ARTICULOS ANTIGUOS DE SILVIA DELGADO

martes, 25 de diciembre de 2018

Las manos leprosas



Que no nos toquen sus manos leprosas,
que caigan sus párpados sobre cada crimen,
que sus lágrimas incontenibles desborden los ríos
hasta ser un mar que se revela contra sí mismo.

Que su voz de acero reviente los muros y caigan sobre ellos
los cráneos amontonados siglo tras siglo.
Que de noche no duerman,
que la elegía más triste sea la razón de su vigilia.
Que no puedan prolongar su estirpe y su legado se pudra hasta convertirse en estiércol que fertiliza.
Que sus casas caigan devastadas y ni siquiera las ratas quieran anidar en las ruinas.
Que no puedan morir.
Que no mueran nunca.
Y que las estrellas iluminen para siempre los rostros de sus víctimas.

sábado, 22 de diciembre de 2018

Los infrahumanos



Este año prefiero terminarlo pensando en los infrahumanos:
En los maltratadores, violadores, gente de la peor calaña que se pasean impunes por nuestras calles mientras nosotras seguimos pa`lante como si fuéramos victimarias.
Pienso en los proxenetas, en esas alimañas que ponen mujeres a la venta como trozos de carne y pienso en los puteros que consumen vaginas a buen precio.
Pienso en aquellos que creen que tienen derecho a robar la paz y las materias primas a cambio de inflamar vientres que agonizan.
Pienso en los que firman acuerdos para que se construyan más vallas, para que se disparen más balas, para que se mueran los refugiados que esperan sin esperanza ser tratados sencillamente como seres que sienten y piensan.
Pienso en los patriotas que recuerdan la patria sólo cuando peligra su España y no cuando lo que peligran son las libertades democráticas.
Pienso en los carceleros, en los jueces, en los fiscales que persiguen a quienes no comulgan con sus ideas ni con sus leyes.
Pienso en los emperadores, unidos como hermanos para el desastre irreversible de la tierra, del mar, del aire.
Pienso en los inmensamente ricos, en los inmensamente miserables que cierran los ojos de la humanidad para siempre.
Pienso en todos ellos y en los indiferentes, en los machitos de puño izquierdo, en los antiimperialistas que aplauden lo que sucede en Yemen o en Siria, en los charlatanes republicanos que no dudan en besar al rey su mano, en los opinólogos que son liendres y de nada entienden, en la panadera que vota a la derecha, en los sindicalistas que hacen horas extras, en los que defienden la sentencia que mantiene a los de Altsasu en la cárcel, en los que se quedan mudos cuando es preciso que ladren, en los que ladran cuando es preciso que callen, pienso en todos aquellos que de una forma u otra son culpables de estas vidas que se parten, de estos pueblos que se rompen, de este vivir ahorcados por la guerra, la represión o por el hambre.
De este vivir sin alas, sin cielos, sin oasis.
Afirmo que son infrahumanos porque están a medio parir y a medio parir nos obligan a existir igual que bestias.



lunes, 17 de diciembre de 2018

El azar



Si volviera a nacer no sé dónde me dejaría el azar.
No sé si yo asomaría entre las piernas de una mujer para ver por primera vez la pobre luz de los que nada tienen.
No sé si vendría a la vida de una madre mil veces violada cuando en el horizonte dibujaron para ella un futuro de abundancia y creyó que era posible dejar atrás la miseria que sus padres le dejaron en herencia.
No sé si mi primer grito sería bajo los escombros de cualquier guerra, con una madre muerta y la soledad del calostro derramándose inútil por su piel gélida.
No sé si nacería en una ciudad que parpadeara impenitente su alegría mientras mi condena fuera la tristeza por ser mujer o por ser negra.
No sé si nacería en el campo cuando se reparte el jornal de las esclavas y se azota a quienes paren a deshora, a quienes no menstrúan, a quienes son embestidas por falos hasta preñarlas por la fuerza.
No sé si nacería en la cárcel una noche de tormenta, que recordara las torturas nueve meses antes.
No sé si el azar me dejaría en el útero de una mujer cuando en su casa todo escaseara y alguien le ofreciera por mí, dinero a tocateja.
Si volviera a nacer no sé qué rincón del mundo elegiría el azar para dejarme. Quizá el mismo que ahora tengo y desde el que afirmo que todas pudimos haber sido esa humanidad que crece sobremuriendo a duras penas.
Tuve suerte, eso es todo.
Pude haber tenido peor destino y ser otra la poeta que mira con nausea este mundo y lo cuenta.

