano?
Con verdades a medias solo se firman actas de defunción.
¿Qué le ocurre, poeta?
¿De verdad no se ha dado cuenta de que con sus letras legitima la
perpetuidad de estas prácticas, de esta justicia rota, amnésica,
depredadora?
Me avergüenzo de sus palabras, de su mirada parcial, de la fragilidad
de sus argumentos. Me avergüenzo porque maquillando el horror, ha
elevado muros que aíslan sus letras de las víctimas. Las heridas aquí
y ahora mismo, aún cicatrizan.
¿Qué le ha ocurrido, poeta?
¿Por qué silba y calla?, ¿por qué lame a la bestia?, ¿a dónde irá su
poesía, ya de luto?, ¿a dónde irán sus palabras, ya tan tuertas?.
Díganos poeta, ¿Cuándo sucedió su derrota?, ¿cuándo permitió las
dentelladas? ¿Es que no son para usted nada los gritos de los
torturados de mi tierra?
Usted y tantos como usted con su voz de piedra, defendiendo personas
con historias negras.
Usted, y tantos como usted, poniéndose de acuerdo para ensalzar al
lobo con piel de oveja.
¿Qué ha ocurrido, poeta?, ¿por qué bosteza?
Estimado poeta:
Cuando usted recibió el premio Cervantes, dijo:” hay que tener ojos
en la nuca”; claro, pero también hay que tenerlos en la cara y poder
ver con ellos tanta infamia.
En su artículo “No se entiende”, retrata al juez Garzón como un
hombre bueno, un justiciero incomprendido, un señor con corazón que
se conmueve ante todas las injusticias del mundo.
Su juez, su salvador, ese buen tipo que usted describe hasta casi
conseguir convencernos, ha impulsado casos contra medios de
comunicación, asociaciones populares, partidos políticos, defensores
de derechos humanos, ha dictado ordenes de incomunicación contra
independentistas, anticapitalistas, etc., días eternos en los que son
torturados los detenidos con absoluta impunidad y su amado, admirado,
idolatrado Garzón es el creador de esta disculpa criminal del “todo
es eta, todo es terrorismo”
Usted ignora estos pequeños traspiés, estos deslices sin importancia
que el juez da en su carrera heroica y solitaria por una justicia universal.
Usted dijo también: “Ahí está la poesía: de pie contra la muerte”.
¿En contra de qué muerte se posiciona usted y, como consecuencia, su
poesía?, ¿de las muertes de un lado, y no de las del otro?, ¿de la
justicia para unos cuantos, no para todos?, ¿del rechazo a la tortura
de unos pocos, contados con los dedos de la mano?
Con verdades a medias solo se firman actas de defunción.
¿Qué le ocurre, poeta?
¿De verdad no se ha dado cuenta de que con sus letras legitima la
perpetuidad de estas prácticas, de esta justicia rota, amnésica,
depredadora?
Me avergüenzo de sus palabras, de su mirada parcial, de la fragilidad
de sus argumentos. Me avergüenzo porque maquillando el horror, ha
elevado muros que aíslan sus letras de las víctimas. Las heridas aquí
y ahora mismo, aún cicatrizan.
¿Qué le ha ocurrido, poeta?
¿Por qué silba y calla?, ¿por qué lame a la bestia?, ¿a dónde irá su
poesía, ya de luto?, ¿a dónde irán sus palabras, ya tan tuertas?.
Díganos poeta, ¿Cuándo sucedió su derrota?, ¿cuándo permitió las
dentelladas? ¿Es que no son para usted nada los gritos de los
torturados de mi tierra?
Usted y tantos como usted con su voz de piedra, defendiendo personas
con historias negras.
Usted, y tantos como usted, poniéndose de acuerdo para ensalzar al
lobo con piel de oveja.
¿Qué ha ocurrido, poeta?, ¿por qué bosteza?
domingo, 9 de mayo de 2010
El rey està malito
Viñeta de Kalvellido
La patria tiembla. El rey es humano, enferma. Su sangre no es tan buena.
Este tipo que representa mejor que nadie el clasismo, la desfachatez, la ostentosidad, este tipo, que habla poco y mal, con cara de atolondrado, que de pronto aparece y de pronto desaparece sin dar explicación.
Este tipo que no rinde cuentas a nadie, hoy está malito y España tiembla
A este tipo y a su familia y a los consortes de su familia y a los hijos de sus hijos los soportamos hace demasiados años, tan horteras, tan creyentes, tan cosméticos.
