ARTICULOS ANTIGUOS DE SILVIA DELGADO
▼
miércoles, 30 de diciembre de 2015
jueves, 24 de diciembre de 2015
Las huellas
Con frecuencia me pregunto cómo sería el ser humano si no hubiera
violencia.
Si no tuviésemos presente el temor al golpe o a la patada. Si no conociéramos el
horror del hambre o de la cárcel.
Si no creyéramos como algo posible vivir la incertidumbre de un exilio o de una
frontera cerrada a cal y canto.
Si el palimpsesto
con que el que venimos a la vida, con el que recorremos escuelas, trabajos, calles,
rebeldías, hubiera desparecido para siempre.
No puedo creer que la humanidad no sepa vivir en paz, no
me puedo creer que los hombres y las mujeres acepten el sable como inevitable,
que sea inevitable la bofetada, el insulto, el grito, la masacre.
No puedo creer que aceptemos como irremediable la
injusticia impuesta sobre millones de seres.
Por esto me pregunto, ¿cómo será de hermoso y apacible el
hombre en paz enteramente?, ¿cómo será esa mujer que no conoce ni a dioses de
barro ni a esclavos?
¿Cómo serán sus
miradas, sus horizontes, su piel estremecida a ratos por la lluvia, a ratos por
la risa de un niño que es mecido hasta dormirse?
¿Como será ese asombro de vivir sencillos, sin el peso del
miedo que lacera?
¿Cómo será vivir con la historia mirándose en el espejo sin
ojos que la deformen, sin lápices que la escriban y la atrofien?
Me pregunto estas cosas de poeta, ahora que las preguntas
escasean porque no encuentro un bálsamo
que consuele esta visión monstruosa de lo humano. No es fácil creer cuando
alrededor el desasosiego se clava en cada casa con cada violencia repetida.
Es cierto que aisladamente, como archipiélagos colosales, conocemos seres humanos en toda su grandeza,
los vemos diariamente inmensos, generosos y desafiantes batirse en duelo en las
calles, los vemos a la intemperie señalando el dolor de vivir triste y desahuciado, los vemos en remotos
países y aquí al lado, apuntalando la existencia de quien lo ha perdido todo.
Soy capaz de reconocerlos desde lejos, auténticos y libres. Ojalá se multiplicaran millones de veces, y lo extraño, entonces
fuera ver desenvainar el rifle, golpear
con saña, explotar niños, fabricar guerras.
----
Deseo vivir en un
lugar donde hablar de paz no sea extraordinario, donde la violencia sea
acorralada aunque lleve máscaras.
Cuando pienso en mi propia vida, lo hago con la
curiosidad del restaurador de muebles. Reconozco la carcoma, los barnices que
mano sobre mano se han ido agarrando a la piel, veo las cerraduras oxidadas, el
olor intenso del paso del tiempo.
Como si esta vida mía fuera representativa de una época o
de una sociedad repaso las personas que estuvieron a bordo de mi misma, los lugares por los que caminé, cada una de
las contingencias con las que he debido enfrentarme y en todas encuentro un
nexo común, aprendido como inevitable, interiorizado como inexcusable: la
violencia.
Primero la violencia en la casa, después en la escuela, después en la adolescencia con las detenciones, la represión en las calles, los asesinados con cal o con picana, después los trabajos, explotada, humillada, después o al mismo tiempo las relaciones personales a veces tortuosas o toxicas, después lo viajes por otras patrias. La violencia està tan presente en nuestras vidas que casi no la percibimos, nos hemos aclimatado en ese territorio hostil y subsistimos a duras penas, a veces alegres.
Primero la violencia en la casa, después en la escuela, después en la adolescencia con las detenciones, la represión en las calles, los asesinados con cal o con picana, después los trabajos, explotada, humillada, después o al mismo tiempo las relaciones personales a veces tortuosas o toxicas, después lo viajes por otras patrias. La violencia està tan presente en nuestras vidas que casi no la percibimos, nos hemos aclimatado en ese territorio hostil y subsistimos a duras penas, a veces alegres.
Soy ingenua, lo sé, no quiero morirme sin conocer la paz entera.
Quisiera andar los caminos con todas mis preguntas y
también con algunas respuestas.
Quiero mirar al hombre, al niño, a la mujer y comprobar que en su piel no hay marcas, que
en su mirada no hay marcas, que en sus ideas no hay marcas, que en sus
corazones no hay marcas, de violencia, de impotencia, de rabia.
En fin, moriré, qué duda cabe, quizá de muerte natural,
pero esto es poco probable.
Moriré y eso será
todo.
Quizá antes de morirme, quien recoja mi cuerpo o cierre
estos ojos o me agarre la mano, sea libre y pacífico y sepa hablarme al oído
como si estuviéramos solos y nunca, nunca, el odio hubiera sido parido.
