ARTICULOS ANTIGUOS DE SILVIA DELGADO

martes, 23 de agosto de 2016

El icono sirio


La idea de que el mundo es un lugar colonizado por la brutalidad es cada día más certera
 La imagen del niño ensangrentado, cubierto de polvo, asustado, fue impactante, un disparo al corazón.
Pero después de ver esta imagen yo, Silvia, una poeta cualquiera, no pude evitar que  los pensamientos me llevaran a ver  los rostros de los niños palestinos  abandonados a su suerte detrás de unas rejas, después estos mismos pensamientos tan tiranos como justos me llevaron hasta los cuerpos  de los niños deformados por el hambre y segui’ pensando no sólo en los niños, también en las madres del mundo que acarrean sus recuerdos por las fronteras y pensé en los padres que se protegen del miedo a morir de balde  y pensé en los viejos anónimos que se abandonan  cuando lo pierden todo, incluidas las ganas de sobrevivir en un sitio que no les pertenece y   entonces, cuando pude mirar el mundo como un todo, sin fragmentos olvidados, sin trozos convenientemente enseñados, sin terrores de primera y terrores de tercera, entonces, exhausta, concluí  que si han sentado a ese niño sirio en los sillones de nuestra casa hasta convertirlo en icono de la barbarie, si nos lo han presentado mientras comemos es porque existe el siniestro objetivo de fabricar opiniones  favorables pa que se afilen mas sables.
Qué quieren que les diga, la humanidad entera tiene muchos enemigos,  deberíamos aprender a estar alerta, conocer todas las trampas de manipulación, preguntarnos por qué este niño interesa que se conozca y otros no, en definitiva es necesario que sepamos  que a cambio de una foto descarnada difundida en horario prime time, estamos siendo preparados para bendecir las masacres por la libertad y la democracia  que, seguro, están a punto de realizar.

domingo, 21 de agosto de 2016

El castigo


El castigo por vivir junto a los otros,
por hacerse presente cuando España
precipita a sus pueblos a la obediencia ...es la cárcel.

El castigo por ser pueblo, por ser joven, por ser soberano
y latir a contracielo en una tierra yerma de conciencia...
es  la cárcel.

El castigo por estar con sus ejemplos,
 por no dejar pasar de largo
 el miedo a perderlo todo:
La casa y los salarios,
la risa y los ahorros,
las alas sin quebrarse…
es la cárcel.

El castigo por ser completamente humano es la reja que aísla,
el escarnio a toca teja,
el olvido en los rincones privados de las celdas.

El castigo por ser Andrés o Alfon o Yolanda,
por ser Iñaki, o Josu o Amaia,
el castigo por tener un nombre propio
en medio de odiosos anonimatos
es soportar la dureza solitaria
de ver pasar los años
mientras fuera muchos callan las torturas esparcidas
y unos pocos martillean el aire con terribles  gritos de justicia.

viernes, 19 de agosto de 2016

Yo me iré


 Yo me iré
y aún quedarán
los escrúpulos caducados
a las puertas de las casas doradas
porque nada les importa salvo el miedo
a que les arranquen la violencia de las manos
con la violencia de los hambreados de la tierra.

 Yo me iré y aun estarán los dioses y sus esclavos
arrodillando vidas con sus paraísos de fábula
porque nada les importa salvo
eternizar su codicia con  el miedo al pecado que no se perdona.

 Yo me iré y aún
quedarán palomas sobre alacranes desafiando
con cada vuelo
el acoso  de sus venenos,
aún quedaran nombres propios buscando
manantiales en la existencia más yerma,
aún quedarán pueblos amaneciendo
a pesar de la noche larga en la que vivimos desde que tenemos memoria

Podre irme en paz
a la tierra o a la nada,
con mi puñado de versos
y el recuerdo dulce de los rostros
que aún hidratan la esperanza
aunque los escrúpulos  caduquen
a las puertas de las casas doradas.





lunes, 8 de agosto de 2016

Brigadas internacionales


No quisieron quedarse con los brazos caídos mientras anochecía
en un pueblo que empeño su amanecer y salió vencido.
No quisieron dejar crecer sus raíces hasta morirse.

Vinieron a los hechos consumados,
a la sangre y a los piojos,
 a quedarse con muñones,
a reventar su futuro con recuerdos que quemaron toda una vida.
Toda.
Vinieron para dejarnos su trabajosa solidaridad,
su ternura,
 su bárbara empatía.

Vinieron porque los paredones  se multiplicaban,
porque las infancias se perdían entre el miedo y el hambre.
Y el miedo y el miedo.
Y el hambre.

Vinieron porque no podían quedarse quietos
mientras aquí el odio arrinconaba a la justicia
y la muerte era a veces un respiro
y la dignidad quedaba a solas,
de espaldas a un mundo que ignorante lo llamaba guerra fratricida.

Vinieron y se hizo babel en las trincheras,
y se hizo babel entre los heridos
y se hizo babel porque quisieron
defender un sueño.
Sólo eso.

Casi sin nombre, casi sin origen,
sólo su cuerpo,
sólo su canto libre,
sólo su amanecer dolido en la oscuridad de una patria  que murió aquellos años
de brutal felonía.


martes, 2 de agosto de 2016

Amor versus justicia


Vamos por la vida repitiendo ingenuamente que el amor lo puede todo, como si fuera un bálsamo prodigioso que nos barniza contra las adversidades, pero lo cierto es que el amor nada puede cuando el hambre es el primer abismo que surge entre dos amantes.
Creemos que con sólo amar, que sólo porque amamos a pleno pulmón el mundo puede volverse en un lugar menos hostil. Nos convencemos de que seremos capaces de ver hermosura en los andrajos, romanticismo en las ventanas sin cristales, ternura en los pezones resecos.
El amor sentido como si fuera un antibiótico que sana día día.
Yo creo en el amor, claro, creo en lo cotidiano, en los ojos de los que aman con la sola condición de ser amables, tiernos, solidarios, creo en los gestos, pero en lo que de verdad creo, por encima de todas las cosas, es en el omnipotente sueño de justicia.
El mundo nada habría cambiado si este sueño no se hubiera multiplicado, si hombres y mujeres no hubieran dado su vida por él a lo largo de los siglos, si personas comunes y corrientes no hubieran ideado fórmulas de lucha para acercar el ideal a la tierra y a la vida.
El deseo de repartir  las semillas, el deseo de conseguir abrigo, el deseo de nutrir de letras a los sedientos de ideas, el deseo de hacer de nosotros seres más humanos. Ese anhelo o sueño o como queramos llamarlo es Lo que ha conseguido que ahora mismo en algunos lugares del planeta  los viejos , por ejemplo, pueden morir casi en paz y casi sin indigencia.
Entonces amar esta bien, pero mejor amarnos calzados, mejor medir nuestro torrencial amor entre las victorias sucesivas y no tener que ponerlo en la mira cuando la derrota nos pudre la existencia.
Debemos amarnos, obviamente, como sólo los y las emputecidas sabemos hacerlo pero sin perder de vista el horizonte nítido donde espera para todos el pan y la alegría .