Sostienen risueños este sistema feudal con el beneplácito de los de siempre, los mismos que regalaban Pazos a Franco, regalan barcos a ese señor Y este tinglao sigue su curso perverso manteniendo a la sociedad partida en dos; los que se rascan la barriga y los que se rascan el bolsillo.
Y bien, el rey está malito, no consiguió, de momento, sobornar a dios.
Pero hoy ha comido bien, pero fuma, pero le quieren, pero el pueblo se amontona en la puerta del hospital, pero el príncipe está lejos, pero ha sido todo tan rápido, pero la reina estuvo a su lado, sumisa.
Hay quien cree que este hombre fue parido por una divinidad, es lógica, entonces, la hecatombe.
Es lógica la parálisis, es lógica la estupidez de los que borran la memoria. De los que viven del cuento, de la falacia. Queda demostrado que la ética de algunos es caprichosa. Que no se atreven a ponerse enfrente de este tipo sin llamarle alteza.
Yo no quiero reyes en mi vida, me importa un bledo si está enfermo, me repugna verlo, me repugnan los cortesanos, me asquea ese puñado de gente que se apelotona rezando para que sane. Es el síntoma de la idiotez, del servilismo, del criminal empeño por perpetuar los privilegios adquiridos a golpe de sangre en las venas y en las manos. A golpe de esclavitud, de explotación.
Yo no quiero reyes en mi vida, no quiero palacios, ni príncipes, ni tanto meapilas, ni tanto besamanos, ni tanto súbdito, ni tanto canalla ilustre.
Que se laven las manos y cuando estèn limpias, ¡que trabajen, coño, que trabajen¡
La patria tiembla. El rey es humano, enferma. Su sangre no es tan buena.
Este tipo que representa mejor que nadie el clasismo, la desfachatez, la ostentosidad, este tipo, que habla poco y mal, con cara de atolondrado, que de pronto aparece y de pronto desaparece sin dar explicación.
Este tipo que no rinde cuentas a nadie, hoy está malito y España tiembla
A este tipo y a su familia y a los consortes de su familia y a los hijos de sus hijos los soportamos hace demasiados años, tan horteras, tan creyentes, tan cosméticos.
Sostienen risueños este sistema feudal con el beneplácito de los de siempre, los mismos que regalaban Pazos a Franco, regalan barcos a ese señor Y este tinglao sigue su curso perverso manteniendo a la sociedad partida en dos; los que se rascan la barriga y los que se rascan el bolsillo.
Y bien, el rey está malito, no consiguió, de momento, sobornar a dios.
Pero hoy ha comido bien, pero fuma, pero le quieren, pero el pueblo se amontona en la puerta del hospital, pero el príncipe está lejos, pero ha sido todo tan rápido, pero la reina estuvo a su lado, sumisa.
Hay quien cree que este hombre fue parido por una divinidad, es lógica, entonces, la hecatombe.
Es lógica la parálisis, es lógica la estupidez de los que borran la memoria. De los que viven del cuento, de la falacia. Queda demostrado que la ética de algunos es caprichosa. Que no se atreven a ponerse enfrente de este tipo sin llamarle alteza.
Yo no quiero reyes en mi vida, me importa un bledo si está enfermo, me repugna verlo, me repugnan los cortesanos, me asquea ese puñado de gente que se apelotona rezando para que sane. Es el síntoma de la idiotez, del servilismo, del criminal empeño por perpetuar los privilegios adquiridos a golpe de sangre en las venas y en las manos. A golpe de esclavitud, de explotación.
Yo no quiero reyes en mi vida, no quiero palacios, ni príncipes, ni tanto meapilas, ni tanto besamanos, ni tanto súbdito, ni tanto canalla ilustre.
Que se laven las manos y cuando estèn limpias, ¡que trabajen, coño, que trabajen¡
jueves, 6 de mayo de 2010
Hablemos claro
Hablemos claro:
Nos roban el tiempo, el dinero, el trabajo.
Nos mienten, nos traicionan, nos estafan,
nos prohíben pensar, decir, hablar.
Saquean países y los dejan a su suerte.
Fabrican sepulturas que después nos venden.
Nos vigilan, nos censuran, nos silencian.
Hacen propaganda del ojo por ojo, diente por diente.
Nos envenenan, nos suicidan, nos encarcelan.
Pervierten el lenguaje, adulteran las palabras, las manchan de sangre y cal.
Amenazan con quitarnos el agua, el aire, las semillas, el pan.
Nos convierten en pueblos desnutridos de letra y poesía.
Nos arrancan las verdades, nos traicionan de verdad.
Sacan los fusiles a las calles, amputan gobiernos hostiles,
Bendicen banderas genocidas,
banderas podridas de metal.