Sopelana, 24 diciembre, 2015
Sopelana, 24 diciembre, 2015
miércoles, 9 de diciembre de 2015
Manifiesto en soledad
No puedo escribir
a espaldas de la vida, como si este oficio fuera ocultar distraídamente los ríos de sangre, los
manantiales de sueños, las memorias sepultadas, los ejércitos de paz que
pisotean crimen tras crimen.
En estos tiempos de muertes evitables urge declararse en
rebeldía. Urge desenvainar la
palabra para clavarla en la yugular de
la barbarie. No es bastante con lamentarnos del mundo en el que vivimos, debemos
tomar partido y disparar ráfagas de protesta contra todas las formas de
indiferencia.
No soy una poeta pesimista ni apocalíptica soy capaz de reír
y de cantar. Aun puedo contar estrellas y caminar sin ritmo ni destino por los
sueños o por los libros.
Pero ser estúpidamente optimista no me impide ver el futuro
como un lugar uniforme, con menos aire y menos semillas, con menos lenguas, más
látigos y más depredadores.
El mundo que seguramente viene pariéndose desde que el
capitalismo se hizo dueño y señor de casi toda la tierra es un lugar en
penumbra con la sola luz de las monedas, donde nada vale o todo tiene un
precio, desde el tiempo hasta los partos, desde los úteros hasta los sudarios,
desde los frutos hasta los panes y los peces.
Todo tiene un precio ahora mismo y todo tendrá su valor
en el mañana.
Cada cuatro años
elegimos quienes podrán distribuir nuestras pobrezas. Las urnas son la excusa para legitimar la
violencia.
Las guerras que se
inventan son los salvoconductos de los
codiciosos para ordeñar las patrias
ajenas hasta dejarlas resecas.
En Argentina, en Grecia, en Siria, en el Estado español.
En África, en Asia, da igual.
El imperio de la codicia triunfa y no importan las
muertes ni los bombardeos, no importan los desiertos que crecen, ni los
diluvios, ni los bosques que desparecen.
Mueren los pájaros y los nómadas.
Mueren los mares y la lluvia y los glaciares.
Y el suelo se mueve y se mueven los pueblos
desesperadamente.
Y todos reconocemos la farsa de las democracias pero aún así,
esperamos que con nuestro voto los siguientes años, cambiarán las cosas:
abrirán las cárceles, se congelarán las bombas, se multiplicaran las casas.
Decidimos ignorar que no somos libres, que andamos vigilados,
que peligran las voces, que vivimos hermanados con todos los pueblos porque a
todos nos crucifican con los mismos métodos, con las mismas mentiras, con los
mismos espejismos.
Mansos hijos de la barbarie.
Y comprendo el optimismo que impera hoy día. Es necesario,
a veces, convencerse de que será posible, con el mínimo esfuerzo, torcer el
tobillo al destino amargo y letal del capitalismo.
No cambiará nada con los votos. Nada.
Es parte del juego, de la trampa, dejarnos votar,
hacernos responsables.
Pero no saldremos de las arenas movedizas si para salir
de ellas creemos que las opciones políticas tirarán de nuestros brazos hasta salvarnos.
Ni en EH, ni en Chile, ni en Irlanda, Ni en Túnez.
Las elecciones son maniobras de distracción donde,
mientras vivimos la ilusión de cambiarlo todo, las oligarquías continúan con su
delirante expolio.
Y nada les importa. Nada.
Nada temen.
Lo quieren todo: los brazos, los bosques, las banderas.
Pagan con sangre ajena.
Por todo esto yo no creo en la libertad de las democracias
que padecemos. No creo que las elecciones sean transparentes, sin mácula.
Los medios de comunicación, las encuestas, los debates
televisados se encargan de dirigir lo pensamientos, de acomodarlos pa que todo
sea màs de lo mismo.
Y si aún así los resultados
no convencen, pues se ilegalizan partidos o se encarcela a los que desafían
esta gran farsa. La banca siempre gana.
Por esto me planto.
Aquí me quedo,
nos vemos en las calles
entre el verso y el pan
entre el pan y la tierra,
entre la tierra y la vida.
No cuenten conmigo,
para ir a las
urnas.
No cuenten conmigo para pagar a escote
a tanto ladrón del cielo,
del suelo
de la paz
y de las patrias.
Sopela,
9 de diciembre 2015
sábado, 21 de noviembre de 2015
La tele y los malos
Soy una mujer corriente y
tengo la insana costumbre de sentarme en el sofá y encender el televisor.
Al instante empiezo a sentir como si a
mi mente le hubieran declarado la
guerra; me bombardean por todos los flancos con imágenes estremecedoras, me
cuentan relatos espeluznantes, me muestran mapas, libros, razones y banderas.
Me explican con todo detalle quienes son los malos y por
què es urgente neutralizarlos.