viernes, 14 de diciembre de 2018

El Bálsamo de Fierabrás



A esta hora se multiplican los nigromantes.
Asoman en las pantallas de televisión, en la prensa escrita, en las redes y en los libros con su aire de sabelotodo para convencernos de que ellos ven el porvenir en el poso de sus cafés y por eso saben que nada se puede hacer, que el mundo es así, que siempre hubo explotadores y explotados y lo mejor es prepararse para minimizar los daños.
Y se quedan tan panchos. Creen que vivimos en el mejor de los sistemas posibles. No imaginan que un paso más allá estamos nosotros preguntándonos por qué a las democracias se les llenan las tripas de cadáveres.
A estos nigromantes bien amaestrados en las universidades yo les diría que el porvenir que ellos pregonan viene ya degollado, que todo es un engaño porque detrás de las urnas, en la sombras o bien iluminados, los que lo tienen todo se reparten los despojos de lo que va quedando: tierra, aire, agua, materias primas, esclavos.
Y a estos nigromantes de manos y trajes finos, de locuaces oratorias, de púlpitos, estrados, de platós y editoriales les digo que nunca antes se llenó el aire con tantas mentiras. Que nunca antes hubo tantos mercenarios de las ideas en pie de guerra para inocularnos mansedumbre e impotencia.
Su oficio es convencernos de que las cadenas son mejores que las cuerdas.
Que mejor encadenados que ahorcados.
Que mejor aceptar esto que perderlo todo rebelándonos.
Y qué quieren que les diga, es urgente poner en evidencia que nos venden el Bálsamo de Fierabrás de la democracia  sabiendo que de nada sirve.


viernes, 7 de diciembre de 2018

A garrotazos



Nos domina la víscera, la entraña más vil, la casquería.
El cuerpo se nos llena de bilis y salimos a la caza del culpable. Fuera de nosotros mismos encontramos otros pueblos a los que dirigir el odio, otras banderas a las que señalar con el dedo y bajar de inmediato los pulgares.
También sucede con la izquierda que incapaz de mirarse a sí misma prefiere tomar el atajo de la ofensa, el menosprecio, la humillación de sus iguales.
Si el fascismo avanza en cualquier lugar del mundo, si llegan al parlamento andaluz o vasco, si pasean sus pezuñas, impunes y arrogantes, la responsabilidad es de todos nosotros que nos posicionamos en la trinchera de la izquierda. No estamos haciendo bien nuestro trabajo en el desierto de las ideas, no sabemos organizarnos de manera adecuada, preferimos atomizar cada lucha con nuestras diferencias, en definitiva:  no tenemos ombligo en el que mirarnos.
Lo cierto es que yo sé muy pocas cosas, casi nada, pero lo que sí sé es que mientras nos lanzamos pedradas, nos arrancamos la piel a dentelladas, mientras lanzamos arena a los ojos de compañeros potenciales, las victorias son de otros y también las calles.


lunes, 3 de diciembre de 2018

Compañeros andaluces



Compañeros andaluces, nombres anónimos que a pie de calle ondeáis la bandera del antifascismo:
He apretado vuestras manos como se aprietan las ideas que se llevan hasta la muerte.
He caminado a vuestro lado por esa tierra emputecida tan llena de injusticias y he compartido palabras y vino en tardes que nunca terminan.
He comprobado que vuestro coraje no se desgasta con los años si no que se estrena una y otra vez con cada día.
Os he visto en el arte, en la literatura, en el cante.
Os he visto arañando la memoria de los asesinados.
Os he visto solidarios con el inmigrante, solidarios con otros pueblos, de frente frente al imperio.
Compañeros, la lengua bífida del fascismo se estrenará en vuestro parlamento, bajo vuestro mismo techo, pero podía haber sido bajo el nuestro.
Nada nos separa.
Siempre hubo, en todos los lugares, esclavos contentos que a pesar de su hambre antigua besan los pies de quienes tienen en propiedad el suelo, el cielo y el aire.
Compañeros antifascistas, hombres y mujeres de bien que nunca claudicáis: hoy necesitamos el pecho frío, el puño alzado, las venas ardientes y esa lucha solemne y ejemplar que asciende desde las raíces por toda Andalucía.

domingo, 2 de diciembre de 2018

España ha muerto



Los inmigrantes van y vienen por nuestras calles; nos venden pañuelos mientras tomamos café, limpian nuestras casas, cuidan de nuestros niños y de nuestros ancianos, trabajan a destajo en los andamios, de sol a sol en los invernaderos, se dejan la vida en las vendimias. Los que trabajan.
Los que no lo hacen, los que no encuentran quien pueda explotarles, invisibles a nuestros ojos, no existen salvo para ser perseguidos, hostigados, golpeados, detenidos por la policía o asesinados por cualquier fascista.
Y siguen viniendo a través del mar o atravesando las fronteras, siguen llegando a nuestra tierra compañeros que quieren lo mismo que nosotros: paz, pan, techo, salario.  Son iguales que nosotros, pero más pobres porque a ellos los han empobrecido más salvajemente, porque a ellos los diezman con sed y plomo, porque para ellos vivir tiene la urgencia de la huida, la urgencia del exilio, la urgencia de escapar, aunque paguen el peaje con sus propias vidas.
Y este país de mierda los trata como si fueran bestias, como si fueran despojos, como si fueran piedras.
Estoy tan harta de esta España deshonesta, tan vil y tan canalla.
Tan harta estoy de las palabras necias, de ver a estos compañeros llegando a nuestras costas para encerrarlos en cárceles donde reciben golpizas o se ahorcan.
Qué espanto esta España, qué hueca está, qué tierra de egoísmo y desmemoria.
No hay remedio, España ha muerto.