Y en medio del dolor entero
rompen las arterias de la tierra
para que nunca, nunca, nunca
sembremos sueños fecundos de libertad.
Pero esos sueños ya están sembrados,
y pronto, muy pronto, quizá ya,
atravesaremos la oscura noche de las violaciones.
Esta oscura noche de crimen e impunidad.
martes, 4 de mayo de 2010
Los enteraos
Viñeta de Kalvellido
Dicen que Franco todas las mañanas se sentaba a desayunar y mientras
lo hacía iba leyendo las interminables listas de los sentenciados a
muerte, daba su aprobación con la palabra “enterao” y continuaba con
su café plácidamente.
La realidad no ha cambiado mucho.
Hoy, los que entonces eran aprendices del dictador ocupan su sitio, y
en el mismo trono criminal en el que se sentaba el asesino desayunan
diariamente, y también, entre mantequilla y tostada, leen las
eternas listas de los condenados.
Y como entonces, los medios de comunicación, sentados siempre a la
derecha, callan las ejecuciones. Su denuncia de la violencia siempre
es muy selectiva, cargan una decencia demasiado frágil, demasiado
yerma.
Y como entonces, muchos intelectuales besan las manos de los amos,
alzan la voz por los garzones de turno, mueven la cola, entran en
cólera, hacen su propaganda, aceitan de esta forma los engranajes del
sistema para que no se vaya oxidando y siguen, como si nada, husmeando
la sangre derramada.
E igual que entonces, hoy, nosotros también sabemos los nombres de
los que, como Franco, se dan por enterados.
Conocemos a los partícipes del saqueo, a los cómplices, a los que
fabrican las sogas, a los que la anudan al cuello. Sabemos lo que
están haciendo, estamos con el oído atento.
Llevan la cruz y la espada y huelen a cuadra.
Sabemos que tienen miedo, que se golpean el pecho, que planean
ajustes, que maquillan las cifras. Hacen ruido, mucho ruido, humo,
mucho humo, porque no se puede apuntalar ya su infamia, porque a
golpe de verdad los vamos empujando.
Tienen los días contados.
Los campos, las fábricas, las calles, están llenas de brazos que se
vacían, de hombres y de mujeres asfixiados por las deudas, acosados
por el hambre. Los muertos esparcidos y los vivos a la intemperie. La
pobreza hace muy bien su trabajo de exterminio. Y mientras observamos
nuestras mesas sin pan y sin salario escribimos a la izquierda de sus
nombres (como ellos hacen diariamente): ”enterados, enterados,
enterados”.
Dicen que Franco todas las mañanas se sentaba a desayunar y mientras
lo hacía iba leyendo las interminables listas de los sentenciados a
muerte, daba su aprobación con la palabra “enterao” y continuaba con
su café plácidamente.
La realidad no ha cambiado mucho.
Hoy, los que entonces eran aprendices del dictador ocupan su sitio, y
en el mismo trono criminal en el que se sentaba el asesino desayunan
diariamente, y también, entre mantequilla y tostada, leen las
eternas listas de los condenados.
Y como entonces, los medios de comunicación, sentados siempre a la
derecha, callan las ejecuciones. Su denuncia de la violencia siempre
es muy selectiva, cargan una decencia demasiado frágil, demasiado
yerma.
Y como entonces, muchos intelectuales besan las manos de los amos,
alzan la voz por los garzones de turno, mueven la cola, entran en
cólera, hacen su propaganda, aceitan de esta forma los engranajes del
sistema para que no se vaya oxidando y siguen, como si nada, husmeando
la sangre derramada.
E igual que entonces, hoy, nosotros también sabemos los nombres de
los que, como Franco, se dan por enterados.
Conocemos a los partícipes del saqueo, a los cómplices, a los que
fabrican las sogas, a los que la anudan al cuello. Sabemos lo que
están haciendo, estamos con el oído atento.
Llevan la cruz y la espada y huelen a cuadra.
Sabemos que tienen miedo, que se golpean el pecho, que planean
ajustes, que maquillan las cifras. Hacen ruido, mucho ruido, humo,
mucho humo, porque no se puede apuntalar ya su infamia, porque a
golpe de verdad los vamos empujando.
Tienen los días contados.
Los campos, las fábricas, las calles, están llenas de brazos que se
vacían, de hombres y de mujeres asfixiados por las deudas, acosados
por el hambre. Los muertos esparcidos y los vivos a la intemperie. La
pobreza hace muy bien su trabajo de exterminio. Y mientras observamos
nuestras mesas sin pan y sin salario escribimos a la izquierda de sus
nombres (como ellos hacen diariamente): ”enterados, enterados,
enterados”.