A todos, porque entre ellos, mezclados, están los peores, los
que se colocan el cinturón de metralla, los que degüellan frente a la pantalla,
los que toman droga y disparan a todo el que se mueva.
Son mis enemigos entonces, los culpables de las masacres,
pero sólo de las masacres que suceden en Occidente, las demás qué y a quién importan.
Quieren vengarse, por eso matan.
Quieren someternos, por eso matan.
Quieren que todas las mujeres nos tapemos la cara, por
eso matan.
Quieren imponernos un diosito que lleva turbante y barba,
por eso matan.
Después salgo a la calle
y veo personas similares a las que me mostraron, igual vestidas, igual
de escurridizas, hablan igual de raro y se arrodillan cinco veces pa rezar
mirando hacia un mismo lado,. Tienen muchos hijos. Viven de prestado, llenan
los barrios de ruido, de esencias, de cantos raros.
Les miro sin parpadear por si alguno de ellos hace un
gesto extraño y volamos.
Ojalá se vayan todos.
Regreso a casa, me siento enfrente del televisor y escucho
que Francia ataca a Siria de nuevo.
No me extraña, pienso, son muy malos.
Francia debe matarlos.
Francia debe cerrar sus fronteras a cal y canto, expulsar
a todo el que pueda, detener a los más jóvenes, porque son los más sospechosos,
iniciar una cacería donde no hay jungla si no ciudades luminosas y asfalto.
¡Ay, Francia, cómo defiendes tu patria ¡
¡Ay EEUU, cómo apoyas a quienes sufren las consecuencias del
terrorismo islámico¡.
Qué suerte tener al imperio sobrevolando también nuestro
espacio aéreo.
Se ha hecho tarde, me voy a la cama, dormiré plácidamente
porque sé que aunque me vigilen de día y de noche, aunque me detengan por
estornudar o por gritar verdades al aire,
lo hacen para protegernos de ese enemigo
que está en todos los lados
Y ya no me importan esos seres humanos que se agarran a
la valla tan desesperados, no quiero que vengan, muchos vienen a matarnos.
Y quiero que echen a todos, no me gusta que sus hijos se
mezclen con los míos, no me gustan esas madres que llevan pañuelos en la cabeza
y visten de largo.
No me gusta que hablen su idioma porque seguro están
conspirando para atacarnos.
No me gustan, no.
Los veo todos los
días detrás de la pantalla, unos en Bélgica, otros en Paris, bien diseminados.
Qué bien que controlen las calles, qué suerte estar
vigilados, qué bueno es saber que
detendrán a todo aquel que les parezca raro.
Qué patrias tan grandes, que guerras tan justas, castigan
a los malos y los buenos, tan buenos, se
unen pa derrotarlos.
domingo, 8 de noviembre de 2015
Biografìa poètica
Cuando me preguntan cómo llegué a la poesía mi respuesta
es: rota y a los 28 años.
A esa edad se produjo un quiebre en mi vida, algo así
como una tormenta interior que me sacudió dejándome en ruinas.
En aquel año o en los meses siguientes descubrí que el
cordón umbilical que me unía a la vida era la palabra y a través de ella,
atravesada por ella, encontré la poesía y me quedé a su lado.
Recuerdo aquellos días, de pie, en las librerías, leyendo
los libros que no podía comprarme, descubriendo autores, memorias, ecos de
sentimientos que yo también guardaba.
Hora tras hora, semana tras semana, leía voraz y
gratuitamente.
En aquellos dos años que me costó encontrar a Silvia
entre los escombros, nació un poemario que titulé “Y que hablen en mis palabras
todas ellas”. Me atreví a reescribir la historia, a poner voz a mujeres de la
Biblia, a mujeres de la mitología, a mujeres escritoras, a mujeres que hicieron
historia y las dejé hablar, como yo pensaba que debían hacerlo. Sin los
mandatos del patriarcado.
Y con aquel poemario, sin madurar y sin publicar marché a
México, al encuentro de mujeres poetas del País de las Nubes de Oaxaca. Nunca
pensé que permitirían a una poeta como yo, (que recién empezaba), compartir con
poetas del mundo versos tibios de una mujer de la que nada se sabía.
Sucedió que mis poemas llegaban a la gente, a los jóvenes
en las universidades, a los empobrecidos en las plazas. Me sentí unida a todos
los que en medio de aquel silencio reverencial se rompían al terminar.
Regresé a casa con el convencimiento de que ese era mi
lugar en el mundo. Había nacido dos veces. El último parto de mí misma, sin
lugar a dudas, era el de poeta.
Seguí escribiendo, día a día, arrancando horas del sueño
y del cansancio, evadiéndome en los trabajos en los que mientras limpiaba casas
o cuidaba enfermos o servía cervezas en los bares yo pensaba en los versos que
escribiría o en los poetas que iba conociendo.
A los meses de aquel encuentro en Oaxaca, volví a México,
esta vez a Ciudad Juárez. Después fui a Argentina, después a Cuba, países que
abrazaban mi poesía, personas que se interesaban por mi escritura, por mis
libros, por mi manera de interpretar el mundo o la realidad o la palabra.
No dejaba de escribir, había auto editado un libro, había
escrito otro de canciones de cuna, otro de elegías, gané un premio con otro
poemario, publicaron otro a mi regreso de Palestina y auto edité otro, el
último, “Los partos de la bestia”.
De esto hace ya algunos años.
Pienso que no soy una poeta mediocre, me tomo muy en
serio este oficio.
Me tomo muy en serio la responsabilidad que tengo como
escritora con conciencia.
He andado un camino largo, he tenido la suerte de
encontrar mujeres y hombres extraordinarios, que me han confiado sus
desasosiegos, sus luchas, sus miedos, sus esperanzas. Mi poesía se ha acercado
a ellos con las manos limpias, con el respeto que merecen los que apuestan todo
o nada para mejorar nuestras vidas. Las de todos.
Ahora mismo estoy inmersa en la escritura de un poemario
nuevo.
Como otros libros que he escrito nace de un viaje. En
otro país, Andalucía.
Va creciendo al mismo ritmo que voy dinamitando mis
fronteras mentales, al mismo ritmo que voy dándome cuenta de que la historia es
un archipiélago donde aisladamente cada pueblo intenta curar unas heridas que sólo
el océano de la infamia causa.
Y como siempre, mientras voy arrancando versos, nombres,
estructuras al imaginario me surgen preguntas sobre la inutilidad de lo que
hago o la difusión escasa que tendrá mi esfuerzo o si realmente merece la pena
gastar tiempo y dolor en un proyecto que estará, como ha sucedido tantas veces,
rodeado de silencios
Por eso me urge recordar aquellos días cuando leía mis
poemas primeros en las plazas de los pueblos mexicanos y sentía que era útil, que
para ellos era útil que una mujer llegada desde tan lejos fuera el eco de sus
corazones.
Cuando vuelvo atrás y recuerdo tantos ojos, tantos
pueblos, entonces los silencios que me rodean, se vuelven necios.
Creo que debo continuar escribiendo, no sólo estos poemas
que se caen de mis manos desde que vine de Andalucía, también otros, hasta el fin de mis días.
Quizá es cierto que no sirven de nada, pero he visto
demasiados hombres y mujeres eternamente callados y por esos pocos que aún
gritan merece la pena asumir cualquiera de los riesgos.
Como decía al principio llegué a la poesía tarde, sin
andamiajes académicos. Le doy las gracias por acercarme a la muerte y a la risa
y por permitirme saber que la ternura es posible.
Me regaló la voz y
me puso a andar en este difícil camino de ser libre.
sábado, 31 de octubre de 2015
El delito
Hasta mover los labios va a ser delito,
hasta morirse de hambre,
hasta dormir a la intemperie,
hasta quejarse.
Va a ser delito
amarse con andrajos,
reírse sin motivo,
enloquecer a todo trapo.
Va ser delito respirar aire limpio cuando todo está
podrido,
señalar los lutos de los
están vivos,
arrimarse a banderas, a templos, a fronteras
que no sean las correctas,
arrancarse con rabia la pena de vivir este tiempo lento
de utopías
lento,
lento,
lento.
Va a ser delito ponerse
de pie en un mundo que encarcela
los gestos, las palabras, las ideas, las quejas.
En nombre de la libertad
la justicia fabrica
cadenas
para ti, para mí,
para los que nos negamos a vivir
entre el bostezo y la indiferencia.
lunes, 19 de octubre de 2015
No pago
¿Qué país, qué pueblo, qué cuerpo es soberano si tiene
que pagar una deuda inmensa?
¿Qué puede decidir un país, un pueblo, un cuerpo, si
primero debe pagar a tocateja?
Para ser soberano es urgente romper esta cadena.
No engrasarla pa que haga menos daño.
No disimularla pa que no se vea tanto.
No tenerla quieta pa que no la oigan los oídos más
castos.
¿Quién puede hablar de libertad si tiene la amenaza
clavada en su costado?
Si a cada paso que da lo están vigilando.
Si los cobradores imponen sus abecedarios macabros.
Ser soberano es decir no a los tratantes de esclavos,
a los que arrodillan banderas en nombre de la usura y del
crimen organizado.
Es decir no, yo no pago.
No pago con mi cuerpo.
No pago con mi hambre, ni con mis brazos, ni con mi frío,
ni con mis hijos.
No pago con mis enfermos, no pago con mis ideas ni con
mis libros.
No pago.
Si pagamos, esta vida, nuestras vidas,
estos pueblos, nuestros pueblos,
seràn para siempre cautivos
y es ahora cuando podemos remediarlo.
viernes, 16 de octubre de 2015
Muertos de tercera
Un mundo que contempla a niños tiroteados, esposados,
encarcelados y no parpadea es un mundo
que avergüenza.
Pero si además justifica a los asesinos y los premia con la compasión y los negocios
es un mundo rematadamente enfermo.
Digo esto porque en Palestina cae la infancia asesinada. Sin
culpa ni remordimiento, les dan diariamente el tiro de gracia.
Sin embargo si cae un niño blanco, uno cualquiera, en su blanca
calle, con sus zapatillas blancas, con su pelo claro y su piel de nàcar, el mundo, entonces, alza la voz, contundente,
demoledora, atàvica y exige no justicia, venganza.
Lo de siempre, muertos de primera.
Los sicarios caminan firmes, no les pesan los muertos que
arrastran.
La historia les absuelve, les absuelven los medios de
propaganda, les absuelve la sociedad y sigue el carrusel con sus matanzas.
Nada valen, nada pesan en las conciencias, son habitantes
menudos en un infierno donde el delito es sobrevivir lanzando piedras contra
las bestias.domingo, 11 de octubre de 2015
Retrato de una poeta
Vengo de un silencio inmenso, apenas la ronca voz de mi
padre se oyó deletreando blasfemias entre el vino y las broncas.
Apenas esa voz y la de mi
madre, eco obediente de la voz de los hombres.
Vengo de ahí, de esa tierra estéril en palabras, yerma.
Fui creciendo como una sombra, callada, frágil, sin mástil
donde asirme de las embestidas del amor y de la vida.
Pienso que aquel hielo en las arterias, aquella infancia asilvestrada,
aquella adolescencia sembrada de rubores y tinieblas, de miedo a ser amada fue forjando a la poeta que soy ahora.
Esa afonía que se
impuso en los primeros años apuntaló la
palabra en mi destino. La hizo porvenir.
El cordón umbilical con el que agarrarme a los otros.
Pero afuera, en el mundo, todo parece callarse a pesar
del ruido.
Los pueblos gritan, como gritaba yo en sueños allá en la
infancia, e igual que entonces me sucedía a mí, nadie parece levantarse en
mitad de la noche para atravesar los pasillos del espanto y salvarlos del
terror hasta que se hace el día.
Afuera, febrilmente, dejo mis poemas como si fueran un abracadabra y como cuando era niña me quedo a esperar si
se rompe el silencio y nace de su entraña terrible un lugar nuevo donde nadie grite de noche, donde no haya
pesadillas, donde la palabra se derrame sin dolor, tibia, entrañable y se llene,
al fin, de canciones la vida.
viernes, 9 de octubre de 2015
Propuesta de gobierno en democracia
Propuesta de gobierno en democracia:
Presidente de gobierno: una republicana
Portavoz: una víctima de gal
Ministro de asuntos exteriores y cooperación: una emigrante.
Ministro de justicia: un preso de conciencia.
Ministro de defensa: un anarco pacifista
Ministro de hacienda: un trabajador autónomo
Ministro de interior: una torturada
Ministro de fomento: un obrero de la construcción
Ministro de educación, cultura y deporte: una poeta
Ministro de empleo: una desempleada larga duración
Ministro de industria, energía y turismo: un ecologista
Ministro agricultura, alimentación, medioambiente: una jornalera
Ministro de economía y competitividad: una ama de casa
Ministro de sanidad, seguridad social e igualdad:. una mujer
maltratadamartes, 6 de octubre de 2015
Genocidio en A
Genocidio:
Exterminio o eliminación sistemática de un grupo social por motivo de
raza, de etnia, de religión, de política o de nacionalidad.
Ni siquiera la propia definición de la RAE nos incluye.
Es decir, se nos mata, sin importar
fronteras, ni pobrezas, de manera sistemática, por los siglos de los siglos sólo
por ser mujeres y ni siquiera somos visibles en unas cuantas palabras que
definen el horror de la humanidad.
Somos la mitad, pero la mitad hambreada,
violentada, asesinada.
La mitad que no cuenta.
La mitad que vive el horror en la misma
entraña.
En las guerras se nos viola.
En el trabajo se nos humilla.
En las calles se nos desprecia.
En la política se nos ignora.
En las casas, ay, en las casas, intramuros,
en silencio, muchas viven en jaulas donde nadie canta.
El sistema produce monstruos.
Ancladas en un amor tóxico, chantajeadas,
atrapadas en la ciénaga del insulto y el desprecio, del golpe y las cicatrices,
su porvenir es sobrevivir a duras penas.
Y da igual blancas, negras, madres, hijas, aquí
o fuera.
Da igual jóvenes, viejas, guapas, feas,
ricas, mendigas, obreras.
Da lo mismo, se nos mata por ser hembras.
sábado, 3 de octubre de 2015
Nuestros viejos, nuestras viejas
No puedo evitar pensar que hasta el momento no hemos conseguido ni siquiera un poquito de
justicia pa nuestros viejos, pa nuestras viejas.
Van muriendo como si nada
Década tras década, sepultura tras sepultura. puñados de
desprecio sobre vuestra memoria.
Y caminamos por las calles, ausentes, desenfadados, rebeldes,
cansados y a nuestro lado un anciano arrastra su bastón o desea hablarnos en la cola del supermercado o lo vemos leyendo el periódico en un parque
o de la mano de sus biznietos y no detenemos el paso pa preguntarles qué hicimos con sus ideas
después de ser tiroteadas, qué fue de su lucha al hacerla nuestra o por qué aún no conocemos una democracia de veras.
Es triste saber que se mueren sin abrazar la bandera por la
que perdieron la libertad y a justicia.
Nuestro presente es otra condena en el umbral de su agonía.
Tanta política del escarmiento.
Tanta cabeza rapada, tanto paredón y delaciones.
Tanto exilio y cárcel y cruz.
Tanta muerte desabrochada.
Tanto daño a un pueblo que amaneció soñando y se acostó envuelto
en un sudario para comprobar que de alguna forma hemos traicionado su legado.
Y van muriendo gota a gota.
Y siempre son
nuestras las derrotas.
Los fascistas ganan por las balas o por las urnas
y nuestros viejos,
nuestras viejas se mueren
nuestras viejas se mueren
nombre a nombre.
Sin una sola victoria.
jueves, 1 de octubre de 2015
La segunda transiciòn
Últimamente a la gente ilustrada le ha dado por decir que
estamos viviendo la segunda transición.
¡Toma castaña ¡
Otra transición que se sustenta sobre desmemoria, sobre crímenes impunes, sobre
banderas destrozadas a golpe de tortura y de guerra sucia, sobre cárcel, suicidios,
hambre.
Y es cierto que ha habido cambios: Ya no llevan corbata los
políticos.
Ahora la pelea no está en las calles, con las barricadas,
está en las redes con 140 caracteres.
Ahora es delito pintar en las paredes y hablar mal de los
reyes.
Ahora la salud es pa quien la pague, los viejos se pudren
meados, los trabajadores no saben que son esclavos y vivimos todos en precario.
Ahora los torturadores son señores venerables.
La policía puede detener si se juntan a tejer tres o más
mujeres.
Los niños van desnutridos a las escuelas donde se les
enseña que la cruz es el lugar de los pobres.
Y esta es la segunda transición que dicen los ilustrados
pa convencernos de las bondades de los cambios.
Pero qué quieren que es diga, yo sólo he visto que las urnas se van llenando de
sangre desde que el asesino murió en su cama hasta la fecha de hoy, que seguro
alguien desahuciado, se arrojó por la ventana.
miércoles, 30 de septiembre de 2015
Askapena
¿Ey, alguien se acuerda de Euskal Herrìa?
¿De ese país chichito al norte de la península ibérica?
¿Hemos olvidado que ahì desde hace tiempo se encarcela a
políticos, sindicalistas, abogados,
jóvenes combativos, periodistas y se tira la llave a las cloacas?
¿Aguien recuerda que aquí casi todo es delito mucho antes
de la ley mordaza, mucho antes?
¿y las herriko tabernas?
¿y el Egunkaria?
¿y Egin?
¿ y la dispersión?
¿y las torturas?
¿Y os 80000 euros recaudados en la manifestación por los
presos?
¿Sabemos que en octubre será el juicio a cinco
internacionaistas vascos acusados de terrorismo?
Es decir, se
jugaràn seis años de libertad en una democracia donde se procesa la
solidaridad.
¿què será lo siguiente?
jueves, 24 de septiembre de 2015
La cruz y la espada
Vaya con el todopoderoso, su representante en la tierra
anda de parranda.
Que si Cuba, que si Obama, que si pide paz, que si pide
justicia…
Una caricia a un niño, un besito a una madre de luto,
unas palabritas que sirvan de analgésico a los crucificados...
Y todos tan contentos, el Bergoglio dice lo que todo dios
quieren escuchar.
Sus feligreses lo adoran y deciden ignorar a qué personajes han ensalzado
y protegido a lo largo de su larguísima historia.
En lo concreto, en el Estado español con el asesino
Franco, en lo concreto, en Argentina, con Videla, en Chile con Pinochet, en
Paraguay con Stroessner, en lo concreto cubriendo de silencio las violaciones
de niños, enriqueciéndose obscenamente con sus tejemanejes inmobiliarios, coaccionando
gobiernos pa seguir engordando las arcas, despreciando a las víctimas que ellos
mismos señalaron, actuando con mano de hierro con aquellos que dentro de su seno
cuestionan su cinismo.
Y lo cierto es que las iglesias aquí están vacías, pero
su presencia es permanente, sus latigazos se reciben ahora con las ansias de libertad
de Cataluña, ahora con el aborto, ahora con la homosexualidad, que si las
escuelas, que si las mujeres maltratadas, que si la promiscuidad, que si el
Sida… y todos los gobiernos se
arrodillan ante sus caprichos. Ceden a sus presiones.
Permiten que su moral se haga ley.
A mí el tipo este, el Bergoglio, me resulta igual de
rancio y de fascista que los otros. Yo sé que hay zurdos que lo miran con
buenos ojos, que incluso desearían ser recibidos en audiencia por él pero qué
quieren que les diga, rondo la cincuentena, soy mayor pa creer en los cuentos.
Jon Sobrino dijo: “hay que bajar al pueblo de la cruz”, fue denostado por esto y por ponerse del lado
de los oprimidos, de los masacrados.
Lo que llevan haciendo los mandamases de la Iglesia es
precisamente lo contrario, apuntalar al pueblo en la cruz, clavarlo más si se sueltan, ponerle coronas
de espinas, hincarle dagas en su costado y si alguien se acerca a liberarlo,
demonizarlo.
Que me perdonen los creyentes buenos, los sacerdotes buenos,
los que efectivamente hacen de su vida solidaridad
y justicia.
Pero las consecuencias del despotismo de sus jefes omnipresentes son tan infames que se pagan al contado con barbarie.
martes, 22 de septiembre de 2015
Trono, tricornio, altar
Aquí quien manda es el trono, el tricornio y el altar.
Como en aquellos tiempos no tan pretéritos.
Y como en aquellos tiempos no tan pretéritos, las càrceles están
llenas de gente que no es genuflexa.
El derecho de pernada, la mano de obra esclava, la hambruna
puerta a puerta.
Las calles silenciosas, los sindicalistas comiendo mariscadas, los
obispos metiéndose como siempre en nuestros ovarios, en nuestra independencia,
en nuestras escuelas y letras, la monarquía blindada por los bufones y cortesanos
que rentabilizan cada besamanos.
Las fuerzas de seguridad asegurándose el salario con
detenciones arbitrarias, acusaciones sin sentido.
Con la ley mordaza en su mano, todo es posible.
Y el miedo derramado por todas las esquinas.
Trono, tricornio, altar.
Los tres pilares que sujetan por la fuerza nuestros pueblos, nuestras banderas, nuestras ideas.
sábado, 19 de septiembre de 2015
Israel, genocida¡
Israel es un estado asesino. Con un ejército asesino, con
una población rematadamente psicótica que brinda por las muertes de niños.
Israel es esto y más.
Es una fábrica de exilio, de cárcel, de terror, de exterminio.
Es una bandera tan llena de sangre, tan llena de lágrimas, tan
llena de rabia, que será recordada
por el dolor que derramó sobre un pueblo al que quiso someter como a
un esclavo.
Israel día a día ve como caen los cuerpos ametrallados de
cientos y cientos de seres humanos y no le tiembla el pulso al apretar el
gatillo.
Sabe que puede hacer lo que le venga en gana, Israel manda.
Manda su simbólica podredumbre.
Y no es bastante con decir basta. No es bastante con solidarizarse
con los crucificados una y otra vez.
Debemos decir que hay un estado que después de una masacre,
inventa otra y otra y otra hasta cumplir su objetivo de dejar esa tierra sólo
para ellos, para los hijos de Sion, para los hijos de un dios que da terror.
El tiempo pasa.
El mundo consciente se estremece y los cómplices, los
aliados, los rentistas, los mercaderes, los cínicos, los hipócritas, los indiferentes,
los genuflexos, los poderosos, miran para otro lado, no les importa.
Avergüenzan la humanidad que llevan a rastras.
Horrorizan la vida.
Odio su bandera, odio a los genocidas y odio a los que se
quedan a medias, cobardes inútiles, cobardes silenciosos, por vosotros sigue
esta barbarie.jueves, 17 de septiembre de 2015
Impunes y con honores, los torturadores.
Qué mujer partió su cuerpo para parirte.
Qué infancia te pudrió,
qué letras, qué iglesias, qué plomo se coló en tus huesos
hasta hacer de ti quien eras.
Cómo llega un ser humano
a tener tu oficio,
de 8 a 5,
con horas extras,
con paga doble,
con muertos sin remorder una pizca tu conciencia.
Qué ideas, qué alcobas,
que desprecios o qué honores
te regalaron los
gritos ajenos,
el miedo pegajoso supurando entre tus dedos,
las pieles abrasadas asfixiando el aire que tú mismo
respirabas.
Qué madre
ajena al monstruo que germinó,
alimentó tu hambre,
curó tu insana existencia,
durmió tus sueños de hiel y mierda.
Qué madre no abortó
al niño que se hizo bestia.domingo, 13 de septiembre de 2015
Otra guerra, otra.
Cuánto ruido hay en el aire,
cuánto ruido de tambores y de sables,
cuánta gente,
cuánto pueblo ajeno a la barbarie.
Cuánta bandera bendecida por criminales de la pluma,
por sicarios de las letras,
por mercenarios de poemas,
por ilustres pensadores con malas influencias.
Cuánto harapo, cuánta hambre,
cuánto muerto por las calles.
Y yo sólo soy poeta mientras se excusa otra guerra.
Sólo palabras, sólo impotencia,
sólo rabia en mis arterias,
sólo manos agarrando este corazón que revienta.
Otra guerra,
otra.
Otra derrota en la tierra.
Suena el réquiem de la paz
y el mundo ni siquiera tiembla.
viernes, 11 de septiembre de 2015
Son de los nuestros
Y claro, como los medios están preocupados por las riadas
de Japón, por la patada de la reportera, por los catalanes y su ansía de
independencia, por el número de refugiados asignado como si fueran piedras, por
si el rey se tira un pedo o varios, por el clima bueno, malo regular, cálido,
templado frío, gélido, por el futbol, por Venezuela y la escasez de papel higiénico
y un sinfín de noticias es normal entonces que la muerte de al menos cuatro
trabajadores pase desapercibida.
Poca cosa, sucedió en Andalucía.
Poca cosa, eran jornaleros.
Poca cosa, eran
lituanos y rusos.
Nada, muertos casuales de tercera.
El destino se llevó los cuerpos dormidos plácidamente en
el confort de un desagüe.
¡Qué mala suerte ¡
¡Silencio!
Los medios se encargan de echar sobre estos cadáveres indiferencia.
Nadie habla sobre su esclavitud, sobre su desarraigo,
sobre la humillación de subsistir en condiciones feudales.
Nadie habla de ellos, apenas sus nombres y su origen pa
dejar bien claro que no deben importar a nadie.
Son de los nuestros, joder. los que venden puerta a puerta, los que caen
fulminados por el calor y el hambre, los que viven a la intemperie, los
superexplotados.
También son de los nuestros los vomitados en silencio por este sistema tan
bestia.
lunes, 7 de septiembre de 2015
Soy una miserable
La verdad es que estos días me siento una miserable.
No es que no tirite de horror con el éxodo, las penurias
y los andrajos de los refugiados. No.
Sucede que a la vez me vienen otras imágenes a la
memoria, otros recuerdos, otras rabias paralelas: los estudiantes de Ayotzinapa, la
fosa común la macarena, el tren “la bestia”, los bombardeos en Ucrania, los periodistas
asesinados, las masacres de Palestina, Irak, etc.
Y siento bastante estupor por el interés mediático que
esto suscita y la invisibilizaciòn de otras víctimas, de otras guerras, de
otras violencias imperiales, de otros intereses codiciosos y dominantes.
Y me siento una miserable porque yo no pondré flores en
un jarrón pa recibir a una familia siria en mi casa, yo no sonreiré pletórica
cuando una cámara me enfoque, continuaré señalando a los culpables que generan muertos de
primera de segunda y de tercera mientras el pueblo con el corazón bombardeado
por una foto, se desgarra con el mea culpa y se prepara para ser solidario sin
preguntarse:
¿Por qué?
¿Para qué?
¿Desde cuándo?
¿Quién?
¿Quiénes?
¿Hasta cuándo estará la humanidad soportando los golpes de pobreza y de espanto?
Perdonen a esta poeta miserable, perdonen que no tenga flores, ando
zurciendo sudarios con mis poemas, el mundo es una barbarie.
jueves, 3 de septiembre de 2015
La hostia
La hostia que hemos recibido en la conciencia estos días nos
ha dejado tiritando.
Niños muertos sobre la arena.
Alambradas.
Desesperación por manadas.
Trenes cargados de seres humanos que huyen del horror.
Muros, cuchillas, mares convertidos en sepulturas
inmensas.
Andrajos, miedo, muerte.
Y nosotros, que olvidamos fácilmente contemplamos esto
como si fuera nuevo.
Como si no existiera Gaza, ni Ucrania, ni Irak.
Como si el mar no fuera desde hace decenios un enorme cementerio
Como si fuera la primera vez que un país o varios huyen
del espanto de una guerra inventada lejos por la codicia y sus turbios manejos.
Y todos queremos ser solidarios, deseamos abrir nuestras
casas, ser mejores en mitad de tanta desolación.
Pero la maquinaria sigue su trabajo demoledor, escupiendo
sangre, huesos, patrias, infancias.
Y yo, que cada día me siento más vieja y cansada, me
pregunto a estas horas, ¿qué será lo siguiente?, ¿con qué argumentos?, ¿hasta dónde
permitiremos que lleguen los que se reparten la tierra y esparcen los cadáveres?
Vivimos tiempos democráticamente
homicidas, ¿en nombre de qué o de quiénes?
La respuesta es simple: El horror es demasiado rentable para ponerle límite,
¿vamos a permitirlo más siglos?